Una vez se conoció a Petra, una madre bendecida por la Diosa Candelífera porque tuvo diez hijos, nueve hembras y un varón. Pero le faltaron las bendiciones de Pluto, por eso coqueteando con la miseria sacó fuerzas para dar tamaño e instrucción a su prole. A veces sentía el aleteo de su corazón tan fuerte que rápido buscaba la forma de parar el ritmo. De pie en la puerta miraba el paisaje y decía:
_¡Mi corazón vuela con alas de espumas, va rompiendo los árboles y todo a su paso!
A su regreso entrará en mi pecho como una roca, el material suficiente para levantar esta casa y ya no habrá más música en mi pecho.
Era curioso ver a las niñas tejiendo esparto, bambú, cáñamo, yute…para fabricar cualquier objeto que pudiera ser vendido y así vivir.
Y fue cierto que tanto material no se perdió en la atmósfera de la imaginación y del empeño; sino que se vendía todo el tejido en la orilla del camino. El caminante detenía su marcha y luego de celebrar aquel trabajo hecho con raíces del corazón, sacaba de su bolsillo la moneda para comprar un bolso, una manta o un peluche. Y muy campante se retiraba llevando sobre sus hombros la manta de fibras de yute, no sin antes levantar el brazo para despedirse de forma simpática:
_¡Hasta la vista amigos!...¡Dios permita más obreros en este taller para que abunde el dinero y crezca la fama!
Todas las noches después de la cena, Petra conversaba en voz baja con su hijo varón. Las tejedoras se enteraban del asunto cuando el muchacho respondía a su madre con voz de trueno:
_¡No voy a tejer esas fibras asquerosas!...¡Pronto voy a liberar de mis pulmones una química orgánica blanquecina…todos quedarán abismados cuando vean salir de mi boca la baba más compacta…para el hilo de seda más preciado…entonces seré el rey de los arácnidos!
Candelífera: En la mitología romana, Diosa del parto.
Pluto: mitología romana, Dios de la riqueza y agricultura abundante.