El misterio de la esquina

En el anochecer de un viernes de agosto una pareja caminaba por calle Rosario casi esquina córdoba en San Luis del Palmar, se dirigían hacia el centro del pueblo donde se estaba desarrollando un festival como parte de las fiestas patronales. Algo habitual en el mes de agosto donde San Luis Rey de Francia patrono del pueblo es homenajeado con motivo de su aniversario de fallecimiento.
Esta pareja, como tantos otros visitantes de distintas provincias, supo de este pueblo por su reconocimiento como “pueblo peregrino” ya que el 13 de julio de cada año miles de personas inician la peregrinación hacia Itatí. Es justamente ahí donde la imagen de San Luisito es conocida por visitantes del país y del extranjero. Esto los lleva a visitar el pueblo de este santo: San Luis del Palmar.
Como la zona donde transitaban estas dos personas era un poco oscura y en esa esquina hay hacia la derecha de los caminantes una espesa arboleda y monte también, les pareció escuchar algunos ruidos extraños. No dieron importancia porque creyeron que se trataba del viento en las ramas.
Sin embargo cuando volvieron a escuchar movimientos, también escucharon la voz desesperada de una mujer que pedía ayuda. Asustados, miraron pero no veían luz ni vivienda alguna. Por un momento no se pudieron mover.
La mujer, llamada Susana, le dijo a su marido ¿qué hacemos? ¿Pedimos ayuda? Mientras apuraban el paso. Su esposo, Simón, inquieto, buscaba con la mirada algo que pudiera dar indicios de qué estaba pasando. No veía nada, dijo que no podían quedarse, debían salir cuanto antes de la zona. “no podemos llamar a nadie”, dijo. ¿Qué le vamos a decir? Ya no se escucha nada y tampoco se ve nada. En ese mismo momento un nuevo pedido de socorro atravesó el aire.
Caminaron a gran velocidad, casi corriendo. La noche oscura y las casas alejadas le dieron n marco temerario a la situación.
Llegaron a la plaza, distante casi a diez cuadras y recuperaron recién el aliento ante la Iglesia colmada de personas.
Al día siguiente, conversando con algunos miembros de la familia donde estaban hospedados, reconocieron avergonzados no haber hecho nada ante un posible caso de violencia, se justificaron diciendo que no supieron que hacer, que no se veía nada, y que sintieron miedo porque la mujer que gritaba estaba realmente aterrada. Cuando les preguntaron de qué hablaban, le relataron el suceso. Los dueños de casa se miraron sonriendo.
No se preocupen, dijeron. En esta época del año esa esquina revive un hecho trágico. Hace muchos años vivía en esa tapera de hoy, un matrimonio mayor. Nadie supo cómo o por qué Martín, el dueño de casa enloqueció una noche y lleno de ira asesinó a su mujer, quien gritaba desesperada pidiendo socorro. Antes la zona era mucho más despoblada pero aun así algunos escucharon los gritos y lo ignoraron. Nadie acudió y ella murió desangrada. Nunca lo pudieron encontrar a él. A veces, en noches de luna llena en agosto se vuelven a escuchar sus súplicas. Incluso algunos han logrado distinguir en las sombras de los árboles la figura de Martín con un puñal brillante en la mano reviviendo el dramático momento del asesinato. Es creencia popular que el vuelve cada año en agosto a buscar a su mujer. Por eso no es común que en las noches de agosto las personas transiten por esa zona.
Con razón, dijo Susana, que no había nadie anoche. La verdad es que parecía tan real el pedido de socorro, la voz de esa mujer era de desesperación real. Tuvimos un gran susto.

Esos misterios que van mutando las formas según la gente les agrega algo de su imaginación sin embargo, nadie puede asegurar que los hechos no fueron reales. Abrazo Nilda