EL NIÑO DIOS
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por Alejandra Correas Vázquez
Yo estoy sentada en el gran sillón de mi abuelo (ya ausente) junto al de mi abuela (aún presente) ubicado en la gran galería que se halla cerrada por una mampara de vidrios rojos y blancos. La puerta está abierta dejando ver el patio con sus baldosas de mármol, blancas y negras. Más allá se destaca la puerta del zaguán con sus vidrios claros en el cual se dibujan figuras románticas. Es una señorial casona cordobesa.
¿Qué hago allí? Pues espero la llegada del Niño Dios que entrará por esa puerta cancel a traerme mi regalo de Navidad. Y estoy sentada desde la tarde sin moverme porque quiero verlo llegar.
Mis pies se balancean en el sillón y no llegan al suelo, tengo entre cuatro o cinco años (no más chica y es clara mi memoria de aquel día aunque sea aún pequeña). El Niño Dios llegará en esta Navidad muy rosado y regordete, rubio y de ojos celestes, igual al Pesebre navideño de la iglesia del Carmen. Y quiero ver sus piernas rosadas y regordetas caminando desde el patio para entregarme en mis manos, su regalo… Comienza a anochecer y es el 24 de diciembre… Pero yo no me he movido de allí…
---Alejandra, si no te vas a dormir a la cama, el Niño Dios no te traerá tu regalo. Sólo se los deja a los niños que duermen temprano. ¡No te encapriches!--- dijéronme mis tías
¡Pero yo me encapricho!
Y sigo allí aunque cabecee de sueño como todo niño pequeño. Pero el Niño Dios también era muy caprichoso ¡Y no pude verlo entrar en mi casa!
Desperté al día siguiente, 25 de diciembre, acostada en mi cama, sin saber en qué momento me quedé dormida en el gran sillón. Ni cuando me acostaron.
---¡Alejandra!... Mira qué preciosa camita de muñecas te trajo anoche el Niño Dios.
Yo la miré, es cierto, era hermosa, hecha a mano por un artesano alemán (Don Otto) y aún la conservo. ¡Pero muy desilusionada! ... Pues no vi al rubio y regordete Niño Dios cuando la puso a mi lado.
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----Alejandra mira a tu hermanito…¡Míralo, es igual al Niño Dios, que querías ver en Navidad!-- díjome mi padre
Mi hermano Oscar había nacido muy blanco, regordete y rosado, con ojos muy celestes. Era octubre. Y como le llevo 5 años puedo calcular que mi edad en la Navidad anterior no llegaba aún a los 5 años.
Sin embargo, pensé .... ¿Era realmente el Niño Dios? ..
.Arrimada a su cunita en la Clínica Maternal, lo toqué, pero retiraron mi mano ¿Por qué? ¿Podría quebrarse? ¿Sería de porcelana como el de la iglesia del Carmen.
Su estridente grito de bebé hambriento, debido a que mi caricia lo despertó, es mi último recuerdo del NIÑO DIOS.
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