LA MADRE ERÓTICA
Abrí la puerta con ojeras de cansancio, el día fue agotador en el trabajo. Instintivamente busque a mi mujer, necesitaba su sonrisa balsámica, su penetrante mirada. La viveza de su rostro envuelta en sus mundos de sueños donde yo un día por suerte me colé. En el comedor y en la cocina solo se hallaba su delicioso perfume. Como autómata arrastre mis pasos hacía el dormitorio y tras abrir su puerta encontré la más exquisita escena.
Ahí estaba yo, esperándolo como siempre solía hacerlo, había puesto la casa en orden, pensarlo era mi fascinación, sus llamadas en el día, eran la muestra de su ternura y el dulzor que tenía para mantenerme enamorada sólo un detalle que pusiera en el tono de su voz y me hacía comprender lo que quería.
Por eso dejé a la niña y el bebé donde mi madre; este era nuestro momento, ambos lo deseábamos y nos tomábamos el tiempo para hacerlo. Subí al cuarto, tomé las flores que me envió, las regué pétalo, por pétalo sobre las sábanas blancas, y me puse el camisón que tanto le gustaba, ahí estaba, sobre la cama, nuestra cama, la que cobijaba todas nuestras noches de amor, lo esperé y sin querer el cansancio del día me venció y me dormí...
Como una ninfa dormida, mi mujer soñaba en nuestra cama, sobre unos pétalos que la idolatraban con su aroma. Me acerque y cogiendo unos cuantos acaricie sus piernas desnudas… olfatee sus muslos maternales por donde hacía solo un mes había resbalado la vida en el nacimiento de nuestro deseado hijo, me embriague de su olor que ensanchaba mi nariz en un suave éxtasis, de su suave textura. Después repte por su insinuado cuerpo con cuidado de no despertarla, baje los tirantes de su camisón lo suficiente para descubrir sus senos de leche y con los ojos cerrados, humedecidos en ternura, bebí levemente de sus pezones como si fuera nuestro pequeño bebé. Y con mis labios bañados en su tibia leche… La bese despacio, despertándola en nuestro paraíso.
Despertar fue como volver a nacer, sus labios en mi piel, la calidez de sus besos, el calor de su cuerpo, todo eso hacía encender mi pasión, era el momento de entregar, me abalancé sobre él, sin dejar de ver sus ojos. Acaricié esa piel que tanto me cautiva, besé sus labios mordiéndolos suavemente, comencé a sentir la necesidad de explorar, de buscar con mis manos comencé a bajar, sin dejar de besar su cuerpo anhelante de caricias que sólo yo sé dar, mi boca húmeda besaba su pecho sin parar, mi lengua jugaba y lentamente se dejó caer en ese tesoro que estaba ahí para mí, sólo para mí, enloquecía de placer, tal vez no lo esperaba, sus palabras nunca lo pidieron, pero yo entendía el lenguaje de su cuerpo.
Y llegué deseosa de hacerlo morir que tocara el cielo, me fascinaba oírlo gritar, su gemido me llevaba a dar más y más hasta que mi boca sedienta quiso beber, si, beber de esa leche viscosa que brotaba de su sexo, y lo oí decir...
___Haz brotar de mi cuerpo el jugo que desean tus labios beber...
___Voy despacio surcando con mi lengua su selva donde es rey,
Paso a paso lentamente entre su piel y mi piel.
___ Eres la mujer que me hace azotar mis sentidos de placer. El amor que te proceso se lía en tu cuerpo para desearte más fuerte y con una profundidad que ni mi lengua me hace llenarte de ti, porque por más que bebo los jugos de tu excitado cuerpo más aumenta mis ganas de amarte....
___ esta locura que me envuelve hace que de veras pueda verte entre mis piernas calientes embriagándome en tus fuentes, sólo falta que me eleve hasta el deseo más potente que de veras te entregue lo que tu alma ya presiente.
Ring, ring... _Vieja voy saliendo de la oficina, tengo un hambre, a ver si la cena está lista cuando llegue, porfis...
Terminó la teleserie, voy a prepararle la cena a este weón...
Miguel Angel Muñoz Cortéz y Rosana Vera VidalObra registrada en Safe Creative12/02/2011