RENACER CADA MAÑANA
En mi opinión, cada mañana, al despertar, cuando empezamos a tomar conciencia de estar en la vida y vivos, cuando ya empezamos a comprender que lo último que hemos creído vivir era un sueño o una pesadilla, comienzan a aparecer en nuestra recién recuperada consciencia lo que es nuestra realidad cotidiana, y nos reencontramos con los problemas o las alegrías reales que no estuvieron presentes mientras dormíamos; durante ese momento que pensamos perezosamente que nos gustaría quedarnos un rato más durmiendo pero hay que levantarse para cumplir con las obligaciones, que hay que enfrentarse al espejo y encontrar la misma cara de cada día, el mismo pelo desaliñado, o mientras pensamos en la mala noche que hemos pasado, sin dormir o durmiendo a ratos y mal, es un momento en el que no somos del todo conscientes de que estamos construyendo una especie de pequeño milagro al ir recomponiendo todo nuestro mundo, poniendo en orden el desorden, haciendo una lista mental de todo lo que tenemos que hacer, trabajo, viaje, llamadas, desayuno, cada uno su tarea, cada uno recomponiendo su vida y su pequeño universo personal.
Al despertarnos cada día tenemos que renacer. Ya nacimos una vez hace unos cuantos años. Ahora toca volver a nacer. Cada día.
VIVIR es tomar consciencia de uno mismo y de su presencia en la vida, de la orientación que le está dando a su vida. No hacerlo así es dejar pasar el tiempo –que es la vida-, es malvivir, o es mantenerse en un estado más o menos vegetativo.
Cada persona tiene una vida y unas circunstancias distintas, pero esto es algo que nos unifica a todos: cada mañana hay que reconstruir el propio mundo, volver a poner cada cosa en su estantería o en su cajón mental, volver a sonreír o a la mueca triste, vestirse, pensar algo -lo que sea-, levantarse sin prisa o urgentemente, volver a ser el Uno Mismo que desapareció durante el sueño.
Y lo hacemos tan mecánicamente, tan desatentos, que ni siquiera nos permitimos el tiempo justo de dar las gracias por poder vivir un nuevo día –poquísimas personas lo hacen-, ni nos paramos el momento breve de cerrar los ojos durante unos instantes, hacer un repaso de cada órgano externo del cuerpo, sentir los brazos, las piernas, la lengua, que podemos oír, y decir en voz alta o en silencio “Soy yo, estoy aquí y ahora”; si no lo hacemos en algún momento hasta llegaremos a perder la noción de quiénes somos, de qué hacemos en la vida, de qué sentido le queremos dar a esto de vivir.
Corremos el peligroso riesgo de caer en la rutina, de estar en la vida pero NO VIVIR, de dejar que se vayan vacíos los irrepetibles e irrecuperables días desde esa mentira en la inconscientemente creemos de que somos más o menos eternos, porque mañana también estaremos vivos y porque se mueren los otros, pero nosotros nunca.
Sería interesante plantearse el renacer de cada día como el acto milagroso y maravilloso que es. Si hace falta, adelantando la hora en que suena el despertador para tener unos minutos para reflexionar, para tomar contacto con Uno Mismo despacio, con consciencia, “Soy yo, estoy aquí y ahora”, hacer unos cuantos buenos propósitos… y entonces, sí: en marcha. Arriba. Un nuevo día nos espera.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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