NIEBLA SOBRE CÓRDOBA
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NOVELA
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por Alejandra Correas Vázquez
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6 - CENA
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La cena a las diez de la noche fue frugal y rápida. El comedor no estaba demasiado frío ni caldeado. Ambas amigas, ambas mujeres, tía y sobrina, comieron con prisa y mutismo como si ese silencio evidenciara un agotamiento de recuerdos. O al menos, un deseo de pausa.
Los niños iban ya por la segunda hora de sueño, dejando toda la casa en paz completa y absoluta. Sólo algunas bocinas perdidas de automóviles llegaban desde el exterior, para recordar la existencia de una urbe mediterránea, en los años últimos de su conflicto armado.
—“Es hora de dormir, tía, pues yo debo levantarme mañana muy temprano para preparar un parcial. Evocarlo es ya una tortura inútil. Además no debes olvidar tus horas dolorosas”
—“Sí, niña, pero él fue centro de mi vida. Desde ese momento las acepté sin sopesar las dificultades. La incertidumbre. El temor a la tragedia que le aguardaba. Y que ambos, preveíamos”
—“El debió seguir un derrotero propio desde el comienzo, ya que lo había elegido para sí. Pero sin arrastrar a nadie por su camino”
—“Es posible, pero el amor es una fuerza que no contempla temores. Sigue adelante, entremezclando una hermosa euforia con dolores”— se explicó la tía
—“Comprendo. Recuerdo a mi tío, su alegría era encantadora. Pero también era presto de caer en las iras. Y luego olvidaba todo, como si los demás pudiesen hacerlo con la misma rapidez ...¡La vida tiene que ser alegre!... Puede serla”— contestóle la sobrina
—“Niña, deja de invocar las palabras. El término es sólo un dibujo del alfabeto. Un sentimiento dulce, sencillo, tiene más fuerza. Puede ser imponente”
Volvieron a quedar en silencio. La atmósfera exterior empañaba los vidrios con una espesa capa de Niebla. Los faroles del Paseo Sobremonte emergían con luminosidad fantasmal, como deseando acompañar la sobremesa de la tía y la sobrina.
—“La semana se vuela cuando uno estudia”— comentó la más joven intentando cambiar la conversación
—“La semana es larga, en cambio, cuando se está en la espera de alguien o se viven días penosos”— contrapuso la viuda
—“Tu espera a terminado, tía, porque ya no hay más motivo para ella. Y la pena más adelante, pasará al olvido, con toda la guerrilla y la represión, al mismo tiempo”
—“¿Cómo dices?”
—“Aquéllos que venimos hacia delante tenemos ese derecho”— sostuvo fuerza la sobrina
—“Visto así, tienes ese derecho... Pero yo he vivido estos años en una espera lenta. La mañana. La siesta. La tarde. El atardecer. La noche. La medianoche. El amanecer. El aura ¿Vendrá de verdad un devenir?”
—“Siempre vino, tía, y hubo generaciones nuevas. Tus hijos te lo demostrarán”
—“La vida, niña, se desliza tenue en un color. En uno solo. En dos colores se encrespa. En todos los colores juntos ¿Será igual? ¿O se apaciguará nuevamente?”
—“Pensemos en las caminatas serranas, donde a mitad del camino la ruta pareciera más empinada. Luego de pronto, se percibe el final... y llega la esperanza. Se alivian los músculos con sólo verlo aún antes de alcanzarlo”
—“Sí ...dices bien. En la mitad del camino, que es el más empinado, hay que tomar la decisión. Se regresa o se llega al final ¡Creo que él lo hizo! Y ello justifica su muerte para él mismo”— concluyó la joven viuda
—“Lo reconozco. Yo no estaré de acuerdo con sus consignas, mas reconozco que él no se amilanó a mitad del camino. Fue como la sumatoria de los colores”
—“Sería lástima olvidar un color. Abandonarlo... ¡Alcancémoslos a todos! Abarquemos toda la gama que contienen los pétalos. Ellos se extienden hasta nosotros para expresar bien el amor”
—“Subamos al dormitorio, tía, nos hace falta dormir”
—“Pues será una noche de insomnio para mí”
Ellas fueron apagando las luces de la planta baja y al subir por la escalera, que rechinaba por el clima húmedo en extremo, la madera del ventanal pareció crujir desde afuera, como llamándolas, inútilmente.
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Primera soledad. Primera sensación de abandono.
Bajo un cielo gris y dolorido, llena de pensamientos,
vi partir un ideal y comprendí sin saberlo
que era el fin de un pasaje de mi vida…
En aquel adiós prematuro de mi amado.
Segunda soledad. Segunda sensación de abandono.
Este día me he sentido deshecha de dolor...
Y compasión por nuestro corto destino.
Este día de Niebla me he despedido del amor.
De la alegría. Es el adiós definitivo de mi amado.
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