Caminando

Es una siesta silenciosa, cálida. Voy caminando y descubro que la vereda es muy angosta, las paredes de las casas casi me tocan, del otro lado de la calle en cambio, las veredas son más anchas. Incluso hay árboles en esas veredas. Por qué será? Tal vez una cuestión de arquitectura municipal, o por el viento, el sol…. No sé.
Veo cerca una casa muy azul, demasiado azul. Los dueños seguramente quisieron sobresalir, ser vistos, ¿o será que no se dieron cuenta que el color era excesivamente fuerte?. En fin, ya no importa, pasé la casa. Sigo caminando.
En una esquina, un kiosco, compraré algo, un alfajor o caramelos. Pero, no puedo, está cerrado.
¿Cuánto caminé? La siesta siempre fue silenciosa.
Sigo, se acerca una madre con dos niños, lleva en brazos a uno y el otro llorando a su lado. Ella está nerviosa, molesta por el llanto del niño que no quiere seguir caminando, entonces lo toma de la mano y lo obliga a seguir, llora aún más. Quiero saber por qué llora, voy a preguntar. Ya no, nos cruzamos, no pregunté, no respondió mi saludo. Debe ser porque va enojada, supongo.
¿Por qué la gente no saluda?
Sigo caminando. Me detengo. Siento curiosidad, ahora tengo una duda: ¿dónde voy? No recuerdo dónde voy. Pienso, trato de recordar, pero no puedo. Sigo caminando. Seguramente cuando llegue sabré que es ahí donde voy.
Ya estoy cansada. ¿No era siesta? No, empieza a atardecer, los colores cambian, las sombras se proyectan lentamente sobre las casas, sobre las calles. Sigo caminando ¿faltará mucho? Si hubiera traído un calzado más cómodo no estaría tan cansada.
Lo que no sé es si alguien me espera, ¿y si llego y no está nadie? Sería complicado volver sin cumplir la misión. Pero ¿tengo una misión? Tal vez solo debo llegar, tal vez no tenga que volver.
Ahora hay más gente en la calle, las esquinas empiezan a tener vida, nos cruzamos y saludo. No me miran, no me escuchan. Sigo.
Siento sonidos de autos, voces, pero no puedo llegar. Pienso… ¿habré equivocado el camino? Cuánto falta? No se la distancia recorrida, no sé el tiempo ocupado.
Una plaza, descansaré, renovaré fuerzas para continuar. No puedo, pierdo tiempo si me quedo. Me esperan –seguramente- ¿o no?
Mi mente empieza a dudar, a sentirse en conflicto, tengo muchas ideas, tantas que se estorban entre sí, se molestan, ¿entonces cuáles descarto? No quiero tantos sonidos en mi cabeza, me distraen, debo dejar de pensar, callar las ideas porque así no puedo seguir caminando y debo caminar, tengo que llegar.
Creo que equivoqué el camino, pasó mucho tiempo, empieza a oscurecer y no llego aún. Deberé volver porque no puedo pasar la noche en la calle. Pero no, no…. Estoy llegando.
Veo las paredes pálidas, la luz de la esquina no llega y las paredes se vuelven oscuras. Si, están las rejas en las ventanas. Es aquí. Por fin. Estoy tan cansada.
La llave no abre la cerradura, vuelvo a intentar. No pasa nada. Entonces toco el timbre. Varias veces suena. Un rato más tarde abre la puerta, mira, no me ve, saludo pero no me dice que pase. Intenta cerrar la puerta nuevamente y yo entro. Le cuento cuánto me costó llegar. No contesta.
No entiendo tanto silencio, es como si hubiera tristeza, soledad. ¿Por qué no me hablará? Insisto, pregunto. No hay respuesta. No entiendo, pero estoy tan cansada que prefiero descansar.

Una idea y narración excelentes a mi juicio. Disfruté mucho leyendo cada palabra hasta el final. Implica muchísimo más de lo que dice. Un verdadero placer leerte. Saludos,
José

Un texto inteligente para buscar su propia expresión. Funciona en varios planos -por ejemplo, cómo afecta la actualidad a los seres sensibles-, al menos, antes de ese final que va aclarando y que cada quién debe comprender, porque las claves están.

Un texto para mi cifrado y que a mi manera de ver lo traduzco a un sueño o quizás a un estado meditativo donde las voces quieres acallar. No sé Nilda si lo entendí. De todas formas, me gusta mucho tu estilo narrativo y espero seguir caminando por tus letras.

Felicidades

Si,la verdad es que cuando lo escribí era un relato sobre alguien que iba a un lugar indeterminado, pero al final se fue transformando en un ser que buscaba un lugar propio, específico y que cuando por fin llegó no logró descubrir que el silencio de su casa, la tristeza que ahí habitaba, se debía, justamente a su ausencia, a que nunca regresaría, aunque ella aún no se daba cuenta que ya no estaba.
Gracias por sus apreciaciones.
Nilda