Berenjenas con queso.

Cada cual sabe lo que le resulta fascinante, lo que le anima a contraponer cielo y tierra con tal de poseer.
Yo, Mariano del casto y puro socorro, de la vieja de la esquina, debo tener algo malo, malo porque no es igual, malo porque nunca decidí, si debí matar por gusto, por rabia, motivación honorable, creo.
Más tarde reiré leyendo obituarios, conociendo a los parientes de mis ex amigo, ex porque decidieron continuar el rito de nacer, comer, cagar, coger y si se da, reproducirse y ahí si, apestar un rato al resto, morir.
Yo, Mariano del tierno y puro manto, de la puta de los aguantes, el único bacán del barrio, sí, yo, Mariano, amigo de todos, albacea de los cuatro pelagatos que encamaba para despintar a los chapas.
Yo, Mariano, casi nunca andaba de planes, ahí a lo que pase, bueno o malo, ni sobreviviente, ni víctima, siempre el desgraciado.
Yo, Mariano, mate dieciocho moscas tse tse, una araña viuda y cuatro tábanos de los gordos.
Yo, Mariano, yo, Mariano...
Había venido cuatro cuadras acortando el cuento, total tengo una cita con los niños viejos del barrio, hace tantos años que salí de ese muladar, seguramente vendrán con mejores aventuras.
Yo, Mariano, llevo insecticida.