EL DIA QUE LIZA SE FUE (SEGUNDA PARTE Y FINAL)

"PEQUEÑO LAGO DE CHALLUPEN"

Luego del almuerzo, recuerdo, mi tía se acercó a mi y tomándome de las manos me dijo:
- Liza, iremos a dar un paseo, ven, vamos a mirar el río desde el puente. - Yo había visto el río siempre, así que no me llamaba la atención, pero el ir de la mano de ella, si era importante, iba feliz, apegadita a ella. Estuvimos largo rato en la pasarela. Ella andaba con una cámara de fotos y me ubicaba en diferentes lugares para fotografiarme. Regresamos a la casa y mi tía, se fue a conversar con mi madre y mi padre. Vi a la abuela que se acercaba también, aunque su rostro no se veía muy feliz. Así estuvieron mucho tiempo conversando, yo tenía sueño, pero le impedía a mis ojos cerrarse, no quería perderme nada de lo que ocurría, a pesar que no entendía nada, como ya lo dije.
Se acercaba la noche, mi hermana mayor, Oli, me tomó en sus brazos y me sentó sobre los cojines tejidos, del banco que se adosaba a la ventana, se escuchaban las risas de mis hermanos afuera y el ladrido de los perros. Mi madre se acercó a mi, me hizo cariño y me dijo:
- Liza, mi hijita, la tía Marlui ha venido a buscarte. Te irás con ella y la abuela a su casa, allá tendrás todo lo que quieras, vivirás muy contenta y feliz. - Mi hermana dijo:
- Si es que la abuela lo acepta, ya ves que no le agrada la niña, ella quería un hombre. –
- Si – contestó mi madre y añadió:
- Pero Marlui quiere llevarse a la niña. La abuela no quiere, porque encuentra que es mucha responsabilidad y es más trabajo criar una niña, que un hombrecito. Mi cuñada dice que Luis está muy crecido y que ya tiene sus costumbres. Ya veremos, por ahora, vamos a acostar a Liza.
Mi hermana me colocaba el pijama y seguía conversando con mi madre, yo atenta, no quería pegar los ojos para seguir escuchando, al fin y al cabo, era de mi también que hablaban.
- Voy a dejar la ropa de Liza aquí mamá, es la más hermosa que tiene, si se deciden mañana, no andaremos corriendo para vestirla. – Por lo último que escuche, la tía se iba al día siguiente muy temprano. Me quedó dando vueltas eso de que me iría con ella, de que mi abuela no quería y que se marchaban por la mañana. Así me quedé dormida, aunque yo no quería dormir, pero el sueño me gano.
No sé que hora era, pero desperté con el ruido de voces y las carreras de mis hermanos, vi a mi padre a través de la ventana que conversaba con la abuela en el patio, mi tía, cerca del cerezo, lo hacía con mi hermana Oli.
- ¡A desayunar! – Escuché la voz de mi madre llamando.-
Me levanté, vi mi ropa sobre la silla, mi vestido con lunares rojos, un abriguito también rojo, con un gorrito, mis zapatos negros, mis calcetines blancos … de un salto la tome y me vestí. Salí de la habitación, todos estaban ya a la mesa, yo, me acerqué y me planté al centro de la gran cocina y dije:
- ¡Yo me voy con mi tía y no vuelvo nunca más! -
Todos volvieron las miradas hacia mi y hubo un silencio sepulcral en la habitación. Yo me fui corriendo al lado de mi tía y me apegué a ella, abrazándome a sus piernas. Ella me acarició con sus manos, me miró y nuestros ojos se encontraron, noté que una lágrima caía por su mejilla y se quedaba en mi cara muy quieta.

Me encontraba en la cabina del camión, sentada en las piernas de mi tía, yo reía y reía, hacía señas con mis manitos, mi hermana Oli lloraba, mis padres alzaban las manos y mis hermanos corrían por la orilla del camino gritando. Me iba, si, me iba con esa mujer tan hermosa que era mi tía Marlui.
No pensaba en ese momento, la importancia y gran valor, que pasaría a tener esa mujer por el resto de mi vida. Mis ojos vieron por última vez el río, el campo verde, el puente y la casa, que quedaba ya perdiéndose a lo lejos, me acuné en su pecho, ahora si iba a dormir y podría soñar feliz.