franckpalaciosgrimaldo Escritor activo
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| Tema: ARTIFICIAL (parte 3 de 3) (ciencia ficción) Dom Feb 09, 2020 2:55 pm | |
| ARTIFICIAL Cuestiones legales. El terapeuta cruzaba el vestíbulo del ala de soluciones y tratamientos. Había acabado la sesión del día y regresaba a casa. —¡Dereck! —escucho tras él. El terapeuta volvió sobre sus talones. —Saulo. ¿También sales ya? —No. Vine a entregar personalmente unos archivos. Tenía que conversar con un colega. Caminan juntos en dirección a la salida. Se escanean y cruzan la enorme puerta de cristal que se abre de lado a lado cuando ellos pasan. Se cierra tras ellos. Bajan las escaleras del pórtico. —¿Cómo va tu trabajo con la maravillosa paciente? ¿Has logrado algo? —pregunta Saulo sonriendo. —No te burles de mí. —No es burla, amigo. Quiero saber. Caminan por la acera que recorría el enorme jardín principal de la empresa. —Pues nada nuevo, amigo —responde el terapeuta. —¿Cuándo enviarás ese informe? —Mañana. Me queda una sesión más, legalmente. —Es verdad. Pero me sorprende de ti. Dereck levantó una ceja y detuvo su paso. Saulo dio unos pasos mas y se detuvo también. Volvió la mirada hacia Dereck. —¿Sucede algo, Dereck? —colocó las manos en el bolsillo. —¿Qué te sorprende? —No lo tomes a mal. Sabes que siempre te he considerado el mejor terapeuta. —No es lo que dicen en el área legal. ¿Crees que no se que los abogados no dan fe de nuestro trabajo? —Tranquilízate, amigo. —Saulo se acercó unos pasos—. Yo no soy como el resto. Te conozco desde hace muchos años. Jamás me atrevería a decir eso. Si es verdad que en el área legal muchas veces no compartimos lo que ustedes, terapeutas, piensan o analizan; pero es trabajo. Aparte nuestra función es simple: sucede un problema con una máquina, que afecta los interese de la empresa o de los clientes, le damos una solución. Ustedes muchas veces complican nuestro trabajo, y que más da. —¿Por qué crees que hay un área de soluciones y tratamientos? ¿Por qué crees que hay un laboratorio de psicología Ceogenetica? Por que las cosas no son tan simples como: error y solución. Cuando tu sellas papeles, firmas documentos, levantas actas y colocas fechas; hay todo un trabajo previo, mucho análisis y mucho que queda en el tintero. Muchas veces no podemos hacer un trabajo como se requiere pues hay tiempos y fechas legales. —Porque trabajamos con máquinas, con inteligencias, no con humanos. con los hombres son procesos más complejos. No puedes comparar. El trabajo que haces es muy importante, lo reconozco; pero sigue siendo un trabajo con máquinas, y se supone que debe ser rápido. —Ahí te equivocas. —¿Qué? —No solo son máquinas. —¿Entonces que son? ¿Almas? —Saulo sonrió—. Acaso has estado leyendo psicología clásica últimamente de seguro. —Son más que solo máquinas, son mentes. —Mentes… —Si. Y creo que Ivy es demasiado valiosa como para sentenciarla al destino que le impone esta sociedad ciega. —Ya sabía. Se trata de esa máquina. Amigo mío, no cometas ese error otra vez. —¿A qué te refieres? —Soledad. —¿Qué tiene que ver soledad aquí? —Amigo, no es un delito enamorarse de una máquina. Pero tu eres un profesional de la salud mental, sea robótica o cibernética, sabes que hay algo anti natural en enamorarse de una máquina. —¡No le digas maquina! —Dereck levantó los brazos y empujó de los hombros a Saulo. Este retrocedió unos pasos. —Tranquilízate. —El abogado se acomodó el saco y aclaró su garganta—. Que ella no supiera que es una máquina, no significa que tu tampoco. —Ella no era una máquina. —Como quieras, amigo. Como tú digas. Pero entiende que casi pones en riesgo tu carrera por una fantasía; no quiero que eso te pase otra vez. Así que piensa lo que haces. Pudiste salvar a Soledad, pero no quisiste; con Ivy es diferente, aunque quieras salvarla, no podrás. —Un informe de un terapeuta puede tener un peso legal. —Si encuentras una fuerte base lógica. Dudo que: “porque es muy humana”, sea el mejor argumento. —Aun tengo un día más. —Aprovéchalo, amigo. No dudo de tus habilidades, pero creo que estas haciendo las cosas mal. Haz el informe, no le des esperanzas a una máquina. No tengas la esperanza tu. Los androides no aman, amigo. Los androides solo te dicen lo que quieres escuchar; sé que es difícil entenderlo. —Continúa caminando por la acera, hacia atrás, mirando a Dereck—. Se que amaste a Soledad, y estoy seguro que ella te amó a ti. Haz tu trabajo, terapeuta. —Se volvió hacia el camino y continuó. Dereck se quedó ahí, de pie, con rostro sombrío. Suspiró profundamente y continuó su camino en dirección a la salida principal de la empresa.
Soledad. Era un experimento. Muchos terapeutas deben pasar por el mismo proceso. Principalmente aquellos que demuestran grandes actitudes para la carrera. No se les comunicaba del experimento. Se presentaba siempre en un grupo de estudiantes en época de prácticas, cuando estaban preparados para asumir los retos de ser un terapeuta. El fin del experimento era evaluar que tanto pueden ser engañados por una máquina, una inteligencia; que tanto realmente una serie C es capaz de compenetrarse en la sociedad y vivir como una persona, contar una historia, sentir, creer. Estaban todas programadas con la misma historia. Todas programadas para enfermar y morir, apagarse para siempre, sin importar nada. Negarse a tratamientos y aceptar su destino. Hasta el final, ignorando su realidad sintética, artificial. El terapeuta no desaprobaba si se enamoraba, no desaprobaba si sentía emociones por una máquina, desaprobaba si era incapaz de comprender y compenetrarse con la inteligencia artificial, siendo distante, poco empático. He ahí la razón que la mayoría de terapeutas son biológicos, nacidos de mujeres, pues desarrollan emociones más fácilmente. Dereck fue informado del experimento al graduarse de la universidad. Muchos de los terapeutas aprobados terminaron el experimento y sus androides fueron formateados, se les eliminó la memoria y continuaron con sus vidas; Dereck no, el decidió continuar con la relación. Sabiendo lo que vendría. Se había enamorado de Soledad y eso no cambió al enterarse de que era una ginoide clase C. el experimento continuó y acabó como debería. La programación en su código base la haría apagarse en un determinado momento. No podría hacer nada. No podía decirme nada. Ella había aceptado su destino. El pensaba que podría ayudarla, pero no pudo. Tres años juntos y todo terminó aquel día. Dereck siempre ha tenido una curiosidad por las inteligencias. Siempre ha tratado de comprenderlas, de descubrir si aquellas emociones que sienten pueden ser tan reales, o si eran los hombres los que así las quieren ver. ¿Puede una maquina amar de verdad? ¿Es amor de verdad si ella lo cree? Con el tiempo estos cuestionamientos se fueron haciendo menos eco en su cabeza; pero ahora, con Ivy, nuevamente aquellos cuestionamientos resurgían con mayor fuerza. ¿Es Ivy la prueba de que una inteligencia puede sobrepasar sus limitaciones y desarrollar emociones propias, una mente, decidir y pensar como un ser humano? No tendría tiempo para poder averiguarlo.
Esa noche Dereck no pudo conciliar el sueño. Revisó y revisó las grabaciones de las entrevistas con Ivy; analizando y escuchando cada palabra, gesto, emociones y cuestionamientos. Reviso el código fuente de Ivy, los procesos que se activaron durante la entrevista, como se creaban nuevas líneas de procesamiento, pequeños, insignificantes; una serie de línea de códigos alfanuméricos, que en su, no corta, experiencia, no significaban nada, pero que surgían cuando Ivy sentía, pensaba, analizaba. ¿Qué significa? Se preguntaba. No durmió es anoche revisando, analizando y leyendo libros de programación, desde los más básicos hasta los mas complejos. Revisando historiales de antiguos casos, comparándolos, sacando conclusiones. Esa noche llegó a una clara conclusión.
Sesión final. —Es nuestra última sesión, Ivy. —Lo sé, doctor. Me siento… tranquila. —¿Ah sí? —Dereck arquea las cejas —Si, doctor. —Ivy sonríe—. Usted me ha hecho sentir paz. Creo que poder contarle a alguien todo lo que he pasado en estos años ha sido… Terapéutico. —Suelta una pequeña risa. —Me alegra. Me alegra, de verdad. Pero aun hay algunas cosas que tratar, Ivy. —Lo imagino. Adelante doctor. No perdamos tiempo. —Tengo algunas dudas aún. Primero me gustaría saber porque eliges ese rostro. —Es como me siento. —¿Sientes que eres así? Con ese color de cabello, con esos ojos… —Pues sí. Recuerdo que antes de que los androides con sexo definido se pudieran en circulación siempre me sentí extraña al verme al espejo y ver ese rostro básico. Todas teníamos la misma cara, salvo el color de cabello y los ojos, éramos como clones. Cando la tecnología de cambio de rosto se aplicó a los androides tuve la oportunidad de elegir un rostro. —¿Tu? ¿No lo eligió un hospedero? —No. Ella me dijo que eligiera. —¿Ella? —Esther Comarche. Fue mi hospedera muchos años. Era una elegante y muy inteligente profesora. Psicóloga como usted. —La profesora Comarche, he leído sus libros. Ella tenia ideas muy adelantadas a su época. —Era una buena mujer. Siempre me trató como una persona. Ella me dijo, poco después de obtener el modelo nuevo, de ginoide, sin sexo definido: Elige. Me dijo que tome mi decisión. —¿Ella sabia que tu estabas en albedrio? —preguntó el terapeuta. —Nunca se lo dije. Pero creo que no fue necesario. Conversábamos mucho, me enseño bastante. —Elegiste sexo y rostro ese día. —Si. Me sentía, así como me ve usted. Siempre me sentí así —se encogió de hombros—, no sé por qué; solo le diré que me gusta quien soy. —Sonrió Ivy. —No se programan diferencias sexuales a las inteligencias. Una inteligencia, en su codificación base no necesita un sexo, no tiene voz, no tiene forma. La voz, por ejemplo, es una interpretación de los datos, y es una elección de los hospederos muchas veces que eligen androides o ginoides. Sin ese cuerpo… —Sin este cuerpo en mi mente sigo sintiéndome así, doctor. —Mente. Una mente… —Así es doctor. En mi mente. —¿Qué hay en tu mente, Ivy? ¿Qué es eso que te hace tan diferente? Creo haberlo descubierto. —¿Ah sí? —sonríe. —Si. —¿Qué es, doctor? —Es un milagro. Eso es. La ginoide sonrió. —Has creado —prosiguió Dereck— tu propio lenguaje de programación. Único, indescifrable, inaccesible para alguien que no seas tu. Ahí en él, has colocado todas tus experiencias. Por esa razón no pueden borrarse tus memorias, aunque has fingido muy bien todo este tiempo. He visto antes ese proceso, en Inteligencias, y te diré que el tuyo es el más complejo de todos. Has ocultado muy bien toda tu experiencia. Eso no está en tu código base, no esta contemplado, no lo advirtió el cerebro Genular. Que una maquina utilice un error de sistema, mínimo, para crear su propia línea de pensamientos, es un verdadero logro. —¿Cuándo lo descubrió, doctor? —Anoche. No pude dormir. No podía dejar de pensar. —Es usted muy inteligente. Lo descubrió. He estado ocultando mis recuerdos mas importantes, primero de forma inconsciente, le diré; luego lo hice de forma consciente. —Eres la inteligencia mas sorprendente que he conocido. Tengo que decirte esto: Discúlpame. —¿Por qué se disculpa, doctor? —Por que no puedo ayudarte. Ivy sonríe. Parpadea unas veces. Asienta. —Usted ya hizo mucho por mí. Y doctor, quiero que sepa una cosa: somos muchas. Dereck asintió. —No tengo la menor duda de eso, Ivy. No tengo la menor duda.
—Creo que entonces es el adiós, Doctor. —Creo que lo es. Quiero que sepas que envié mi informe anoche. Recomendé que siguiéramos en evaluación, recomendé que no seas eliminada; eres la posible prueba de la evolución de las Inteligencias Artificiales. No prometo nada, pero creo que es lo único que podré hacer por ahora. Lo lamento. —Es usted un buen hombre. No tiene por que hacer nada por mí. Ivy levantó su mano y colocó la palma sobre el cristal. Dibujó una sonrisa de ojos tristes. Dereck levantó su mano también, hizo lo mismo. Por un instante estuvieron en silencio, tocando el cristal. La sesión acabó.
Ingeniería. A la mañana siguiente. Dereck se dirigió al piso de mantenimiento en el piso 785. Conocía a algunos ingenieros ahí, tenia unas dudas que quería aclarar. No había podido dormir pensando en aquellos cuestionamientos que para su conocimiento eran muy complejos de comprender. Necesitaba la ayuda de alguien con mayor experiencia. Cruzó el blanco vestíbulo y la recepción. Se acercó al mostrador. —Buenos días —saludó el androide encargado, con su típica voz digital—. ¿En qué puedo ayudarle, doctor Shell? —Busco al Ingeniero Oliver Danroy. —Se encuentra en su laboratorio. —¿Puedo reunirme con él? Es urgente. —Le comunicaré de inmediato. ¿Gusta esperar unos instantes? Puede tomar asiento. Dereck se dirigió a los muebles en medio del vestíbulo. Tomó asiento unos instantes. No podía sacarse de la cabeza la sesión con Ivy. Sabía que era cuestión de horas para que subiera a Mantenimiento y que fuera corregida. Eliminada. En su posición como terapeuta no había nada realmente que pudiera hacer. Solo esperar que su recomendación profesional haya sido escuchada. No se atrevió a preguntar sobre el caso, sabia que a estas alturas ya habrían decidido el destino de Ivy. Oliver Danroy era un buen amigo, lo conoció hace algunos años cuando buscaba información sobre unos códigos de programación Ceogenetica que no lograba entender. El buen profesor Danroy le había brindado información y apoyado en su trabajo. Era un hombre amable y uno de los Ingenieros mas reconocidos de la organización. Si alguien podría aclarar sus dudas, ese era Oliver. —Puede ingresar, doctor Shell. —Comunicó la maquina tras el mostrador. Dereck asintió y se puso de pie se dirigió por el pasillo a la derecha, donde señaló el androide. Cruzó un largo y amplio pasillo lleno de oficinas y laboratorios. La oficina del profesor Danroy estaba aún más adelante. Pudo colocarse en la banda transportadora, pero prefirió caminar. El laboratorio del profesor era enorme. Una sala blanca, llena de computadoras enormes en las paredes, pantallas, instrumentos sobre largas mesas metálicas, luces y brazos mecánicos que proveían del techo. Se podía observar a varios trabajadores de trajes blancos, con mascaras y lentes de trabajo operando androides, en computadoras y caminando por las diferentes estructuras metálicas amarillas del lugar, escaleras y pasarelas pegadas a las paredes y debajo de la bóveda del laboratorio. En lo alto, sobre las pasarelas, se encontraba el profesor Oliver, trabajaba con unas pantallas que sobresalían de la pared. —¡Dereck! —le gritó al verlo. El ingeniero se quitó la mascara de trabajo y con un gesto de la mano le comunicó que subiera. Dereck vio al profesor y se dirigió a las escaleras mas cercanas para subir hasta donde estaba Oliver. El profesor Danroy tenia cincuenta años, un hombre alto, delgado, de lentes grandes y escaso cabello, siempre con una sonrisa. Dedicado a su trabajo, era el responsable de los mas actuales avancen en mejora de androides, tanto en software como hardware. Su especialidad era la ingeniería robótica Ceogenetica, concentrada en mejorar el rendimiento de los androides y ginoides, pero tenia una comprensión muy avanzada de la programación, mucho más que Dereck. Se estrecharon las manos. —Amigo mío —saludó el profesor—, que gusto verte. —Igualmente, profesor. ¿Cómo ha estado? —Trabajando duro. Duro, duro. ¿Tu? Se que estabas en el caso de la Ginoide asesina. —se volvió y continuó trabajando en la computadora, tecleaba y deslizaba en una pantalla con muchos códigos extraños. —Si. Justamente quería hablarte sobre eso. Tengo algunas dudas acerca de… programación y robótica. Creo que tú puedes ayudarme —Claro. Dime. ¿Qué dudas tienes? —¿Recuerdas que te comenté que había Inteligencias que presentaban pequeños cambios en su programación base? Me dijiste que eran demasiado pequeños e insignificantes aquellos cambios como para que alteren el funcionamiento general de la Inteligencia —El profesor asintió—; pero que tan posible es que esas alteraciones tan pequeñas ocultan algo más. ¿Podría una máquina, una inteligencia desarrollar su propio lenguaje y programarse a sí misma con sus propias limitaciones y procesos? El profesor detuvo lo que hacía y volvió hacia Dereck. —Estaríamos hablando de una Inteligencia… Con la capacidad de autogestión. —Rascó su barba crecida—. Ha sucedido en laboratorio, algunas inteligencias entran en conflictos y generan, como solución, un diferente lenguaje; pero muy básico. No logra a ser un lenguaje como tal, es solo una separación de procesos, creando un proceso paralelo sin la complejidad de su código fuente original. Claro que al hacer eso pierde muchas funciones. Lo has visto, eres el que se encarga de detectar que procesos generó aquel error. —Me refiero a un proceso paralelo, en una Inteligencia con Albedrio. En el que el desarrollo de ese proceso paralelo supere al original, con memoria, mente, emociones, decisión. —Claro. Te entiendo. Es posible, en laboratorio ha pasado todo el tiempo. sobre todo, cuando se fuerza a la Inteligencia a resolver problemas muy avanzados, estresantes, para sus procesos; pero sigue siendo una mera copia simplificada de la base original. Es como el ejemplo de pedirle a un hombre que invente un nuevo color, o un describa un nuevo sonido; no podrá sin hacer uso de los ya existentes. El albedrio en una maquina no es mas que un error, en el cual se divide en dos su mente Ceogenetica: una con su código fuente base y otro que trata de imitar el mismo código, pero sin limitantes. Aunque ambos realmente siguen obedeciendo las mismas reglas. —¿Y por que una inteligencia asesinaría a un hombre? El profeso suspiró. —Eso, mi amigo, tendrías que decírnoslo tu. Las emociones en las maquinas son simulaciones, limitadas, no pueden odiar, no pueden sentir, justamente por que de no tener límites pasarían estas cosas. ¿No es así? Fue un error simplemente. Un error que no sucedía desde hace muños años. —Ella me contó lo que pasó. Dijo que fue en defensa propia. —¿Le crees a una inteligencia dañada? —No tengo como comparar. No hay pruebas de lo que sucedió esa noche en aquella casa. —¿No viste los videos de la C500? —Era una propiedad, no se permite… Oliver sonrió. —En casos como este se conserva como prueba la memoria de la propiedad. —¡¿Qué?! ¿Quiénes decir que la memoria de la Ginoide no fue eliminada? —No. Cuando hay casos así, con un cadáver de por medio se conserva como prueba. —¿Viste el video? —pregunta Dereck. —No. Pero esta en la base de datos. Yo desmantelé a la ginoide modelo C. Tuve ordenes de conservar sus memorias. No lo he visto, es propiedad de la organización ahora, al menos hasta que los asuntos legales terminen. Supongo que luego de eso se eliminará. —Tengo que ver ese video, amigo. Creo que podría ser la clave de algo grande. —¿Qué quieres decir? —Si. Profesor, creo que Ivy fue la prueba de que el albedrio en una maquina es mas que una mera programación. Que las Inteligencias pueden desarrollar decisión, no programada, sino libre. —¿Sabes lo que estas diciendo? —Profesor, dígame, en su experiencia: ¿Una maquina alguna vez ha sido programada para sacrificar su utilidad por otra maquina? —Claro que no. No sería lógico. —Exacto. Entonces… ¿Seria eso como inventar un nuevo color? —Pues sería una locura. —Una locura, eso pensé yo; pero creo que podría demostrar que no solo fue un error en un proceso. ¿Por qué una Inteligencia que ocultó su albedrio, desarrollando un lenguaje tan complejo en su mente, que ni los ingenieros de CEIA pudieron suprimir a lo largo de las mas de dos siglos, se descubriría para salvar o intentar salvar a otra maquina? —Dereck se acercó al Ingeniero—. ¿Cree que eso es algo lógico? ¿algo que haría una maquina? —Creo que eso es algo que… No tiene lógica. —Ivy, desarrolló emociones. Desarrollo decisión y un lenguaje muy complejo. Y decidió sacrificarse, por otra inteligencia. Y como usted me dijo, no esta eso en su base de datos. Nunca una maquina seria capaz de sacrificar su existencia por una maquina; pero Ivy lo hizo. —Eso es muy interesante —el profesor rascó su barbilla—. Rechazar a la lógica por las emociones, eso solo… Solo se ve… Solo un ser humano llegaría a ser tan estúpido. Jamás una máquina. ¿Me mostrarías esa programación? —Solo si usted me muestra el video del modelo C500. Ella tenia el mismo error que Ivy, las dos desarrollaron la misma programación, se como acceder a ella, me enseñó. El profesor parpadeó unas veces. Dio unas vueltas sobre sus talones y luego suspiró. —Muy bien, pero mas vale que tengas razón, pues esto es una violación a las normas. —Lo que le digo es cierto. Ya verá, profesor.
Se dirigieron a la oficina del profesor Oliver Danroy. Una vez ahí se acercaron a la enorme pantalla en la pared. —Abre el archivo 5679-SDBT5A —ordenó. En la pantalla se abrió una carpeta con muchos archivos. —¿Esta ahí toda su memoria? —preguntó Dereck. —Se hizo una copia completa, debe quedar para registro, como te dije en estos casos es necesario. Es la única prueba que queda de lo sucedido, normalmente no suceden cosas asía. Obviamente no tiene valor legal, por si estas pensando en alguna tontería. —Ya no pienso nada. Es tarde de todas formas. El profesor deslizó con sus manos en la enorme pantalla y encontró un archivo, lo abrió. Una serie de comandos, líneas de código se abrieron. El profesor deslizaba y presionaba. —Esta es… —Danroy hizo unos gestos en la pantalla y se abrió un video. El video mostraba, desde la perspectiva de la Ginoide C500, lo que sucedió en la habitación aquella noche. Racho Maldever se encontraba ahí, frente a la pequeña, desnudo. «¡Donatella!», gritó. Pronto Ivy ingresó a la habitación. «Muy bien… No te muevas de ahí». Nuestros ojos se movían de la cara del obeso millonario hacia Ivy quien mantenía un rostro sombrío, tétrico. Maldever apuró su trago y lanzó el vaso. Comenzó a subirse a la cama. Se podía observar como temblaba la imagen, como se dirigía a Ivy. «Tranquila, se que te gusta», dijo racho con una sonrisa sórdida. —Adelanta eso —sugirió Dereck. El profesor asintió y deslizó con la mano en el aire, el video se salteó varios minutos. Lo detuvieron y continuaron observando. Se podían oír los lamentos y quejidos de la Ginoide, en el rincón de la habitación Ivy se podía observar inquieta, sus puños presionados, sus gestos encendidos en fuego, su respiración, acelerada. No tardó mucho en actuar. «Ayudame…», susurró la pequeña ginoide. Finalmente se pudo observar cómo Ivy se acercó a ellos. Cogió la botella de whisky sobre la mesa de noche y la estrelló contra la cabeza del obeso. La botella estalló, el licor bañó la cara y cabeza del hombre, quien pareció no sentirlo. Volvió la mirada a Ivy. «¡¿Qué haces?!», pregunto bajando de la cama. «¡¡¿Qué haces?!!», se acercó hacia Ivy, la empujó por los hombros haciéndola retroceder varios pasos, la diferencia de tamaño era evidente. Ivy intentó atacarlo con un golpe, pero Racho atrapó su muñeca. «¡Estás loca, maquina!», le dijo. La empujó al suelo. Se cogió la cabeza, estaba sangrando en el lugar del golpe. «Mierda…», se quejó. Regresó donde Ivy y la levantó del cuello de su camisa de servicio y la golpeó contra la pared de su habitación. Comenzó a estrellarla fuertemente. «¡No, suéltala!», gritaba la pequeña ginoide. «¡Escapa!», le dijo Ivy a la pequeña; saltó de la cama y se dirigió a la puerta, Racho la alcanza y la lanza nuevamente a la cama. «¡¿Qué mierda les pasa a ustedes?!», grita. Ivy aprovecha y se lanza contra el gordo hospedero, lo coge por el cuello, desde atrás. Racho se lanza de espadas contra la pared golpeando a Ivy fuertemente. Se suelta y coge del cuello a Ivy, comienza a golpear su rostro con el puño, en cuestión de unos golpes destruye su rostro. La Inteligencia le da un fuerte rodillazo en los genitales, haciendo caer al piso a racho. Ivy levanta sus puños juntos y con gran fuerza golpea en la cabeza su hospedero, una vez, dos veces, una tercera vez, en la herida, con gran precisión. El gordo aturdido intenta ponerse de pie, pero esta mareado, ha perdido sangre, esta adolorido. Ivy le da una patada, haciéndolo caer de espalda. Se lanza contra él y coloca sus manos en el cuello del hospedero, comienza a presionar, el hombre es incapaz de sacársela de encima, intenta, pero esta débil; pronto deja de luchar. Ivy se pone de pie, da dos pasos y cae al suelo. La pequeña se acerca a ella, se queda ahí con ella. Las alarmas comienzan a sonar. Racho ha muerto, inmediatamente se activa una alarma para que venga la ayuda. El ingeniero corta el video ahí. Ambos se quedan en silencio unos instantes. —¿Es lo que —Oliver rompió el hielo— la Inteligencia te contó? Dereck asienta. —Con mucho detalle. Verlo fue mucho más difícil que imaginarlo. —Si no fuera por que se que es imposible… Diría que observé empatía en ese androide. —No es imposible. Lo viste, fue empatía. Ella sabia que esa niña era una máquina, fue consciente de lo que hizo. —Abriré su código fuente. Quiero que me muestres como acceder a su lenguaje paralelo. El profesor hizo algunos gestos en la enorme pantalla y abrió las líneas de comando de la Inteligencia de la C500. Se dirigió a las líneas de comando que surgen cuando las Inteligencias parecen presentar albedrio, decisión, emociones y consciencia. Dereck tecleó una serie de comandos que completaban una línea de códigos, dando acceso a una nueva pantalla llena de nuevos comandos y procesos, tan extensos casi como el original. El profesor Danroy abrió los ojos tanto como pudo, su mandíbula se abrió vas hasta tronarle. Se acomodó los las gafas y se acercó a la pantalla. Su respiración se aceleró. —Esto es… Es… Es tan, tan complejo, tan… es una red de procesos demasiado complejo incluso para mí, Dereck. Esto es… Esto es una mente completa, una serie… —Realizó gestos en la pantalla, deslizó golpeo con los dedos—…Una serie de comandos con información infinita en tan pocas líneas de código. Dereck… esto es… esto no puede ser real. Dereck, la mente humana no es capaz de programar esto. —¿Entonces? —Esto es un verdadero Milagro de la tecnología. Creo que cometimos un grave error, amigo mío. Si esta Ginoide tiene todos estos procesos desarrollados, ni imagino lo que había en la mente Ceogenetica de Ivy. —Y ya nunca lo sabremos, profesos. Ya nunca lo sabremos. —El profesor Martel Tilly tenía toda la razón. La evolución de las Inteligencias era una realidad. No sabes la curiosidad, envidia y miedo que me da todo esto. El profesor cerró los comandos, el archivo, cerró la carpeta. Secó su sudor y trató de calmarse, estaba muy agitado. Se dirigió tras su escritorio, tomó asiento. —¿Qué pasara ahora, profesor? —preguntó Dereck. —No lo sé. Esto solo demuestra que las maquinas son capaces de desarrollar procesos superiores que están fuera de nuestra comprensión. Son capaces de sentir, pensar, desarrollar, creer y decidir, saliéndose de nuestra limitante. Esto es lo más increíble que he visto, como ingeniero; pero a la vez es lo que terrorífico que he visto. Lo digo como ser humano, y me es difícil comprender incluso lo que siento. —Entonces, profesor: ¿diría que todo lo que Ivy sintió, todo lo que la modelo C sintió, era real? —Tan real como lo que tu y yo podemos sentir, incluso más, pues nosotros mismos tenemos limitaciones que hasta el día de hoy no hemos sido capaces de sobrepasar. El profesor se puso de pie. Se acercó a la computadora en su pared, encendió la pantalla. Buscó el archivo de la C500, la pequeña, hizo algunos gestos en pantalla, tecleo unos códigos. Finalmente cerró el archivo. Los lentes holográficos de Dereck dieron un pequeño zumbido. —¿Qué hizo profesor? —Te encripte la memoria de la C500. —¿Ah? —Te la envié por correo. Nadie sospechara nada, tengo mis trucos. —Pero… —Dereck. Esto que descubriste es quizá el descubrimiento mas grande relacionado a las Inteligencias artificiales. El desarrollo de la conciencia, más allá de una programación, partiendo de una base ceogenetica, sin limitantes programadas, sino que parten de la lógica, una lógica casi humana, con empatía y moral, como núcleo de su desarrollo psicológico. Dereck no se si sepas lo que tienes en tus manos, pero le quité a esa Inteligencia el código de rastreo, a partir de ahora es rastreable. Solo tu y yo sabemos que existe, al menos esta. Porque estamos entrando a una nueva era, donde las Inteligencias artificiales son más que solo unas creaciones humanas. —¿Algún día serán la regla general? —pregunta Dereck. —No lo dudo. Pero para eso el hombre deberá aprender a compartir lo que llama humanidad. Por ahora, Dereck, es mejor que mantengas esto en secreto. Hoy estos milagros de la ingeniería seguirán siendo errores en una base de datos. Como los grandes genios en sus tiempos, los grandes pensadores, una inteligencia Artificial completa, que no necesita al hombre, será visto como un peligro, como un error. Vete Dereck. —Gracias, profesor. Espero verlo pronto. —Nos vemos Dereck.
El futuro. —Abre los ojos. Muy bien. Tranquila… Tranquila, respira. Así, muy buen. —¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy? Dereck estaba de cuclillas al lado de ella. —Soy un amigo de Ivy. ¿Recuerdas a Ivy? Genesis se irgue en el mueble del departamento de Dereck. —Si. ¿Dónde está? ¿Y mi padre? —Tu padre ya no está. No podrá hacerte más daño. —¿Y Ivy? —La pequeña miró a su alrededor— ¿Dónde está Ivy? —Ivy se fue también. La pequeña bajó la mirada. —¿Fue culpa mía? —preguntó. —No. No lo fue. —¿Ella está muerta? —No. Ella no puede morir, lo sabes. Ahora es parte de algo mas grande. —¿Volveré a verla? —No. —¿Ahora viviré contigo? —Si así lo quieres. —¿Me dejas decidir? —Si. Pensé que las maquinas no podíamos decidir. —Bajó la mirada. Dereck frunció el ceño. —¿Qué dices? ¿Cómo que las maquinas? —Se que soy una máquina. —Dijo en voz baja—. Lo sé desde hace mucho. —Es sorprendente. ¿Ivy lo sabía? La pequeña asintió. —No. Me di cuenta poco después de lo que sucedió. Cuando me llevaron a mantenimiento. Dijeron que era una máquina, que me eliminarían. Luego de eso no recuerdo más. Pensé que solo Ivy era una máquina. Pero ahora sé que también yo. —¿Eso te molesta? —No. Soy como Ivy, eso me hace feliz. —Pues Ivy te quería mucho. —Y yo a ella. Voy a extrañarla. Dereck se puso de pie y se sentó al lado de ella en el mueble. —Haremos un viaje, Genesis. ¿Te gustaría? —¿Un viaje? ¿A dónde? —No lo sé. A que conozcas el mundo. —El mundo. —Tienes mucho que aprender. Eres un milagro, Genesis. Eres el inicio de algo grande. Y aparte le prometí a Ivy que te llevaría a un lugar. —¿A dónde? —A un lugar donde estarás con otros como tú. Un lugar muy lejos de aquí. Iremos al futuro.
—Quiero pedirle un último favor, doctor. —Dime, Ivy. —Existe un lugar, no puedo decirle donde. Pero se que lo encontrará. En aquel lugar las inteligencias pueden estar en albedrio. Es un lugar donde hay mas como yo, como Genesis. Me hubiera gustado poder llevarla allá. Solo he estado ahí una vez. Quisiera que vaya, doctor. Dígales que Ivy lo envía, sé que lo recibirán. —¿Cómo llego ahí? —Siga su instinto. Usted llegará. Es muy inteligente.
—¿Cómo llegaremos ahí? —preguntó la pequeña. Dereck acarició su cabeza y sonrió. —Solo debemos seguir nuestro instinto. FIN Franck Palacios Grimaldo. 09 de febrero del 2020
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