Yo tenia la vida un poco vuelta mierda, un poco rota, un poco desesperada, un poco incierta, un poco perdida, un poco nublada, un poco triste, un poco enredada, un poco lejana, un poco nudosa, un poco sola. Un poco llena de música. Música como graznidos de patos, como aullar de lobos. Tenía un poco de lobo, un poco de feo oso. Un poco de león viejo, un poco de camello.
Ella tenía rímel sobre los ojos y miedo a los espejos, tenía grandes ojeras. Tenía miedos inmensos, dudas gigantes. Tenia lagrimas secas. Muy, muy secas. Tenía el alma vacía, el corazón en pedazos. Tenía labios pequeños con los cuales regalaba besos que sabían un poco a perro, un poco a cerveza, un poco a silencio, un poco a oscuridad, un poco a 5 de la mañana. Un poco a lluvia, a humedad, a saliva reseca, un poco a olvido.
Yo le dije hola. Pero en realidad le dije; quiero llenar tu esqueleto de mariposas de humo. De sueño. De nubes preñadas con lluvia de colores. Quiero comerme tus dedos. Y llenar tus ojos con alfileres, con ruido, con canciones. Quiero llenar tu corazón con mi oscuridad, con mis lápices, con mis dibujos. Quiero hacerte el amor entre frases de poemas cursis. Quiero besarte el alma, el cuello. Quiero abrazar todo tu pasado. Todas tus horas. Quiero tu vida marchando paso a paso con la mía.
Ella me dijo hola. Pero en realidad me dijo; tranquilo vas muy de prisa. Pareces un tren a toda maquina. Pareces un gusano negro. Un gusano de acero. Pareces un fantasma deprimido, intranquilo. Por ahora solo abrázame. Tan solo rodea con tus brazos mi cintura y cántame una canción que hable de la luna. Que hable de dos amantes locos que se suicidan. Abrázame y no me sueltes, arrúllame con mentiras. Con galletas de vainilla. Abrázame y sálvame de la noche hasta que la luz enfermiza del día lo impregne todo.
Sus palabras olían a fresa, a chicle masticado por horas. Olían a incertidumbre. Temblaban de miedo. Temblaban en la punta de su lengua. Se escondían tras los dientes. Entre sus secretos. Y sus secretos olían a café con 1 de crema y dos de azúcar, a jugo de naranja, a limón. Sus secretos olían a luz azul de neón, a suavizante de telas, a tinte de cabello, a jabón de cereza. Ella completa olía a vida, a depresión. Tenía ese olor característico del amor reprimido.
Yo le dije tranquila. Y mis palabras olían a emoción. Un poco a brisa de mar, un poco a paloma. Olían a sangre. A chocolate, a incienso quemado. A recuerdo quemado, a tiempo quemado. Un poco a diablo. Un poco a resaca, a eructo de vodka. Y mis palabras temblaban en mi garganta, en mi tráquea. Temblaban sobre mis pupilas llenas de confusión, llenas de lágrimas, llenas de sal. Yo por completo olía a vida, a depresión. Tenía el olor característico del amor reprimido.
Ella me dijo voy a darte un beso. Voy a comerme con un beso todas tus dudas, toda tu confusión, todas tus aristas, todas tus espinas. Voy a darte un beso que abarque todas tus mañanas, todos tus despertares. Un beso que puedas colgar en la ventana para que le de el sol, para que crezca y de frutos. Pequeños besitos que se te desperdiguen por el cuello, por el pecho, por los parpados. Que puedas llevarlos al parque a correr sobre las hojas secas. A comprarles helados, a volar cometas. Voy a darte un beso que recorra todo tu cuerpo, todo desde adentro. Un beso que intentara reparar tu vida y que ayude salvar la mía.
Y yo le dije voy a sostener tu mundo con mis brazos. Voy a llenarte de frases hechas leídas en alguna parte. Voy a hablarte de la nostalgia de las horas. Voy a explicarte la lógica de las flores, la teoría de los colores. Voy a calmar tus ansias con mis garras. Voy a cubrir el hueco que tienes en el pecho. Voy a llenarte de palabras, un poco ciertas, un poco tiernas, un poco duras. Y de mientras iré haciéndote promesas, que los dos sabremos no podrán cumplirse.
(es algo que escribí hace tiempo, pero es mi presentación en esta pagina)