Gracias Trina, igualmente para ti. Aunque las cosas están difíciles, con los reiterados cortes de energía y cada vez más prolongados, armé este cuentico (diría Ethel) espero te guste y haz las correcciones que creas necesaria.
Ir de campamento llenaba de felicidad a Juan. Con sus pocos años no comprendía mucho eso de, pasar un tiempo con papá y otro tanto, con mamá. Allí estaba, con su papá, armando una carpa en un parque cerca del riacho. Eso significaba que estaría más de una noche con él.
Durante el almuerzo una niña se acercó a ellos, el corazón de juan latió más aceleradamente que de costumbre (Es muy linda, pensó). La niña llevaba sobre su cabeza un mono…cuya cola daba vuelta por su cuello.
Con la naturalidad de los niños, lo invitó a jugar. Juan miro a su padre que asintió con la cabeza y fue tras la niña trigueña y su mono. Cerca del rio, con un coco pequeño coco como pelota, jugaron los tres. Juan reía con el proceder del monito, cuando tomaba la “pelota” lanzaba con suavidad a la niña. De pronto, un alboroto llamó la atención de los bañistas…era un perro que se lanzó a la carrera cuando descubrió al mono en la playa. Antes que la dueña pudiera reaccionar, el mono huyó hacia los árboles más cercanos, perdiéndose de vista.
En minutos, niña, juan y otros bañistas, hablaban todos juntos; entre ellos el dueño del perro, intentando calmar la situación…pero el monito ya se había esfumado.
La niña lloraba, juan no sabía qué hacer, el dueño del perro pidiendo disculpas… pero del mono nada.
Mucho lo buscaron por el parque llamándolo. Así Juan se entera que se llama Tirco. Llegó la noche y Tirco no apareció.
Al día siguiente, muy temprano, conocidos y familiares salieron a la busca de Tirco. Se internaron entre añosos árboles, que rodeaban la zona del camping. Los padres de la niña iban junto a juan y su padre. Entre el sonido de los cantos de pájaros se escuchaba el nombre de Tircoooo….en distintas direcciones. Nada…ninguna señal del monito.
Cerca del mediodía escucharon los aullidos de monos. Esperanzada la dueña corrió llamando a su mascota. Los monos, nerviosos saltaban de rama en rama…pero tirco no daba señales, además todos se parecían.
- Como sabrá cuál es Tirco? se preguntaba Juan, que poco entendía de monos.
Allá esta…allá. Grito la niña. Pero pronto se esfumaban entre los monos más grandes y las ramas. En un momento dado, un monito apareció entre las ramas y hubo una mirada entre él y la niña…una mirada que solo ellos comprendieron. Con lágrimas en los ojos, ella sentenció:
-Vamos!…no creo que vuelva a aparecer mi Tirco.
Los presentes insistieron pero ella no quiso dar marcha atrás…Juan no comprendía que pasaba, si era su mascota por que no intentar salvarlo, decía a su padre. Él que había comprendido la situación explicó a su hijo: - Tirco encontró a su verdadera familia y no quiere volver a un mundo que no es el suyo. Por más amor que le des a un animal, si no es doméstico, en algún momento tendrá nostalgia de su manada-
Al día siguiente la carpa de la niña ya no estaba. Habían partido muy temprano.
Ella renunció al mono, por amor.