FABULAS DE LOS ESTUDIANTES
.......................................
NOVELA
..........
por Alejandra Correas Vázquez
.......................................
FÁBULA TREINTIDOS
..............................
FESTEJO EN EL DIXIE
...............................
Noviembre anegó las calles cordobesas que corrían inundadas, por las lluvias de fin de mes. La Cañada recogía ese líquido marrón limpiándolas. Los estudiantes que vivían en casa de la abuela, terminaban sus clases en aquellos días. Todo el alumnado de esta ciudad pasaba por las mismas circunstancias Las chicas cruzaban esas calles sin zapatos ni can-can, desnudando su pies. Los muchachos arremangaban sus pantalones y llevando los zapatos en la mano llegaban hasta los domicilios, luego de pisar esas calles anegadas de aguas.
Este hecho climático y habitual sucede cada fin de noviembre, que coincide con el final del año lectivo. Todos están preparados, con paraguas y pilotos. Pero ello no alcanza para cruzar las calles con calzados.
Luz y Andrea concluían su Magisterio en el Carbó, con buenas notas, como era la exigencia en este riguroso colegio. Se hizo la ceremonia de entrega de diplomas, pero los padres de Luz no pudieron viajar por las tormentas serranas. De modo que fueron representados por los padres de Andrea, emocionados de tal encargo.
Esa mañana el Colegio Carbó estaba embanderado a todo fulgor, y lleno de flores blancas, con sus nuevas maestras también de uniforme blanco. Siempre hallábase presente ese delantal escolar muy blanco, que usaban las alumnas desde Jardín de Infantes. Fue muy emotivo para Luz, y muy aliviante para Andrea, quien deseaba librarse de tal responsabilidad. Un amplio público asistente rodeaba en el patio central toda la ceremonia. Mientras eran llamadas por sus nombres surgían aplausos, y algunas veces los asistentes vitoreaban esos nombres. Así pasó con Luz. Ella dio vueltas la cabeza y reconoció a Ramiro y Diego, muy felices de acompañarla. Pero le extrañó la ausencia de Martín.
A la salida, ya todo el ceremonial concluido, mientras las alumnas se reunían con amigos y padres bajo los inmensos portales de hierro de la entrada, Diego y Ramiro dijéronles a las dos chicas:
—“Esto ha sido muy importe y debemos festejarlo. Ya avisamos a Juana que no iremos a comer, pues invitamos a estas dos nuevas maestras al Dixie, para homenajearlas”
—“¡Sí... Yo encantada!”— gritó feliz Andrea
Era lo primero que a ella le interesaba, de todo lo sucedido en aquella mañana. Luz por el contrario estaba cabizbaja, sin sus padres y sin Martín, pero intentó no demostrarlo. De este modo los cuatro jóvenes salieron caminando y cantando en dirección al Dixie, ubicado a seis cuadras de allí. Esa mañana era de lujo, había sol.
Llegaron al coqueto comedor casi sin darse cuenta, debido a la euforia de los dos invitantes que contaban anécdotas muy alegres. En la puerta de entrada del Dixie recibieron un ticket por cada uno, y dirigiéronse al mostrador de comidas para elegir su plato, entre una gran oferta de ricas comidas. Los cocineros muy conocidos de ellos, felicitaron a las chicas y pidieron ver los diplomas. El ambiente era acogedor, moderno, muy bien decorado y lleno de jóvenes. Allí no se reunían familias. Consistía en un espacio largo y angosto, que llegaba hasta el corazón de manzana.
—“Ustedes niñas no entreguen sus tickets para ser marcados, pues ésta es nuestra invitación. Sólo se marcarán los nuestros”— díjoles Diego
Solicitaron su plato y el preferido de Luz era una carne al horno, muy adobada de especies, bañada en jugo. Luego alzaron cuatro bandejas y con ellas entraron al comedor. Funcionaba como un mesón colonial, con largas mesadas donde los clientes elegían su lugar colocándose junto a los otros comensales. Hallaron un espacio libre con cuatro sillas y se instalaron en ellas.
Muy buen apetito en todos. Muy sabroso el menú elegido.
—“¿Por qué no vino Martín?”— preguntó tímidamente Luz
—“Niña, debes acostumbrarte desde ya... Martín está en la Universidad presentando su Tesis ¿Te has olvidado? El y su grupo de Tesistas tenían este turno, no se puede modificar. Si esperas ser la compañera de vida de un ingeniero debes saber que cuando se derrumba una mina o un puente, él no podrá estar a tu lado para hacerte arrumacos”— contestóle Diego con seriedad
—“Vinimos en su reemplazo, para acompañarte, a pedido suyo. Esta noche te invitará sin duda al cine para ver una de esas difíciles películas europeas que a él le gustan tanto. Si no la entiendes nada, Martín te la explicará”— expresóle irónico Ramiro
—“Justo coincidimos en este mismo día”— respondióles ella
—“Estás añorando tu altar, la flor sutil en que te envuelves. Te espanta su energía de trabajo. Pero él es así, porque lo conozco bien, ya que es mi hermano”— intervino Ramiro —“Sin embargo si te detienes a percibirlo puedes oprimir entre tus manos su mensaje”
—“Es mi mejor deseo”
—“Sí, Luz, con sus luces y sombras. Lo reconozco. A su edad él ha bebido el zumo de muchas copas. Sin embargo puedes creerme, Martín no te ha llamado para arrebatarte la tuya, sino para compartirla. Y aquí está la hermosa Luz que otorga su compañía a cambio de ver regada su flor, su imagen ensalzada de preciosa joven, como un ideal imaginado, pero que no entrega la savia. Martín es diferente y sus brazos pueden darte un calor imperioso o exigente. Pero también te darán la vida de un hombre”— concluyó
—“Estás muy inspirado hoy, Ramiro, a ver... prueba conmigo”— le dijo Andrea
—“Contigo Andrea, es aún más difícil. Quizás todavía sueñes en un amor que te ofrezca su copla de romance a los pies de un ventanal. Una reja cubierta de enredaderas te protegerá de su presencia inmediata. Se arrimará hasta el borde para depositarte un beso en la superficie de tu mano. Tu ideal de amor puro”
—“¿Es un delito el romanticismo? ¡No Ramiro!”— insistió Andrea
—“¡Pero despierta! ¿Hacia dónde dirigirá las horas de su vida cuando acabe de brindarte aquella copla?... Hacia los refugios del mundo. Hacia la labranza, donde encuentre un cuarto para reposar o una mesa servida por manos de mujer ¿Quién será ésta? ¿La bella Andrea con sus cabellos sueltos al aire? ¿La de la estampa y la imagen? ... Querida mía te aprecias poco”
—“¿Qué me quieres decir?”
—“A pesar de lo que he dicho, no es mi intensión que te espantes de ti misma. Como el pajarito que descubre el pliegue de sus alas. Es otra cosa, el amor mismo. Tu esencia humana, Andrea, unida a otra existencia”
—“¡Basta! ... ¡Basta ya! ... Chicas y Muchachos, estamos aquí en un día feliz para festejar un buen éxito final ...¡Basta!”— gritó Diego
Y a partir de allí todo el resto del tiempo fue impregnado de festejos, en aquel día final donde dos jovencitas habían concluido el Magisterio en el Carbó.
0ooooooooooooo0