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| EL TESORO | |
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Alejandra Correas Vázquez Escritor activo
Cantidad de envíos : 718 Fecha de inscripción : 07/10/2015
| Tema: EL TESORO Miér Nov 02, 2016 10:56 am | |
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EL TESORO .............. por Alejandra Correas Vázquez Existen hechos inolvidables que se graban dentro nuestro y nos acompañan toda la vida, porque han iluminado el ensueño. Tal fue para mí el entierro de nuestro tesoro. La creciente fantasía aprisionada en nuestros espíritus, de niños fantasiosos, aumentó su caudal y forjó ingenios.
Un verano completo bajo el inclemente calor de enero, a la sombra de algarrobales, fundimos el oro y la plata dándole la forma de doblones áureos y argénteos. A fin de ocultar nuestra riqueza de la vista de todos, decidimos enterrarlo. Dibujamos el plano en pergamino y su escondiste en un lugar sólo conocido por nosotros,. Estábamos es claro de veraneo familiar en la sierra cordobesa.
Nuestros doblones consistieron en círculos de cuero del tamaño de una yema de dedo (aunque para nosotros brillaban como el oro y la plata) los cuales cortamos con la tijera de nuestra madre, robada a escondidas. Y el arcón donde los guardamos fue una obra artesanal hecha en madera blanda. Un cofre pequeño, la más preciosa de cuantas nacieron de manos infantiles.
El plano mágico (que produjo delirio en mis sueños, y que aún me fascina por su prodigio) era un dibujo de nuestra casa vista desde la altura de un chimango a vuelo rasante. Su escenografía inigualable colocaba esta casa en el centro, rodeada por la galería donde jugábamos, con la cocina, la despensa, y la cochera.
La larga avenida de algarrobos y la ubicación de todos los talas que nos rodeaban, contados uno a uno. En proximidad hallábase el arroyo festoneado de sauces lacrimosos. Una cruz indicaba al pie del penúltimo algarrobo, aquel imborrable escondite.
Con él soñé. Con él me acuné en días de ensueño. Era su dimensión la de un gigante y ni el gran arcón de la abuela, proveniente de la primera época colonial, alcanzó grandeza semejante. Nada había en riqueza, superior al pequeño cofre con nuestro tesoro.
Yo misma a tu lado recorté las monedas de cuero. Presencié la manufactura del cofrecito tallado en madera. Vi dibujar el plano y me fascinó ante todo, en el momento que quemaste sus bordes para otorgarle un sentido de antigüedad. Finalizado este acto quedé como estática ante la magia final, y sus bordes chamuscados me dieron la sugestión de los siglos.
Los círculos opacos de cuero tuvieron y siguen teniendo para mí, destellos dorados. Los tuve entre mis dedos y su tamaño escasísimo, su reducido peso, cargaban mi mano con la pesadez del metal precioso.
Yo nunca les vi su color de tierra, su borde irregular, porque eran de oro y plata. Lo siguen siendo aún hoy, en mi imaginación, sin haber perdido nada de su destello. Con mis propios ojos veía como brillaban en sus luces áureas y argénteas. Y en este día que los retrotraigo del pasado, percibo como muchas veces lo he hecho, mi doble conciencia de aquel momento. Cuando admiraba el cuero y el oro al mismo tiempo. Veía y pensaba por separado, porque para nosotros —los dos niños— fue la riqueza más fabulosa que tuvimos entre nuestras manos: ¡Un cofre del tesoro!.
Ni los adornos peruanos de plata con incrustaciones de oro de nuestra sala dentro de la casa, como lujo familiar, brillaron con igual lujuria.
La ceremonia de su entierro, durante una siesta de sigilo, duró muchísimo. Nuestro tesoro no podía ser violado por nadie, y por ello esperamos que todos siestiaran, para esconderlo. Ninguna amenaza sobre iguanas que corren a los niños, cuando salen a la hora de la siesta, podía detenernos.
Pero era un secreto absoluto. Algo escapó sin embargo de aquel engranaje en secreto, único entre los dos. Porque más adelante, a la hora de la cena, de la cual los niños (habitualmente excluidos) participábamos en algunas noches muy cálidas, sucedió lo imprevisto. Nuestra prima mayor intervino y ella era muy indiscreta. Advertimos que el secreto habíase filtrado, por intermedio de una sirvienta nueva, que algo sospechaba y no participaba de él.
Y me sonsacaron toda la noche en la cena, sobre la existencia de un plano del tesoro. Como yo aún no había advertido, dada mi edad, la hilaridad que nosotros despertábamos en los adultos. Y como mi conciencia sobre el silencio, sobre el secreto, no era absoluta dado que nunca ocultaba nada. Pues yo no sabía mentir, sintiéndome presionada entre el Sí y el No, respondí ante la insistencia de ellos que estaban divertidísimos:
—…”sí”… casi en susurro y abatatada
Aquello bastaría para una ruptura contigo. Consiente como tú estabas de que éramos una especie de bufones de un reino familiar. Al día siguiente no querías jugar conmigo, aunque jamás ninguno de los adultos llegaron a ver el plano y nunca nadie de ellos supo en qué consistía el tesoro, ni de qué estaba compuesto.
En mi recuerdo de hoy, la tragicomedia de aquel tesoro tal como lo veo, la burla en los ojos de los otros. La coronación de todo el cuadro que necesitaba, ante la solemnidad nuestra, su cuota de desenlace cómico. Tuvo algo de doloroso, pues nosotros lo sentimos como una maldad.
Unos años después, en los días que regresamos ya adolescente, paseamos bajo el techo de los algarrobos en un enero semejante al primero. Habían pasado varios años de nuestra aventura infantil, y nuestro crecimiento físico nos convertía ya en un proyecto de juventud.
Nos detuvimos junto al penúltimo árbol y con una navaja cavamos el suelo ... y …
¡Apareció el cofre del Tesoro!
La madera se deshacía al levantarlo, pero de su interior cayeron los doblones de cuero que estaban casi intactos. No se había esfumado el tesoro casi por completo, y quedaría sublimado en adelante en nuestro recuerdo.
Sus destellos dorados y plateados pertenecían a una presencia inmortal, y mi recuerdo ha sido siempre de fosforescencias en oro y plata. Fue aquel un tesoro auténtico y guardaba sus secretos ignotos, sobre una procedencia de siglos, que sólo podía entroncarse en el escenario de una tierra de misterio creada por los niños.
.........oooooo.........
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| | | Jaime Olate Escritor activo
Cantidad de envíos : 2341 Fecha de nacimiento : 17/01/1941 Edad : 83 Localización : Santiago de Chile Fecha de inscripción : 01/08/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: -Escritor con textos DESTACADOS Mención: Lobo ,El Detective. Texto EXCEPCIONAL Premios: 1ºLugar Concurso "Ecología" parte Textos, Octubre de 2010
| Tema: Re: EL TESORO Vie Nov 04, 2016 3:21 pm | |
| Sí, es un tesoro escondido en el secreto recuerdo de la mente infantil. Es posible que existan otros cofres que no recordamos, hasta que un día una melodía, un grito o una escena, desentierra aquel tesoro escondido. Excelente historia, un agrado leerte. | |
| | | Alejandra Correas Vázquez Escritor activo
Cantidad de envíos : 718 Fecha de inscripción : 07/10/2015
| Tema: Re: EL TESORO Sáb Nov 05, 2016 6:52 pm | |
| muy lindo tu comentario Jaime, los tesoros infantiles o privados, quedan impresos en nuestro interior. alejandra | |
| | | Nilda Sena Escritor activo
Cantidad de envíos : 6192 Fecha de nacimiento : 02/05/1961 Edad : 63 Localización : Corrientes Fecha de inscripción : 26/04/2014
RECONOCIMIENTOS Mención: - a la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Grandes Aportes a Letras y Algo Más Premios:
| Tema: Re: EL TESORO Sáb Ene 21, 2017 2:20 am | |
| Realmente muy agradable el texto. Se lee con interés, con gusto. Disfruto de las escenas que rodean al hecho en sí mismo porque me traen recuerdos de mi propia infancia y juventud. No porque haya guardado algún tesoro sino por la inocencia, por la relación de los adultos con los niños de entonces y por los lugares físicos que guardan recuerdos valiosos que nos emocionan. Hoy los vínculos son diferentes, la vida tiene otros ritmos (al menos en muchos lugares y grupos de familias). Nilda
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| Tema: Re: EL TESORO | |
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