VOLVER UN DÍA

VOLVER UN DÍA

De pronto… la tenue luz vigía de los aparatos conectados a su cuerpo, hirieron sus pupilas como si hubiese mirado directamente al sol.
Se sintió aturdido por el sonido de los latidos de su corazón, que retumbaban en su cabeza como cañonazos de salva, como esos que oyera alguna vez siendo niño en las festividades patrias.

Le dolía la cabeza y le latía las sienes, quiso moverse, sin embargo, su cuerpo pesaba demasiado, se sintió hundido en el colchón. Uno segundos más tarde, el piiii de una alarma conectada a su cuerpo daba cuenta de su regreso a la conciencia, pero… lo  aturdían de tal manera que trató de gritar pidiendo auxilio. Tenia la garganta y la lengua reseca y los músculos no respondieron al mandato del cerebro.

Los primeros en llegar hasta su cama fueron dos enfermeros. Todos los ruidos estaban amplificados cien veces en su mente, de tal forma que hubiese jurado que una tropilla de caballos salvajes venia hacia él.

Nada que lo que decían esos hombres era comprensible, no podía decodificar aquello que hablaban y que le resultaba como rugidos de fieras.
Sintió miedo e impotencia, treinta años en estado vegetativo eran demasiado para una persona que acababa de volver a la realidad.

Pronto el lugar se colmó de guardapolvos blancos y de aparatos sofisticados. Todavía veía con dificultad, sus pupilas aún estaban dilatadas y su garganta se le antojaba como una lija y su lengua como un trozo de madera.

Algunos recuerdos se atropellaban en su mente, el rostro de su madre, la canchita de futbol, el patio de la escuela en el recreo.
Luego… volvía a la habitación del hospital y a la confusión. Luces, ruidos, y voces.

Pasaron los días y su cuerpo fue restableciéndose poco a poco, sin embargo, el dolor que le causaban sus articulaciones cada vez que el kinesiólogo trabajaba era similar a ser atravesado con agujas.
Sus preguntas era respondidas a media o simplemente el silencio se adueñaba de las respuestas, sólo el siquiatra tenia alguna pequeña conversación con él.

Luego de un tiempo supo que la vida lo parió nuevamente, ya no quedaba nada de aquel mundo antes del accidente, ni sus padres ni su casa, el barrio, la escuela, la canchita.
Tenía algunas arrugas, el cabello canoso y el alma, sobre todo el alma… vacía.

Y la mirada del que lo pone en el escrito, le da vida (y hasta sentido) a esa vuelta del personaje.

Un escrito contundente amigo, esta cosa de seguir latiendo aunque la vida se haya ido de viaje sin retorno. Estados vegetativos que también sufre el alma después de grandes dolores.
Muy bueno!!!!!!

Un giro notable en tu estilo. Aquí eres narrador puro y el lector te interpreta.
Tiene todos los ingredientes del buen cuento y quizás, sólo te falte el "cuál" del accidente para que el lector se sienta plenamente satisfecho.

No se por que lo escribí estábamos festejando el día del amigo y de pronto algo me llevó a pensar en esa situación. Me separé del grupo mentalmente y me metí en mis pensamientos. Luego, llegue a casa y me puse a escribir.
Difícil es comprender algunos sentimientos ¿no?    
Gracias a todos por pasar.
ABRAZOS.

BELLO RELATO AMIGO. No importa la extensiòn de lo que escribes, lo que sea, cala en el alma y deja esa sensaciòn de anhelar seguir leyèndote, abrazos en la distancia.

TRINA