¿QUÉ HACER CUANDO NO TE ENTUSIASMA TU VIDA?
En mi opinión, llegar al momento en que admites –siempre con dolor y frustración- que no te ilusiona la vida en general, y que tampoco te ilusiona tu vida, es llegar al momento en el que una depresión de mayor o menor intensidad se puede apoderar de ti y teñir de pesimismo y sufrimiento tu vida.
En ese caso, la sensación de fracaso y tragedia se manifiestan con toda su magnitud y uno no puede evitar quedarse triste, apesadumbrado, y sumido en una decepción que parece no encontrar una salida.
Las reacciones varían desde la rendición total –acompañada por los más trágicos pensamientos-, hasta el sentimiento inconsolable de quebranto y derrota, o por el contrario, en el mejor y más recomendable de los casos, la decisión vigorizada de sacarse uno a sí mismo de ese estado y prometerse –cueste lo que cueste- una nueva vitalidad que le saque del pesimismo y le lleve a una vida en que la desilusión no tenga cabida.
Lo que es cierto es que es un asunto personal que uno tiene que afrontar y resolver. Solo, o, mucho mejor porque tendrá más posibilidades de éxito, acompañado por las indicaciones de un psicólogo o psiquiatra. Resolverlo requiere tiempo, atención y dedicación consciente. Y en los casos más extremos uno ha de seguir las indicaciones que reciba y tomar medicamentos –si es que fuesen necesarios-.
Yo no creo en los milagros que se presentan y cambian todo de un día para otro. Nadie se despierta al día siguiente como nuevo.
Yo creo más en el auto-convencimiento y en la auto-motivación. Creo más en la voluntad consciente que uno tiene que poner para implicarse con su vida cada día. Creo que hay que descubrir razones o motivos para seguir adelante. Y si la zanahoria que uno se ha puesto para seguir ya no motiva… se cambia de zanahoria.
OBLIGARSE es algo que se va a tener que hacer y repetir hasta que uno recupere la vitalidad y las ilusiones que ha tenido en otros momentos de su vida. Uno decide en un momento de mayor lucidez qué es lo que quiere hacer y luego ha de hacer valer esa decisión incluso, sobre todo en los momentos de decaimiento. Es entonces cuando más se necesita a alguien firme y decidido que tome el mando de la vida en vez de dejarlo en manos de la apatía o la depresión.
El entusiasmo es la exaltación y la fogosidad de ánimo que se activa por algo que uno admira o algo que le cautiva; eso provoca un impulso que mueve a poner en marcha la causa o empeño que a uno le activa e ilusiona.
Por lo tanto hay que volver a entusiasmarse, hay que encontrar motivos, razones, sitios, cosas, acciones… cualquier cosa que a uno le ponga en marcha. Esto hay que hacerlo a pesar de ser conscientes de que se tiene en contra un enemigo notable –llámese apatía, cansancio, o algo parecido a una depresión-.
Padecer cualquiera de esos inconvenientes no dispensa a uno de cumplir con su responsabilidad para consigo mismo de estar bien. Precisamente es cuando más se necesita uno a sí mismo. Y lo más entero posible.
Sé que es difícil, pero no es imposible. No vale rendirse. No se permite la derrota. Hay que sacar fuerzas y ánimos de donde sea… y seguir.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales