- ¿Me extrañarás? – ahora que la pregunta la formulaba ella, no estaba seguro de la respuesta.
- ¿Pensarás en mí? – su tono de voz, suave y romántico delataba plena seguridad en mi afirmación a sus “preguntas con semillas de respuesta” Yo no hacia mas que rebuscar entre los recuerdos de las semanas vividas, un momento que me devuelva el desconsuelo del día anterior, cuando supe que se marcharía.
- ¿Por qué estas tan callado? – Más anhelante que enojada observaba la impavidez de mi faz, su sorpresa no se hizo esperar al escuchar mi respuesta.
- Extrañaré, la música – en mi mente se agolpaban los acordes y las letras de tantas canciones que nos acompañaron en esta corta aventura. Los bares bulliciosos en donde casi ni nos escuchábamos, la radio del auto y los coros que aullábamos mientras nos dirigíamos al cuarto del hotel en donde las melodías envolvía nuestros cuerpos formando un perfecto ménage à trois.
- Creo que al morir, lo único que realmente extrañaré de la vida, sera la música – no sin acuchillarme por primera y última vez con una mirada de desprecio y desencanto cogió sus cosas y tomo el taxi. Una epifanía es siempre personal.