TRISTEZA
El día era extremadamente caluroso. Carlos estaba tirado en la cama, de su robustez ya quedaba muy poco.
El pelo lo tenía revuelto, la palidez asustaba. Su pie izquierdo sobre un almohadón mostraba un dedo en color púrpura y otros dos en tono negruzco.
Me dijo – Qué haces flaco? Aquel vozarrón endemoniado se había convertido en una vocecita casi imperceptible.
Berta, su mujer, le secaba la transpiración de la frente. El acondicionador de aire se había descompuesto el día anterior.
Me cuesta decirlo, pero un olor fétido me llegaba de a ratos seguramente proveniente de la desnuda necrosis.
Una severa operación de corazón, dio un coletazo para la angioplastia en una arteria conductora de la irrigación de esa pierna. No fue suficiente, deberían intervenirlo nuevamente.
Como no dando importancia al cuadro le pregunté – Cuando volvés a la clínica?, Berta me contestó que aun no sabían y me contó un montón de contratiempos relacionados con la prepaga de salud.
No podía creer lo que escuchaban mis oídos, la pretensión era que la empresa cumpla al pie de la letra con el plan estipulado, para eso habían pagado durante tantos años. Carlos asentía con leves movimientos de cabeza lo que decía su mujer.
Carlos, Eduardo, Panchito y yo nos criamos juntos, aunábamos monedas para caramelos, una pelota de goma o untándole el bolsillo al acomodador del cine Roxi para que nos deje entrar una vez comenzada la película.
Recuerdo que una noche sentados en el cordón de la vereda y compartiendo unos cigarrillos que parecían petardos, el gallego Carlos rompió el silencio y con gravidez dijo – La falta de dinero me tiene podrido, les prometo que seré un hombre rico.
Desde ese día no contamos más con él, solo lo veíamos trabajar de lavacopas en el bar del tío, nosotros armábamos destinos catapultándonos entre verdulerías, librerías, distintos repartos.
Con el tiempo nuestro amigo heredó el negocio de su tío, aun así no podíamos arrastrarlo a alguna diversión, sus palabras eran un clisé – Vayan…vayan, estoy muy cansado.
Carlos y Berta hoy viven en un lujoso departamento, cuentan con dos medianos hoteles de pasajeros, una hermosa confitería, cobran los alquileres de cinco propiedades y dos cocheras, dólares, una costosa camioneta y una quinta de una hectárea en la zona Oeste.
Estoy muy triste.
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