ANÉCDOTAS DE MI INFANCIA

Tuve una infancia muy bella, recuerdo cuando nos enfermábamos, mi padre, nos aislaba para no contaminar a los otros hermanitos. Nos llevaba hermosos juguetes. Una vez me regaló una her vajilla china,! Cómo me gustan todavía!. Llegaron unos amigos de Caracas y yo salí muy oronda a enseñarla. Cuando iba en la mitad del pasillo, zuas! Se me salió por debajo de la caja, se rompió mas de la mitad Cómo lloré!.


También recuerdo a mi hermano Johnny - recién fallecido- era muy inteligente y creativo. Le tenía mucho miedo a la sangre. Vivíamos en una casa colonial espectacular, con patio grande. En el mismo estaba un lavadero. Cerca de él, un palo de guayabo, debajo de éste un charco de agua. Mi hermano se subió al guayabo y se resbaló, cayó en el charco y cuando se tocó la cabeza empezó a correr como un loquito por todo el patio y gritaba: sangre! Sangre! Me salió sangre! Y nosotros muertos de la risa porque era barro.


Después nos mudamos para otra casa colonial muy grande también en el centro de Calabozo, allí mi padre tenía uno de los mejores negocios de aquel tiempo. En un cuarto de atrás quedaba el depósito donde habían víveres variados, verduras, hortalizas, otros. Mi hermano Jaime - el que me sigue- llegó y quería reventarle un coco en la cabeza para constatar si era duro y le hizo una herida. Siempre le perseguían la roturas.

Una vez, estudiando en Valera Estado Trujillo los llevaron al cementerio para el entierro de una maestra y se cayó encima de una cruz, se partió la cabeza, llamaron a mi mamá porque se lo llevaron para el hospital para agarrarle puntos.


Otra vez, en Maracay Estado Aragua, mandaron a llamar a mamá porque lo tenían en la cruz roja con una colitis. A él no le gustaban las caraotas porque y que se ponía negro y por casualidad fué el mas oscuro de la casa. Cuando llegamos a la escuela, lo tenían en una camilla, al ver a mi madre le dijo: No ve, por su culpa! Porque esta mañana me dió caraotas fritas! , jajaja! Qué pena, Dios mio!.



Trina Leé de Hidalgo
Derechos reservados

Anecdotas que hablan de la riqueza de algunos recuerdos para quien los atesora/ escribe.

Si, es verdad, los recuerdos alimentan el espíritu, nos muestran los caminos recorridos para entender cómo llegamos donde estamos.
Lindos recuerdos Trina y Jaime.
Nilda

JAIME,encantada con tu anécdota, imagino la cara de dolor que tenías. Así pasa a veces, por hacer una gracia, hacemos una morisqueta. jajaja. Un placer contar contigo.

NILDA, he leido varios de tus aportes, veo que te encanta la literatura infantil. Gracias por tu visita y por dejar tus gratas huellas. Recibe un fraternal abrazo.