Escribo porque siento que me alejo del mundo para adentrarme en otro, que es el mundo mio. Son ideas que expreso aunque no siempre estampo pues la mayoría de las veces, las dejo esfumar.
Es el verso mio producto nato, es mi alma que en la rima se retrata. Es u verso que surge humildemente, como en el claro arroyo, la corriente.
El que escribe se sumerge a veces, en largos silencios que alarman. La rutina absorbe y la musa toma unas vacaciones. Surgen entonces, los porqué?, qué me pasa? Y empezamos a perseguir la rima, a tocar la lira, a quebrar las fibras sentimentales en la oscuridad de la noche. Surge el verso en la sonoridad de sus rimas y suspiramos satisfechos porque no ha muerto la poesía…
El poeta es como una esponja que se impregna de sentimientos propios y ajenos, expresando lo que ellos producen en la interioridad.
El poeta es el reflejo de la sensibilidad extrema. Vive sus experiencias y pesares igual que las de las personas que le rodean. Toma de éstos sus sufrimientos y gozos, como propios. Por eso, en cada verso se evaporan las lágrimas como expresión sincera del sentimentalismo humano.
El poeta es un mago, con su varita, multiplica el verbo y lo deja fluir como la lava de un volcán, o el refulgir de las estrellas, como el eco del silencio. Se expresa especialmente, entre la soledad y la oscuridad nocturna y rompe la amenazante tristeza para reflejar lo que simplemente, pudiese ocultar... por eso, no tiene secretos. Vive desnudándose ante ti.
Escribo, escribo, escribo, y la noche se me cae encima, me arropa con su clima y no la siento, porque estoy transportada a ese mundo mágico donde la idea se vuelve verso, poesía, donde giro y trasciendo para regresar preñada de armonía.
De mi texto: SOBRE MIS PROPIAS HUELLAS.
TRINA LEÉ DE HIDALGO
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