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 CAPÍTULO 78 - ELEGIR DESDE LA CINTURA PARA ABAJO

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AutorMensaje
Francisco de Sales
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Cantidad de envíos : 1372
Fecha de inscripción : 12/12/2012

CAPÍTULO 78 - ELEGIR DESDE LA CINTURA PARA ABAJO Empty
MensajeTema: CAPÍTULO 78 - ELEGIR DESDE LA CINTURA PARA ABAJO   CAPÍTULO 78 - ELEGIR DESDE LA CINTURA PARA ABAJO Icon_minitimeDom Nov 15, 2020 3:52 am

CAPÍTULO 78 - ELEGIR DESDE LA CINTURA PARA ABAJO
(o sólo por la cara bonita)
– EQUIVOCACIONES HABITUALES -

Este es el capítulo 78 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER.


El momento de la elección de la pareja es un momento realmente delicado. Y complicado.

Los argumentos que se utilicen para tomar la decisión pueden ser ciertos, pero también estar equivocados.

Si solamente se le hace caso a los sentimientos amorosos enfebrecidos, tan egoístas de amor y de amar que no piensan en otras consecuencias, y si están ofuscados por ese sentimiento que resulta ser tan maravilloso que no se desea que acabe nunca –y que al mismo tiempo impide ser conscientes de la irracionalidad de la fantasía-, pueden acabar equivocándose.

Si quien está enamorado se deja deslumbrar por la parte tan brillante, cegadora y exultante del amor, y elude la importancia de los otros elementos aparentemente menores pero necesarios para la consolidación de la relación, es posible que emita un aprobado, y que cuando las aguas se calmen –porque lo cotidiano imponga su peso- se encuentre con que son más las cosas que les alejan que la única que les acerca.

Si se le hace caso a los deseos, sólo se está satisfaciendo a uno de los muchos opinantes en la decisión. Si se le hace caso exclusivo a la mente, tan racional como puede llegar a ser, tan pendiente de los intereses, tampoco será una decisión redonda.

Si se escoge desde la cintura para abajo, porque los primeros encuentros han sido ardientes, inagotables, han provocado inundaciones vaginales y terremotos en el resto del cuerpo, y una está obnubilada por su propia calentura, en los momentos en que aminore su frenética actividad, tendrá ocasiones suficientes para comprobar –en los casos más extremos- que no son capaces de llevar una conversación que incluya algo más que jadeos, que no han hecho un proyecto de vida en común para los momentos en que no estén retozando, y que detrás del sexo sólo tienen un vacío que no son capaces de llenar. Y esto mismo le puede pasar a él, ya que los hombres son más propensos a los encoñamientos. No hay que permitir que un calentamiento vaginal decida el futuro.

Si se escoge de cuello para arriba, es posible que los otros ojos la hayan hechizado, y que siga, hipnotizada y sin darse cuenta, el mensaje que le envían: “enamórate de mí, enamórate de mí…”; si se ha quedado prendada de ese conjunto armónico, de esa belleza de dios Apolo, no se va a dar cuenta de todo lo que quede fuera de esa aura dorada que enmarca su belleza –y lo queda fuera es mucho y es lo realmente importante-; si es su cabello lo que le fascina, que le pida un mechón y que no se quede con el resto de hombre, porque es con el hombre, y no con el cabello, con quien va a tener que convivir. (Y, además, él tiene muchas posibilidades de quedarse calvo algún día…)

Ellos están en la misma situación.

El error está latente en cada uno de los modos de tomar la decisión si se les atiende y valora de un modo individual.

Tal vez –y sólo digo tal vez porque hasta ahora no hay fórmula que haya demostrado ser eficaz- si hay un método que tiene más posibilidades de acertar sea el de promover un concilio entre todos los implicados en tomar las decisiones y ser afectados los resultados, y que exponga cada uno sus razones, para que puedan ser evaluadas –por una mente ecuánime y objetiva- en conjunto y en su justa medida.

Tal vez la fórmula que hace funcionar una relación esté integrada por el amor –ingrediente inevitable e imprescindible-, por el deseo –es importante que haya un buen porcentaje-, el respeto –absolutamente necesario-, la confianza –sin ella no se va a ninguna parte-, la atracción física –no digo que sea bello, o guapa, sino que tenga ese algo que agrada -, el sexo –se supone que ya han tenido tiempo de demostrarse cómo es cada uno en ese terreno, y si no ha sucedido, es bueno comprobarlo antes del sí definitivo, porque el sexo también ha de ser gratificante-, la empatía –se van a atravesar muchos momentos juntos y algunos pueden ser delicados y requerir mucha comprensión-, la capacidad de cuidar –porque se van a tener que cuidar entre ellos y se va a tener que cuidar cada uno de ellos-, la capacidad de comunicarse y escuchar –porque van a tener que comunicarse y escucharse-, la facultad de mantener la calma –porque le van a sacar buen partido ya que la usarán a menudo-, el optimismo –necesitarán emplearlo a diario-, la fe en que les va a salir bien –porque sin ella no se pondrían en marcha-, la voluntad para que salga bien –porque la fe sola no puede con todo y el esfuerzo va a ser imprescindible-, y luego están los ingredientes personalizados, los que para cada persona y relación resulten especialmente interesantes o necesarios, y luego hay que mezclar todo ello para que el resultado sea el mejor.

Tal vez sea la visión un poco analítica de todo el conjunto de cosas, sin ser desapasionada del todo, quien pueda hacer ver con mayor claridad las posibilidades reales de esa relación.

SUGERENCIAS PARA ESTE CASO:

- Es conveniente que antes de embarcarse en una relación se pongan de acuerdo el corazón y la mente para decidir. La calentura y los espejismos, mejor que no intervengan.
- La atracción física puede tener una importancia muy grande al principio, pero lo que mantiene estable la relación son otras cosas más terrenales y reales y menos etéreas.
- El amor en la relación tiene que estar por encima y sobrevivir a la belleza o el atractivo físico que, sin duda, con el paso del tiempo desaparecerán.


Francisco de Sales

(Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí:
http://buscandome.es/index.php/board,89.0.html)

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