PON LÍMITES CLAROS E INFRANQUEABLES
En mi opinión, en la mayoría de los casos que sentimos que los otros no respetan nuestros límites es porque… no los hemos marcado con firmeza y claridad.
Hay veces que cuesta trabajo exigir ese respeto a lo que uno desea. En unas ocasiones, porque uno mismo es tolerante con el incumplimiento de ese respeto, y hace muchas excepciones, y en otras ocasiones se debe a que los otros creen que sus intereses están por encima y por delante de los nuestros. Y nos los imponen.
Uno de los mejores modos de implantar unos límites claros y fuertes, y de conseguir que los otros lo respeten, es utilizar la Asertividad. Haciéndolo así los demás empezarán a respetar tus límites cuando dejes muy claro dónde están y cuando vean tu firmeza en exigir el cumplimiento de que nadie los atraviese.
La asertividad se puede resumir como la capacidad y la posibilidad de expresar las opiniones, los sentimientos, los deseos, y todo aquello que uno desee manifestar, y también es poder ejercitar el derecho a reclamar y reivindicar que los propios derechos sean respetados; todo ello hecho de un modo que no afecte a los derechos de los otros y sin necesidad de gritos ni de malas caras, simplemente con la firmeza de la palabra y la actitud.
Para poder hacerlo bien es imprescindible la seguridad firme en que uno tiene la potestad de defender sus derechos y los demás tienen la obligación de respetarlos. Esto también es viceversa.
“Los derechos del otro acaban donde comienzan los míos”. Esto mismo se puede plasmar con otras palabras, pero la idea queda clara: los otros tienen derechos y yo tengo derechos.
Que los otros diseñen como quieran sus límites y lo que están dispuestos a permitir y lo que no. Que los otros tengan su propia escala de valores y que le den preponderancia a lo que crean conveniente. Uno les respetará y con la misma rigurosidad que lo hace demandará que ellos también lo hagan.
Hay cosas en las que uno ha de ser irreductible, intransigente, firme y riguroso. La dignidad propia no ha de ser mancillada por nadie. Permitir que los otros avasallen es una falta de respeto para con uno mismo.
Conviene que haya claridad en los límites que marcamos, y que las otras personas los tengan claros, para que no puedan utilizar el desconocimiento como argumento para su incumplimiento. Y conviene ser bastante rigurosos con la exigencia de su respeto, aunque se pueden hacer excepciones muy justificadas.
Poner límites no sólo es saludable, en muchos casos es vital para poder llevar una vida digna y es una demostración clara de Amor Propio y de valorar nuestra integridad por encima de la posibilidad de decepcionar a quien pretenda avasallarnos o dominarnos.
Si entras en este enlace y escribes la palabra “asertividad”, escrita entre comillas, encontrarás unos cuantos artículos interesantes sobre el tema: https://buscandome.es/index.php?action=search
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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