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 Las memorias de Salitrea: Primera Parte

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Nero
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Nero


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MensajeTema: Las memorias de Salitrea: Primera Parte   Las memorias de Salitrea: Primera Parte Icon_minitimeDom Ago 03, 2008 7:20 pm

*Antecedentes*

Las crónicas de Salitrea: Primera Parte

https://letrasyalgomas.foroes.org/textos-literarios-cientificosperiodisticos-etc-f6/las-cronicas-de-salitrea-primera-parte-t884.htm

Las crónicas de Salitrea: Segunda Parte

https://letrasyalgomas.foroes.org/textos-literarios-cientificosperiodisticos-etc-f6/las-cronicas-de-salitrea-segunda-parte-t995.htm


Sin que nadie lo esperase... Salitrea vuelve a la vida...


I - Vuelve la pesadilla

Caminaba lentamente por la larga avenida abarrotada de gente. Acaba de terminar de hacer la compra y estaba volviendo a mi casa. Había cambiado de look, y me sentía orgullosa; el pelo me caía sedoso por la espalda y despejaba mi frente. Gracias al milagroso sol de Phoenix, mi piel había adquirido un tono dorado. Mis gustos por la ropa habían cambiado también, aunque fuese solo un poco. Llevaba una camiseta roja con escote y unos vaqueros cortos. Los tacones rojos, reciénmente comprados, sonaban por la avenida, atrayendo la mirada de los hombres más cercanos. Sí, todo había vuelto a la normalidad.

Habían pasado ya siete años. Al principio, Gray y yo no sabíamos muy bien qué hacer. Por nuestra culpa, todos los habitantes de Salitrea habían sido condenados al infierno eterno de Samael. Nos habíamos quedado de piedra y no supimos como sentirnos, y cuando descubrimos que Claudia y Jameson tampoco se habían salvado, estuvimos a punto de suicidarnos. Lo primero que hicimos fue alejarnos de la ciudad y alquilar un piso con el dinero que conseguimos, gracias al trabajo de Gray. Con el paso de los años, logramos encontrar un lugar cómodo donde vivimos los dos. Ya casi habíamos olvidado esa terrible experiencia...

Llegué a casa y dejé las bolsas en el sillón del salón. Al parecer, Gray no había llegado del trabajo. Retomó su antiguo trabajo de detective, y gracias a él pudimos comprarnos esta casa. Me relajé en el sofá y encendí el televisor. Las noticias. Gray llegó poco después.
-Hola Lisa, ¿qué tal el día?
-Bien, he comprado un montón de ropa y comida para la cena. Dentro de un poco me ayudas a prepararla, ¿entendido?
-Sí, por supuesto.
Dejó su chaqueta de cuero en el perchero y se relajó junto a mí.

Eran las doce de la noche, domingo, y Gray ya estaba acostado. Como no tenía sueño, decidí ver Cuarto Milenio, un programa donde comentaban sucesos de lo más inverosímiles. Algunos me hacían recordar...
-Nuestros reporteros viajaron hasta los restos de la ciudad de Salitrea, arrasada por una fuerza todavía desconocida. Al parecer, los vecinos advertían a las televisiones locales de que merodeaban fantasmas por la zona.
No podía ser. Acerqué el televisor.
-Absténganse los asustadizos.
Se sucedieron una serie de imágenes en las que aparecían siluetas de monstruos (algunos conocidos). Empecé a temblar. La última foto apareció la cara de una mujer... Congelé la imagen inmediatamente. ¡Claudia! ¡Sigue viva!
Apagué el televisor y miré a mis lados, temiendo que saliese algo de la oscuridad. Entré en la habitación de Gray y le desperté. Asustada, le conté todo lo que había visto en Cuarto Milenio.
-M... En realidad tiene sentido. Si el poder de Samael ha crecido, podría influir en esta dimensión, como demostró al engullir Salitrea.
Se quedó pensativo, bajo mi atenta mirada.
-Mañana partiré hacia Salitrea... Por favor, no intentes seguirme.
-No Gray, tú solo no...
-Lisa, sabes perfectamente que eres más asustadiza que yo, manejo mejor mi pistola y soy mayor que tú... Además, no quiero arriesgar tu vida, por favor.
-Vale... Pero no te arriesgues. Al mínimo signo de peligro, vuelves inmediatamente.
Los dos nos fundimos en un abrazo.
-¿Puedo dormir hoy contigo? -pregunté.
-Sí, lo entiendo.
Gray me hizo un hueco y me acosté junto a él. Cualquiera hubiese creído que estábamos enamorados, pero en realidad nuestra relación era más parecida a la de un padre protector y una hija temerosa. Los dos nos teníamos cariño mutuo, familiar. Ya relajada, conseguí coinciliar el sueño.

Al despertarme, Gray se había marchado. Me maldije a mí misma por no estar más atenta y leí la nota que me había dejado.

"Querida Lisa:
Quiero que comprendas que me he ido sin despedirme porque si no, no tendría el valor para marcharme. Ante todo no me sigas. No tardaré mucho.
Con cariño,
Gray"

Desayuné, me vestí y me dispuse a salir pero me llevé la peor sopresa de toda mi vida. La puerta estaba ensangrentada, la madera carcomida y la mirilla rota. Imposible. Temblorosa, cogí el pomo y abrí la puerta. En vez de la luz normal de la mañana, el cielo estaba cubierto por una negrura impenetrable. Ante mí se hallaba unas paredes blancas que llevaban a una casa en obras.
Cerré la puerta de golpe y me recosté. Esto era un sueño, Salitrea no puede haber venido a por mí. ¿Por qué ahora, cuando me ha abandonado Gray? Comencé a lloriquear escandalosamente.
Al calmarme, me limpié la cara y pensé: Tenía que luchar de nuevo, por mi libertad, por Gray y por mi salvación.
Él tenía guardado en su armario un par de armas. Al abrirlo, encontré dos pistolas, una mágnum y una escopeta, con muchas balas. Menudo arsenal. Me equipé con todo; las pistolas enfundadas en mi cadera, la mágnum junto a ellas y la escopeta amarrada a mi espalda. Pesaban, pero mejor ir bien segura. Cogí una linterna y la metí en el bolsillo de mi camiseta, dejando las manos libres. Me puse delante de la puerta y respiré profundamente. Salí de la casa.

II - Caminando en la oscuridad

Avancé por el estrecho camino hasta llegar a la edificación. Las paredes exteriores estaban deterioradas, sin pintura y con agujeros en su mayor parte. Parecía que estaban destruyendo el edificio. Me decidí por entrar, ya que no había otro sitio a donde ir.
Me encontraba en un pasillo con un par de ventanas, una puerta y un ascensor a su lado. Evidentemente, el edificio carecía de electricidad, así que deseché la idea de utilizar el ascensor. Iluminando las escaleras con la linterna, subí varios pisos, sin encontrar puertas abiertas. En la tercera planta encontré un cartel que avisaba: “Se prohibe la entrada, debido al derrumbamiento del cuarto piso”; temí que el derrumbe hubiera afectado también a las escaleras, pero por suerte no fue así, y al llegar al quinto piso pude, ¡por fin!, dejar las escaleras. A la luz de la linterna, observé un pasillo sembrado de escombros, quizás producto del derrumbe; me ví obligada a avanzar con suma precaución, temerosa de encontrar grietas en el piso o de que los escombros ocultaran alguno de los horrores de Salitrea.
La mayor parte de la siguiente habitación se hallaba derruida y no tenía muchos muebles, pero había una pasarela pegada al exterior que llevaba a otro edificio. Subí cuidadosamente y di dos pasos cuando un grito se escuchó por todo el lugar, exactamente a mi espalda. Desenfundé a “Black Rose” (la primera vez en siete años) y giré sobre mí misma.
Sabía que tarde o temprano me encontraría con un monstruo, pero nunca imaginé que sería tan terrible. Una mujer sin un ojo corría detrás de mí, algo la perseguía. Cayó de golpe y un hombre la devoró viva. Yo salí corriendo, mientras notaba que la pasarela se aflojaba. Justo antes de llegar a la ventana del otro edificio, esta cedió y se precipitó al vacío. Salté y conseguí agarrarme al bordillo de la ventana. El monstruo me había perseguido, por eso se hallaba ahora entre los restos. Entré en la habitación y me llevé una sorpresa.
Al principio me cegó la luz, pero luego conseguí ver dónde me encontraba. Había accedido a un despacho limpio y pulcro, con muchos libros. Un par de plantas adornaban la habitación, y junto a ellas un hombre me miraba, curioso. Debía de tener alrededor de cuarenta años; algunas canas cubrían su cabeza, se notaban las arrugas de su cara y llevaba gafas. La barba recién cortada, la vestimenta y su pose decían que era un hombre poderoso.

-Hola Lisa, así es cómo te llamas, ¿verdad?

-¿Y tú quién coño eres? –pregunté, cortante.

Se colocó sus gafas y comenzó a hablar.

-Me llamo Jameson, no lo olvides, ¿ok?

-¿Jameson?

Muchas imágenes rondaron por mi cabeza; siete años atrás, cuando le salvamos de aquel monstruo, los momentos que pasamos juntos… y cuando le abandonamos en Salitrea.

-Sí, pero tranquila, estoy de tu lado.

-¿A qué te refieres con eso?

-Pues que no estoy con Claudia; no me clasifiques con esa loca. A ella se le ha ido completamente la olla con todos esos ritos paganos y satánicos. Aunque todo lo que digo debe de ser muy duro para ti… Al fin y al cabo, es tu madre.

El silencio invadió la habitación durante un corto periodo.

-¿Mi madre? ¿De qué me hablas? –pregunté asustada.

-A… ¿Con qué Harry no te contó nada?

-Mi padre dijo que mi madre había fallecido hace veinticuatro años en un accidente.

-Bueno, entonces ya lo descubrirás sola.

Jameson salió de la habitación y me dejó sola. No es posible que Claudia sea mi madre, serían muchas coincidencias. Además, ¿por qué me mentiría papá? Enfundé mi pistola y decidí explorar el edificio, buscar la manera de salir de él. Abrí la puerta por donde salió Jameson y accedí a una gran zona con varias columnas, puertas y un ascensor semiabierto… que tampoco funcionaba. Me fijé en que la puerta del piso de abajo estaba abierta, pero no podía bajar por el ascensor… tendría que buscar las escaleras. Desafortunadamente, la puerta que daba acceso a ellas estaba fuertemente cerrada, imposible de forzar. Debía de buscar algo para abrirla. Decidí explorar esta planta.
Volví a estar a oscuras, por lo que encendí la linterna. Pasé por un par de habitaciones, la mayoría oficinas, en donde solo encontré una cuerda, útil para bajar por el ascensor... que estaba cerrado. Tras dar varios rodeos entré en una galería llena de cuadros, muchos sobre el Apocalipsis. Encontré un gato que me serviría para abrir las puertas del ascensor. Orgullosa de mí misma, retrocedí hasta llegar al ascensor, pero algo había cambiado.
Al entrar a la sala, comencé a escuchar gruñidos. Asustada, desenfundé mi pistola y me pegué a la pared. Al cabo de unos segundos, dos perros se pararon delante de mí. Observe aterrada, que su cabeza tenía dos mandíbulas llenas de sangre coagulada; las abrían como los cocodrilos.
Se lanzaron hacía mí pero conseguí abatir a uno de ellos antes de que el otro se me echase encima. Consiguió morderme la mano, acto seguido le disparé.
La herida era bastante fea, pero no tenía nada para curarme, así que decidí bajar por el ascensor. Lo abrí gracias al gato y luego bajé con la cuerda atada a los dos cadáveres de los monstruos. Llegué al piso de abajo, donde solo había una bañera y una puerta que también estaba cerrada. Al volver, observé que la bañera se estaba llenando de sangre.
-¡Dios! ¡Mi cabeza!
Comenzó a dolerme intensamente mientras a mi alrededor el edificio cambiaba; las paredes se ensangrentaban y ensuciaban, aparecían puertas de metal oxidadas, muebles rotos y el suelo se cubría de algo. Me quedé inconsciente.
Una voz…

“Estás siendo invadida por otro mundo, lleno de pesadillas, soñado por alguien.”
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MensajeTema: Re: Las memorias de Salitrea: Primera Parte   Las memorias de Salitrea: Primera Parte Icon_minitimeDom Ago 03, 2008 10:32 pm

Excelente,tuve que volver a tras y todo va perfecto,es casi una novela que lleva un ritmo intrincante,laberintico,pero muy bueno,hay simbolismos,y especulaciones que le hacen muy amena y que atrapan.
Muy buena tu narrativa.

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MensajeTema: Re: Las memorias de Salitrea: Primera Parte   Las memorias de Salitrea: Primera Parte Icon_minitimeLun Ago 04, 2008 8:19 am

Entonces habrás estado un buen tiempo leyendo, pero me alegro de que disfrutases y te entretubiese Smile. Gracias por pasar y comentar compañero, un abrazo Wink
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MensajeTema: Re: Las memorias de Salitrea: Primera Parte   Las memorias de Salitrea: Primera Parte Icon_minitime

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