¿QUIÉN SOY YO? O ¿QUÉ SOY YO?
En mi opinión, el hecho de enunciar bien una pregunta nos puede llevar directamente a la respuesta que en realidad buscamos o nos puede derivar hacia otro sitio, lejano y equivocado, en el que no la encontraremos por mucho que la busquemos.
Y esto es más delicado aún cuando se trata de preguntas que tienen trascendencia, que son esenciales e inherentes en el Ser Humano, y que necesitan una respuesta satisfactoria y real para la tranquilidad, la paz, y el equilibrio emocional.
La pregunta ¿Quién soy yo?, por ejemplo, no ha de hacerse de un modo intelectual, como buscando una justificación o una definición que se explique a la mente desde la mente, o como si fuera una simple curiosidad, sino que ha de ser una pregunta que introduzca cada uno en su interior y la deje reposar, sin intentar forzar una respuesta con la mente, permitiendo que se responda en forma de sentimiento, de sensación, de intuición…
A algunas personas les puede resultar más sencillo hacerlo de otro modo, modificando un poco la pregunta: ¿Qué soy yo?
Cuando se pone un “quién” en la pregunta, inconscientemente estamos pensando en que la respuesta tiene que estar referida a una persona, y cada uno de nosotros, el Ser Humano que cada uno es, es algo más que solamente una persona aunque sea eso lo que mostramos al mundo y con lo que habitualmente nos identificamos.
Somos el “Uno Mismo”, y eso es también -además de la persona- la espiritualidad, el alma, la energía, la intuición, la divinidad, y todo aquello que es distinto de lo que es solamente un cuerpo.
“¿Qué soy yo?” tal vez esté mejor orientada y nos abra un abanico de posibilidades mucho más amplio, y es en esa mayor amplitud donde está lo que cada uno es. Más allá de la limitación de la persona física de
solamente carne y hueso se encuentra lo que realmente somos.
En general, no estamos capacitados o nos cuesta muchísimo dar respuesta a la preguntas trascendentales, y la equivocación está en que pretendemos tratar con la mente asuntos que van mucho más allá de la mente y que ésta no puede alcanzar con su racional y limitado entendimiento.
La mente tiene necesidad de estructurarlo todo, de definirlo poniéndole una etiqueta que pueda comprender, para su tranquilidad, pero hay una parte de nosotros que la mente no puede controlar porque lo que es esa parte escapa al entendimiento lógico y razonable.
¿Quién soy yo?
Es evidente que no soy mi cuerpo puesto que mi cuerpo ha cambiado desde que tengo uso de razón hasta el día de hoy, pero en cambio, en cada momento –y con el cuerpo de cada momento- he seguido teniendo la noción de “yo”. Tampoco soy mis pensamientos puesto que ellos cambian, y a pesar de ello uno sigue creyendo y sintiendo que “soy yo”, por tanto no puedo ser mis pensamientos.
Tal vez soy… el que se da cuenta de MIS pensamientos y de MIS sentimientos y de MIS emociones, pero no soy mis pensamientos ni mis sentimientos ni mis emociones. Soy otra cosa porque tengo noción y sentimiento de posesión sobre ellos y de que son “otras cosas que no soy yo”. Soy el que dice MIS.
Para quien sea capaz de entender esto bien ya casi puede dar por respondida la pregunta –aunque se puede matizar y ampliar mucho, pero siempre a partir de esta noción básica-, y quien siga buscando otra respuesta es posible –no sé si es cierto- que esté perdiendo el tiempo.
Quien se pregunte “¿Qué soy yo?” tiene muchas posibilidades de acercarse a una respuesta satisfactoria y que represente la verdad. No hay que buscarse atributos que solamente abarquen a la persona, sino que hay que estar abierto a la comprensión de ser un conjunto indisoluble de cosas que juntas engloban la grandiosidad que es el Uno Mismo, el Ser y el Humano que realmente somos.
Esta es otra de esas cuestiones que uno tiene que resolver por sí mismo, sin tratar de que sea una frase que otro emitió quien le dé la respuesta. La frase ajena se puede utilizar como el principio de una profunda reflexión que tiene que conducir al encuentro con la respuesta propia o a la asunción de la frase ajena pero en lo profundo de uno y no solamente en la mente.
LA AUTÉNTICA SABIDURÍA NO ES UN ASUNTO DE LA MENTE, SINO DEL CORAZÓN.
¿Quién soy yo?, o tal vez ¿Qué soy yo? son unas interesantes preguntas que te están esperando.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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