¿Tomas chocolate mi amor?

Juanita ya entrada en la madurez se levantaba hacia las 6 de la mañana.
Luego asistía a la misa donde elevaba sus oraciones al cielo, pero no eran escuchadas ni por el mismo diablo, los oídos de Dios se volvían sordos ante la petición de ella. Un día disgustada se cansó de pedir; prefirió llevar otro estilo de vida. No volvió a asistir a la iglesia, solo la miraba a través del gran ventanal que tenía en la cocina. Era una mujer muy pulcra con su ropa, siempre su vestido lo cubría con una gran mantilla de colores (cada día una diferente).
Una vez al mes amasaba el pan para acompañar la taza de chocolate diario que expedía un exquisito olor. Organizaba la mesa con esmero para luego empezar el ritual acostumbrado: bebía cada sorbo y levantaba la cabeza para mirar al frente y sonreír plenamente, así terminaba con su desayuno.
A Juanita sólo la acompañaba un micifuz color cobrizo y negro que ronroneaba moviendo su cola como señal para pedir unas migas de pan, pero Juanita ensimismada en su actitud diaria no le prestaba atención al gato.
Un día, éste de tanto oírla formular la misma pregunta por fin entendió el lenguaje de ella: ¿Tomas chocolate mi amor?
El gato celoso de la mirada de Juanita decidió poner sus patas sobre la mesa para mirar el intruso que le robaba el amor y la atención de su ama.
Pero éste sólo encontró la imagen de ella a su lado en el gran espejo que tenían al frente... Gato y ama continuaron con la misma tradición a la misma hora durante muchos años. Murió micifuz contento porque el intruso nunca llegó.

Que linda historia, cada imágen se presenta en cada línea querida amiga y hasta pude percibir el olor de ese chocolate caliente y espumoso.

Un lindo escrito y que bien por micifuz, el celoso amor de Juanita.

Un abrazo y un placer leerle.

Blanca

Otro buen final, muy ricardiano.
Ethel, tenés que operarte más seguido. Me encantan estos micros, pero confieso que es un gusto personal. Es cierto que hay una edad en que convivimos más con el espejo que con el prójimo.

Ahhhh... el chocolate, el elixir que los emperadores aztecas dedicaban a los dioses y luego vinieron esos cabrones de los españoles y se lo llevaron!
Dicho esto con todo el cariño y admiracion que le tengo a la Madre Patria:
"Granada, tierra soñada por mi
mi cantar se vuelve gitano cuando
es para ti..."


Eh... en que estabamos? Ah si! tu texto.

Bien, me parece que a Dios, bueno, al que Juanita fervientemente rezaba, le fastidiaba la vanidad de nuestra protagonista a grado tal que cerro sus oidos a tales plegarias al ver que en lugar de contemplar a la imagen de la virgen, se contemplaba a ella misma en el espejo. Me encanta leer y escuchar esa hermosa palabra: micifuz. Es como la canela que debe llevar el chocolate, en este caso prodiga al texto con ese aroma inconfundible a viejo, a antiguo. Lastima que esa palabreja, entre otras muchas esten destinadas a quedar ahi, en los diccionarios y en el recuerdo de quienes aun podemos cruzar a otras dimensiones mediante el ritual de beber sorbo a sorbo una buena taza de chocolate... el té? el té que lo beban los descoloridos europeos y los orientales.
El chocolate es nuestro, de los latinoamericanos!

Cuando dije "europeos" me referia concretamente a los ingleses, Satan me libre de agraviar a la Madre Patria y a mi Andalucia querida!

Muchas gracias a ustedes por sus comentarios...

Feliz semana!... Un abrazo