Volver

Miro cansinamente por la ventanilla hacia el paisaje que va pasando furtivo, a gran velocidad, en la mortecina luz del atardecer. Verdes planicies; suaves lomas; algunas casas; caminos de tierra casi sin tráfico, paralelos a las vías; unos niños dedicados plenamente a su juego; arboledas ralas; perros; puentes; más casas desparramadas... Todo aparece y se pierde casi al instante en la pantalla de mi amplia ventana. Imágenes que se me antojan como flashes de la vida que se pasa casi con la misma inusitada rapidez. Y que, como el tren, no se detiene.

Una ausencia de un cuarto de siglo puede ser mucho o tal vez no tanto. La apariencia de la ciudad cambia. La apariencia de las personas cambia. ¿Cambiarán también los sentimientos? ¿Cambiaron los míos?. Mientras debato estas cuestiones complejamente filosóficas en la decreciente red neuronal de mi seso de hombre maduro, me doy cuanta que estoy muy tenso y ansioso. Claro, estoy llegando al pueblo de mi destino. No sé si aún tengo el derecho de llamarlo mi pueblo, a pesar que nací y me crié en él.

Cuando el tren se detiene con un suave sacudón, bajo a la plataforma con mi mochila y mi bagaje de recuerdos. No sé cual pesa más.

Nadie sabe de mi regreso. Decido caminar un poco porque tiempo es lo que me sobra. Mi paseo por el centro no aporta mucho a mi ánimo. Todo está tan cambiado... Junto coraje y me encamino hacia el barrio de mi juventud. Mi barrio.

Frente a la casa de Nati hay un gran cartel que reza “Se Vende”. Quién sabe por donde andará la dulce Natalia. Sigo andando absorviendo con la vista cada pared, cada vereda y cada calle. La fachada de la casa de Juancito está tal cual la recordara, pero muy deteriorada. Sabía que él había perdido su trabajo tiempo atrás.

Ahora voy llegando a la esquina donde vivía Ana María, mi primera novia. Como se está poniendo oscuro rápidamente, me quedo contemplándola desde la vereda de enfrente, bajo la sombra protectora del añoso paraíso. Los postigos de la ventana en la planta superior están abiertos y puedo ver una figura a contraluz. No puedo distinguir la cara, pero sí escucho la voz. Es ella. Está discutiendo con su marido. Su timbre tan alegre y vivaz parece apagado, resignado. Se nota que está muy enojada, quizás harta de estar enojada...

Sigo mis pasos cada vez más lentos hasta el frente de la casa en que nací. El pequeño chalet con hermoso jardín al frente ya no existía más que en mi memoria y alguna que otra foto en blanco y negro. Ahora era una casa de dos plantas. Sin jardín pero con un amplio garage.

No me animo a tocar a ninguna puerta. No estoy para nada seguro del resultado. Me doy cuenta que tengo mucho miedo a lo que puedo llegar a encontrar. Después de todo no hace falta más que asomarse a cualquier espejo. Lástima que aún no se hayan inventado espejos para el alma.

No me parece que lo mío sea cobardía. Más bien diría yo miedo a la decepción. Al aniquilamiento definitivo de un hermoso pasado archivado como gratos y preciados recuerdos.¿Será por mi posible decepción hacia los demás o de los demás hacia mí? Otro lindo tema a debatir en el viaje que me alejará de allí para siempre, donde ya no pertenezco. Al final, no voy a necesitar el modesto equipaje que llevo en mi mochila. Ahora sí que apuro el paso. Mi tren de vuelta sale en apenas media hora.

O el miedo a que todo siga demasiado igual? (pensamiento que voló fugaz en mi estado actual de lectora)
El relato, me ha gustado. Desde la primer parte más enumerativa hasta lo que creo intentas expresar al final.
Tal vez en contenido difiero en sentir y pensar con la voz narradora cuando dice que aún no se han inventado espejos para el alma (y no sólo los ojos como suelen decir...para mí el alma tiene muchos espejos. Pero es sólo una apreciación subjetiva)
Un abrazo
Silvina

Tengo por allí algo escrito respecto a volver al barrio después de tanto tiempo ausente buscar el pasado, recuperar aquello vivido.
Imposible, es otro espacio, otro tiempo al que ya no pertenecemos.
Mejor quedarse con el recuerdo atesorado en el alma.
Un buen texto el tuyo compañero.
Un abrazo

“…Imágenes que se me antojan como flashes de la vida que se pasa casi con la misma inusitada rapidez. Y que, como el tren, no se detiene.”

“…Después de todo no hace falta más que asomarse a cualquier espejo. Lástima que aún no se hayan inventado espejos para el alma.”

Un buen texto amigo, en donde esas líneas que destaco, me parece llevan un trasfondo filosófico más profundo dentro del relato. Un regreso con dudas, extraño el sentimiento en todo caso, pues por lo general, siempre es reconfortante volver a esos orígenes y a ver ese pasado, malo o bueno, aunque en este caso y por el final, dejas entrever que no fue malo en absoluto. Quizás haya un problema no contado por el personaje, primero, está solo, hace un viaje flash, del cual va a retornar de donde partió, no va de paso, sino va ese lugar directamente, para luego regresar. Extraño como te digo, él va en busca de algo, no es el miedo el que lo consume, es esa búsqueda de algo que ni él sabe que es, por eso, creo que la motivación, va por algo no contado, algo dentro que interfiere en esa dubitación a golpear puertas o a que sepan que él está ahí. Y si él siente que no se han inventado los espejos del alma, algo que también no concuerdo, guarda un secreto que va más allá del entendimiento psicólogico que extraigamos del personaje. ¿Qué lo hace volver a ese pueblo, que muy dentro de sí, no quiere encontrar?. ¿ Porqué un miedo a una decepción, decepción de qué?. No, el personaje está en un periodo en el que sus autorreflexiones de la vida, le complican, quiere encontrar algo, que sabe ahí no está, esta solitario y sólo quiere ver un espejo que le dé algún sentido. El miedo es por otra cosa, anexa al relato. Me fui por las ramas, ja, pero así lo sentí.

Bien amigo, bien narrado, en las descripciones, ambientación, etc…un texto que da para reflexionar.

Un abrazo,

Ignacio

No es cobardía ni tampoco decepción, aunque llevemos en el alma nuestro hogar, de manera ilógica, cómo el pasar del tiempo, ya no pertenece a nuestra realidad.

Me hiciste pensar en mi pueblo, en Cardona. Llevo fuera de el muchos años y aunque de tanto en tanto vamos, porque tengo a mi hermana allá, todo está distinto : las calles, las gentes, incluso parecen haber perdido las piedras el color....
Ves lo que siempre pienso de vos..capaz de arrancarme una carcajada en muchísimas ocasiones y, en otras, una añoranza (quizás una pena) porque sabes llegar al lector.

Felicidades Jose..!! Un gran abrazo amigo..

Muchas gracias por tu tiempo al leerme y comentarme, Silvina. Lo que trate de expresar es que uno siempre añora la epoca dorada de su vida. Tanto que a veces se intenta volver, creyendo que aun ha de encontrar el mismo entorno y los mismos personajes. Pero la vida cambia, cambia para todos, y nos damos cuenta que lo que una vez fue nuestro hogar, quedo alli, en el pasado y los recuerdos. Y, por mas que duela, y creo que si duele, ya no pertenecemos a el. En fin, etapas que de una u otra forma, creo nos tocan a todos. Un abrazo de vuelta, amiga,
Jose

Me captaste al vuelo, Ricardo. Eso es exactamente lo que quise trasmitir. Un placer de los buenos contar con tu lectura y comentario, amigo. Un fuerte abrazo de vuelta,
Jose

Ignacio, me alegra haber podido provocar tantas reflexiones en la lectura de este breve cuento. Pero te digo que lo que quise expresar es quizas mas sencillo de lo que se puede llegar a interpretar. Llega un momento en la vida donde uno añora con gran nostalgia aquellos dias donde no habia problemas, ni presiones economicas y que la amistad se daba y recibia por el mero placer de estar unos con otros, con personas a las que queriamos con toda el alma. Pero los años, las circunstancias y la vida misma pasa para todos y a uno le da miedo como ira a percibir a los demas y como los demas lo iran a percibir a uno. No solo en el aspecto fisico, sino tambien en el caracter que puede cambiar de acuerdo a las experiencias que nos ha tocado vivir. Al final, nos da temor volver treinta años atras, con el equipaje de ahora y comprendemos que ya no pertenecemos mas a esa vida, que solo quedara inmortalizada como bellos recuerdos en nuestras mentes. Y la vida sigue y es necesario aprender a desprenderse de las cosas.
Ahora el que se fue por las ramas fui yo. De todas formas, te agradezco de corazon tu visita y comentario, amigo. Me honra tu presencia por aqui. Un fuerte abrazo de vuelta,
Jose

Asi es Pili, creo que uno, en su gran añoranza de esos tiempos tan felices, llega a idealizar las cosas de una forma ajena a la realidad. Entonces, los colores no son los mismos que creiamos, las calles no son tan grandes ni las arboledas tan frondosas. En definitiva, hay que saber, aunque cueste, aceptar el paso del tiempo, dondequiera que este nos haya podido llevar en el transcurso de la vida. Siempre es un regalo para este gaucho nostalgico poder contar con tu presencia por aqui, querida amiga. Un beso con todo cariño,
Jose

Sí, también lo físico, lo que parecía inamovible, lo que nos pertenecía,
se ha ido para siempre. Ahora es de otros niños.

Asi es, Antifaz. El tiempo no vuelve. Gracias por tu lectura y comentario, amigo. Saludos,
Jose

Como duele aveces darnos cuentas de que todo ha cambiado, salir al barrio y ver que ya no es lo mismo y hasta descubrir que hay vecinos nuevos,pero es así, y la unica opcion que nos da el tiempo es atesorar recuerdos para disfrutar del presente.
Buen texto

Asi es, amigo Mario. Seria muy lindo poder volver a vivir ciertas etapas muy lindas de la vida, pero sabemos que es imposible. Aunque algunas veces nos autoengañemos al pensar que si se puede. Gracias por tu paso por este rincon. Aprecio tu visita. Saludos,
Jose

Muy bonito este relato. Me encantan las descripciones que haces de los recuerdos hechos palabras, las decepciones que regala el tiempo..., la vuelta..., ya nada es igual, sólo queda esa evocación de algo que fue. Muy bonito, sí señor, me gusta porque, tal vez, yo vivo mucho de recuerdos ya, y los conozco my bien. Un abrazo, Jose.

Pues muchas gracias, Magda. A mi me alegra mucho que te haya gustado. Los recuerdos, principalmente los lindos, son, en cierta etapa de la vida, algo muy bueno y satisfactorio, aunque es mejor no perturbarlos ni tratar de alterarlos. Solo dejarlos como estan, atesorados en nuestras mentes y no tratar de revivirlos. Aprecio sinceramente tu visita y comentario, amiga. Un fuerte abrazo de vuelta,
Jose

Gracias por tu comentario, Nomade. Aprecio tu visita, amigo. Recibe un saludo cordial,
Jose

El tiempo es mudanza, solo enel recuerdo muchas coas pueden ser como eran. Me gusto ese cuento,me identifique con el, cuando fui a visitar mi antiguo barrio me paso lomismo.

José... este relato lo leí, más de lo que puedas creer. Sabes que en mi vida me he cambiado de casa varias veces, pero la más significativa ha sido a otro país. A veces me dicen... no te gustaría volver? La verdad no sé, pero creo que no. Ya viví esa parte que narras, ese llegar al sitio y ver que casi nada de mis recuerdos sobrevivió al tiempo, a la vida. Encontrarte casas donde antes bullía parte de tu vida, amigos, familia, vecinos... Es duro. Y en lo personal, prefiero soñar con ello, que saber más de lo que ni yo misma deseo. Creo que necesitamos la nostalgia, esa magia de cosas inalteradas por el tiempo... y que son los bastones donde nos apoyaremos a su debido momento. Te maté con el rollazo! jejejeje
Siempre es un gustazo leerte y lo sabes, no sé para que te lo vivo diciendo... ya la edad vio, está haciendo mella! jajajajajaja

Un abrazo y arriba master, que ese genio, nunca se apague!

ME CUESTA COMENTAR POR QUE ME CUETA ENTENDER ESE QUERER VOLVER ATRAS, SERÁ QUE NO TENGO MUCHO A LO QUE VOLVER ATRAS Y LO QUE HAY, NO QUIERO VOLVER,SUPONGO QUE EN LGUN PUNTO MIRARE Y QUIZAS SI QUIERA VOLVER, PERO AHORA NO VEO NADA COMO PARA HACERLO.
ME GUSTO EL RELATO ESO SI.

Creo que a casi todos nos pasa esto alguna vez en la vida, Balam. Me alegra que el cuento haya sido de tu agrado. Aprecio tu visita y comentario, amigo. Saludos,
Jose

Asi es Sandra, coincido con tu comentario. Yo pude vivirlo en carne propia cuando volvi despues de mas de veinte años, creyendo que tal vez todo iba a ser igual y me equivoque de medio a medio. Y no me matas con tus rollos. Me encantan de verdad tus comentarios, que son indicio que mis escritos provocan algo. Me gusta leerlos y compararlos con lo que yo mismo siento. Siempre fue, es y sera un placer recibir tus visitas, querida amiga. Un besaso con todo mi cariño,
Jose

Ahora quizas tengas razon , Mateo. Pero cuando tu vida siga su curso y posiblemente alrededor de tus 50, cuando te agarre el viejazo, si aun ando por aqui, payando, sin dientes y con una sola cuerda en la guitarra, me cuentas, amigo... Siempre espero tu visita, que trae el punto de vista de la frescura de la juventud a mis escritos. Gracias por tu presencia. Un gran abrazo,
Jose

Mi estimado amigo, tus letras tienen el don de rozar mi alma. He viajado contigo y, contigo he guardado mis sentimientos y recuerdos del pasado en ese lugar donde ni el tiempo ni la distancia, pueden hacerles mal.
Un fuerte abrazo José!!
Paula.

Paula! Que linda sorpresa, amiga querida! Como me alegra que el viejo grupo se vuelva a reunir de a poco en este lindo lugar, para unirnos con los maravillosos escritores y personas que ya formaban este portal. Es un verdadero placer reencontrarte y que te haya gustado esta historia. Bienvenida y va este gran abrazo con un beso para ti,
Jose