LA TORMENTA
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(para Ucrania)
por Alejandra Correas Vázquez
La tarde se cubrió de nubes y el horizonte se desdibujó ante su vista. La tierra parecía continuarse en el aire, mientras el cielo había tomado la coloración de la noche… Era la noche ... Su última noche.
Las puertas y ventanas se cerraron. Las manos adelantaron la Tormenta… Y por las calles vacías una mirada deambulaba buscando su refugio.
__¡Allá!__ le gritaron voces ocultas
Pero al llegar al extremo indicado se encontró con las bocas negras de la sombra. La guerra. El horizonte estaba aún más fundido con el aire y la visión se ennegrecía.
Quiso acercarse a una de ellas para apartarla, despejado el camino, pero el Huracán penetró en los senderos arrojando su niebla.
Una mano gris se posó sobre su cabeza transmitiéndole la paz del sueño. Y allí quedó tendido. Inerte. Hasta una aurora nueva donde fue despertando lentamente …Ante él se delineaba el horizonte impregnando sus ojos. Conmoviéndolo. Asombrándolo con la sugestión extraña, insólita, del escenario nuevo que lo rodeaba.
Cuando resurgió finalmente del letargo emprendió el regreso por las tierras conocidas. Con la cabeza inclinada iba observando los deshechos de la guerra…
¡La Tormenta implacable que todo destruyera!
De improviso, un gigante de muchos ojos se irguió delante suyo, ocultándole el nuevo horizonte. De cada ojo se asomó una cara, y todas tenían la palidez de la luna.
__No viven__ se dijo
__¡Sí!__ le contestó una voz__ Son los que habitan esa gran casa. Llevan sus hijos pequeños cuando aún no caminan, en vehículos de ruedas. Ellos trajeron la Tormenta y fundaron este amanecer sobre las ruinas.
El se acercó. Intentó llamarlos, quiso penetrar en el edificio que se elevaba sobre la tierra con su multitud de ventanas. Pero se cerraron de improviso como un gigante dormido. Sólo uno de ellos quedó observándolo desde la puerta.
__¿De donde vienes? Eres distinto a nosotros. No te conocemos.
__Yo… viví bajo este sol. Ustedes trajeron la Tormenta. El mundo en que nací quedó borrado entre las huellas del suelo.
Volvió la cabeza alejándose en dirección del sur. Una brisa cubría la atmósfera, inundando de olvido la ruta antigua que abandonaba. Caminó entre nieves. Diminutas partículas de hielo le abrían senderos escarpados. Caminó entre punas. Diminutas partículas de metal sobrevolaban sus costados.
Pero una presencia extraña se interpuso frente a él, cerrándole el acceso al último pasaje. Emergía de la tierra y le habló, con su imagen sin rostro, envolviéndolo en brazos desprovistos de manos.
__No avances más.
__ Voy en busca de las tierras bajas__ le contestó
__Vuelve con aquél que te abrió su puerta. Juntos los dos darán color a las caras de las otras ventanas, y el frío de la luna se apartará de los hombres.
__Voy en busca de un escenario que me recuerde el hogar__ volvió a contestarle
__¡Vuelve! Cuando cayó el rayo fuiste el único que escuchó mis voces. Mi mano adormeció tu cabeza y un día la tierra recobró su claridad… La Aurora te espera.
El giró entonces para observar la lejanía. La gran casa de cemento semejaba una piedra injerta entre las quebradas rocosas… Los perfiles del fondo le recordaron visiones imborrables del pasado. Y mientras retornaba... reconoció el canto de los insectos.
En su mano llevaba un cristal
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