CONFESIÓN: ESTE SOY YO.
En mi opinión, y lo digo más que nunca por experiencia propia, una de las tareas más complicadas a las que se ha de enfrentar una persona que está en un Proyecto de Desarrollo Personal, y que puede ser demasiado arriesgada si no se hace bien, es la de hacer una introspección para indagar cómo es uno realmente, sinceramente, despojado de máscaras y mentiras, sin el resto de la sociedad como espectadores.
No somos tan malos como tememos ni tan buenos como mostramos. La realidad personal sólo la puede conocer uno mismo y sólo lo hará si tiene voluntad y osadía, sinceridad y nobleza, valor y una buena reserva de Amor Propio. Porque los propios demonios son tremendos. Todos los tenemos. Son indomesticables y tan crueles como sólo ellos saben serlo.
Se dice que no se puede ser feliz si no se conocen y se aceptan las zonas oscuras. Si uno malvive con ellas, sufriéndolas y rechazándolas al mismo tiempo, siempre quedará un poso inamovible de infelicidad y el rechazo de uno mismo.
Si uno acepta con naturalidad su Humanidad, en la que está incluida de un modo inseparable su imperfección, no tendrá que seguir luchando consigo mismo. Esto no quiere decir que haya que reconocer la parte oscura y convivir con ella como si fuera una condena ineludible y procurando no darle importancia. Siempre queda la opción –que se convierte en obligación moral- de ir modificando todo aquello que nos puede acercar al Mejoramiento Personal.
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