IMPRESCINDIBLE: HACER MICROPARADAS A LO LARGO DEL DÍA
En mi opinión, una de las formas más eficaces de tomar consciencia de uno mismo, y de la vida, consiste en hacer varias microparadas –o muchas- a lo largo del día para darse cuenta.
Es imprescindible dedicarse todos los días un tiempo para uno mismo, aunque sea a base de esas microparadas; no obstante, lo adecuado es que sea más, mejor una hora o la mayor cantidad posible de minutos y que, además, sean de calidad y atención plena sin distracciones que se entrometan y malgasten ese tiempo.
Para quien realmente no disponga de ese tiempo personal –o para los que quieran hacerlo también así-, se trata de hacer una parada en la actividad que se tenga, aprovechando una leve pausa quienes estén trabajando u ocupados –el momento de ir al inodoro en los casos más extremos-, o poniendo un aviso/alarma cada cierto tiempo, y entonces cerrar los ojos, abstraerse, dejar el mundo fuera de uno mismo, y sentir el cuerpo, centrarse en alguna de sus partes, respirar conscientemente, repetir “Soy yo y estoy aquí y ahora”, o cualquier frase similar que haga tomar consciencia de la realidad que es uno, de que a pesar de la desatención por las ocupaciones uno sigue siendo él mismo por encima de todo, sigue estando ahí… aunque no esté consciente de su vida.
Las microparadas permiten retomar inmediatamente el contacto profundo con uno mismo. Sirven para percibirse, sin más; para tocarse y verificar “estas son mis manos, este es mi vientre”; para poner en activo los sentimientos al cerrar los ojos y quedarse uno a solas consigo mismo sin distracciones externas; para contactar con el desatendido, el siempre ocupado o siempre distraído en que nos hemos convertido. Para recordar que estás vivo, que eres tú.
Las microparadas son oasis en el ajetreo, en la vorágine, en la ocupación absorbente; son las que permiten que no se pierda el contacto con uno mismo, las que evitan que uno tarde meses en darse cuenta de lo abandonado que se tiene, de la poca atención que se dedica.
Y quien pueda –y esto es muy recomendable- que aproveche ese momento, si lo puede alargar, para revisar un aspecto personal de su vida, uno que tenga pendiente de resolver; es bueno aprovechar para mandar luz al asunto, para que se aclare, es bueno decirse a sí mismo que uno se ama –y, por supuesto, tiene que ser cierto-, y es buen momento para regodearse en algún aspecto positivo propio, en algún buen recuerdo, en la remembranza de algún ser querido, en algo personal que provoque placer o satisfacción, algo de lo que uno se sienta satisfecho u orgulloso.
Si uno lo aprovecha para contactar consigo mismo es mejor que sea de un modo amable, y nada de aprovechar para reprocharse o ponerse mala cara.
Es un momento para la reconciliación total que siempre tenemos pendiente. Es un momento para darse una parte de ese amor propio que tanto y siempre necesitamos. Es un momento de estar consigo mismo, en armonía, fraternalmente, fortaleciendo la unidad con las diversas y dispares partes que nos forman.
Todos –sí, escribo “todos” aunque digo que no hay que generalizar…- necesitamos grandes y fructíferas paradas para contactar con nuestro Ser, pero en la mayoría de los casos nos tendremos que conformar con microparadas.
Prueba. No pierdes nada…
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales