CONSERVAR LA BELLEZA PRIMITIVA

Se hace posible a los sentidos y sentimientos más profundos como el hombre mantiene esa querencia secular de volver a sus orígines, a los contados lugares donde su inconsciente rememora retrotrayéndose (si se quere alegóricamente) en el tramo temporal vivido por mediación de sus más remotos ascendientes a esos hábitos donde, sin duda, la existencia era bien diferente, cuando se luchaba, salvaje, aunque noblemente, por el sustento y la simple sobrevivencia gozando a un tiempo de la vida en su natural y prístino sentido, de una libertad que la máquina social nos permite recordar de cuando en cuando a fin de disponer, en magra contraprestación, de material "recargado" con el que poder cumplimentar una nueva etapa productiva.

Es un sueño pero, mismamente, algo más que un volátil momento de solaz esparcimiento. El discurrir de las aguas de un riachuelo, la sensación de pureza de una brisa virginal sin contaminar, la sinfonía de la fauna y la verde espesura que las cimbreantes ramas de los mecidos árboles hacen llegar a nuestros oidos por intermediación de un seco estornudo de Eolo, dios del viento, nos disuaden del equívoco demostrándonos que los vínculos que nos atan a la madre tierra aún son fuertes, arcanos, y que nuestra artificial apariencia progresista, presuntamente evolucionada, es un suntuoso velo, fatal encubridor del cual nos jactamos arrogante, insolentemente, al sentirnos parapetados del lado menos agradecido de la naturaleza.

Una pequeña muestra del mundo animal sirve bien a la hora de corroborar lo dicho, de una forma o de otra nuestros potenciados sentidos racionales trasladan el interés a la absorta fascinación surgida de la vivencia que se nos torna inusual, fuera de la rutina sinérgica a la que la suprema civilización nos somete a cambio (eso si) de un "mejor", más sano y esencialmente desnaturalizado nivel de vida en el que nos hemos visto sumidos casi sin quererlo.

Me pregunto si la ruptura (que nunca será total) de los lazos naturales antes citados, el alzamiento de una nueva era tecnificada, engendro perfeccionado de la actual, conllevará la destrucción de nuestro entorno salvaje en aras de una transmutación gradual a la que parecemos irremisiblemente avocados. Ruego a Dios que tan fundamentado augurio no se haga realidad y que el dia del mañana podamos mostrar, enorgullecidos de poder hacerlo, esa nuestra viva génesis.

Poesíacarnívora, creo (y creo bien) que has captado la esencia de cuanto quería expresar y hacer sentir, de eso se trataba. Somos subditos de nuestro tiempo, pero tal palmaria realidad no nos puede impedir el retrotraernos, si se quiere poeticamente, a la virginidad animal, salvaje, sí, pero desprovista de maculas de arrogante racionalismo del que, por cierto, intento hacer buen uso al sincerarme de esta torpe manera...ja, ja, tiene su puntito de ironía la cosa, ¿verdad?

Atentamente, Adanhiel.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios dónde amó la vida.... Como decía Chabela Vargas

Aunque solamente sea a golpe de rememoranza, indudablemente, guapa; la vieja Chabela no era de las que enebraban sin hilo.