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| Frutilla, chocolate y sambayón. | |
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+8Azucena Antonio manuelchocano Mateo Ciudadano del Mundo sgrassimeli Laín antifaz 12 participantes | Autor | Mensaje |
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antifaz Escritor activo
Cantidad de envíos : 3642 Fecha de nacimiento : 23/07/1958 Edad : 66 Localización : Villa Colón - Montevideo Fecha de inscripción : 24/09/2009
| Tema: Frutilla, chocolate y sambayón. Jue Ago 05, 2010 4:42 am | |
| Hay certezas que sólo pueden existir en la adolescencia. Algunos las guardan inconfesas, otros quieren exorcizarlas. No sé qué es lo correcto ni me interesa, ésta es mi historia.
Por aquel entonces el balneario era de medio pelo, tal como mi madre podía pagar. Bastante agreste, lo caracterizaba un chorro de agua subterránea que vertía sobre la barranca de la playa en caída libre. En él los bañistas se sacaban el salitre haciendo prestidigitaciones con las pastillas de jabón que entraban por un lado del traje de baño y salían por otro. Sobre las piedras quedaban tantos restos, que con mucha suerte se evitaba el porrazo.
Ese año mi madre no consiguió licencia en temporada y fuimos el mes anterior. Había poca gente y menos de mi edad. El lugar más popular, con maquinitas, pool, futbolitos y tejo, estaba semivacío. Aunque como de costumbre, para los buenos juegos había que esperar que el suertudo de turno terminara el montón de fichas que se había comprado. En la heladería no había problemas, casi te aplaudían si entrabas por ocio. El clima era bueno pero fresco y algo ventoso, y sólo las viejas se asoleaban en la playa.
De repente, un día de tantos, iba en bicicleta a toda velocidad haciendo uno de los típicos mandados de mi madre que siempre olvidaba comprar algo, y la vi: ¡una sonrisa en marco de oro! Fue como un relámpago en el alma. Volví inmediatamente pero no estaba y me quedé prendado de la fugaz visión.
Dediqué mis días a cazarla y mis noches a evocarla. Recorrí agua, arena y rocas; comercios, jardines y ventanas; todas las casas y todas las calles. Si la presentía en algún sitio no dejaba de rondarlo con paciencia. Fue una búsqueda meticulosa y obsesiva, sigilosa y vehemente, egoísta de su secreto.
Entrada la noche salía buscando el lugar más oscuro que nunca era lo suficientemente, y bajo el cielo estrellado y sobre la arena fría, desfogaba mis anhelos con la esperanza de que la intemperie pudiera llevárselos. Días que ahora parecen horas y mañana serán minutos, signaron mi vida como una frontera impregnándola de un sabor que permanece incólume.
¡Y por fin la encontré! Estaba comprando helado en el carrito de una plaza. Aunque de espaldas, fue como si todo el universo la espejara. Solté la bicicleta que desapareció entre mis piernas y corrí sobre todo lo que había, a ella que se volvió tratando de enfocar lo que se le abalanzaba. Nos vimos primitivamente, para toda la eternidad.
A lo mejor el heladero quedó esperando que pidiera, yo sólo sé que me llevaba, que caminábamos juntos, que me hablaba y talvez yo también lo hiciera, que era una delicia verla mirarme mientras besaba su helado de frutilla. Y sé, sobretodo, que pudo ser la tarde más feliz de mi vida, si el banco al que me conducía hubiera estado vacío. Pero allí estaba, inexplicablemente sentado, esperando que llegásemos, un muchacho de color de nuestra edad.
Contrariado, con la amargura de comprobar que existía otro mundo allende a mis deseos, procesé vertiginosamente las posibilidades. Acaso fuera el canalla del padre, seguramente un alcohólico empedernido, que abandonado por la esposa (¡cómo sufriría mi ángel!) había formado un hogar con una mujer de raza negra por despecho (¿quién más lo aceptaría?), imponiendo ahora (hora del perdón) a este hermanastro que mi diosa aceptaba con prodigiosa bondad. O quizás fuese un tío libertino (sin duda la oveja negra de la familia) el origen de este primo con quien desde la niñez cultivaba los lazos de la consanguinidad, demostrando mi santa que no hacía diferencias entre sus parientes.
Por enterarme de que se llamaba Romina pagué que el otro era Fabio, un amigo que conociera en el balneario esa temporada. Resistí el impacto pensando que únicamente un corazón puro podía albergar tanta generosidad y me perdí definitivamente en el canto de sirenas de su conversación, hasta el punto en que no hubo nada más, ni siquiera cuando las hebras de oro espantaban la mariposa de su sonrisa hacia él.
Como ritual sagrado, llegábamos a la plaza cada cual por su lado a la misma hora y comprábamos cada quien su helado, frutilla, chocolate y sambayón, para sentarnos en la sombra densa del banco que se convertiría en nuestro barco.
Y en la oscuridad de mi dormitorio, a solas con mi tormenta, pasaba de un sueño a otro visitando el templo de su sonrisa gracias al montón de discretas recopilaciones. Pero por desgracia, en mi fidelidad no lograba aislarla. Y si el contorno del pecho se alzaba por la risa, era contra el fondo de otra remera. Y si descubría el campo de miel entre su ombligo y la pollera, detrás aparecía un muslo magro refractando al día. Y cuando el cuello se torneaba por la sorpresa, lo recortaba la arena oscura del rostro intruso.
Pero el banco seguía navegando incólume al clima de las tardes y la familiaridad nacía de su costumbre de tocar a quien hablaba. Lejos de disfrutarlo, tenía que evitar incendiarme y apretaba las piernas haciéndome más notorio y las volvía a aflojar tocando las suyas que era aun peor. Tuve que apelar a las peores inmundicias, perdiendo el hilo de la conversación, para poder desinflamar la zona. Y como cree el ladrón que todos son de su condición, no dejaba de espiar la tienda enemiga. ¡Casi lo mato, era tan adhesiva que hasta una monja lo hubiera dibujado de memoria!
Echado en la cama, con las manos en la nuca y siendo ya experto en cómo pasearíamos nuestras horas juntos, la sentía frágil y tímida, alegre, feliz, toda sentimientos y dulzura, e inventaba mil caprichos que satisfacerle superando cualquier vergüenza. Pero por más que me esforzaba, no lograba el esplendor de su cuerpo desnudo; ninguna imagen de archivo le correspondía.
Cada vez los varones llegábamos más temprano y fingíamos no vernos hasta que amanecía la mano saludándonos desde lejos. Mas fue inevitable que nos conociéramos, Fabio estaba lejos de ser la mascota que yo hubiese deseado. Fragmentos de nuestras vidas perforaron las corazas y se instalaron tercamente como datos precisos. Romi sería asistente social, ¡cuando no!, él pondría una casa de artículos deportivos allí mismo en el balneario y yo me tiraría a la medicina sin saber todavía en qué especializarme. Porque la idea de ser ginecólogo me parecía ahora de la más tonta.
Ya llegábamos más sobre la hora y nos sentábamos intercalando frases de ocasión hasta que Romi ocupaba su lugar. Sin embargo, el día que faltó supimos sobre qué abismo se tendía ese preciado puente. Todo intento por conversar fracasó y cruzamos excusas simultáneas para irnos. Pero al siguiente volvimos a navegar y Romi, más espontánea todavía, deslumbraba. Henchidos por la admiración con que nos alentaba, rezumábamos satisfacción cuando nuestros destinos comenzaron a enriquecerse con el aporte ajeno. Y fue natural que me consultara por la salud de los niños que tendría a cargo y a él sobre los deportes que debían desarrollar.
Por un tiempo demoré mi ambicioso objetivo y fuimos tres amigos equidistantes. A cambio, por primera vez nos sentimos dueños de nuestras vidas y las entregamos generosamente en un viaje que prometía no tener fin. Pero jamás claudiqué en mi deseo y me juré tenerla sin importar lo que costase. La paz implícita serenó mis noches aunque curiosamente me exigí más audacia en lo privado.
Fabio se quebró un brazo y la oportunidad me cayó encima con la guardia baja. No bien pensaba que ya caminábamos tierra adentro buscando la dirección de su casa. Condolida, Romi me dejó consolarla a través de la mano que apretaba suavemente. ¡Ah, si esa caminata hubiese sido interminable! Yo tan hombre calmándola, postergando mis ganas de besarla. Aunque al pasar por una heladería no pude evitar sentirme sucio de chocolate.
La madre nos recibió con incómodos silencios que parecían reprocharnos el calvario de su hijo. Pero Romi la besó y se abrió paso hacia un interior modesto y aseado a rajatabla. El escaso desorden que daba una pincelada de hogar, atañía directamente al monarca de esos lares. Fabio estaba desamparado y pudimos palpar su vergüenza. La sábana por la cintura y el yeso, a cual más blanco, le daban un aspecto de muñeco roto.
La presencia rectora de la madre atravesaba la habitación pujando con la dulzura de Romi, que preguntaba e historiaba cada objeto a la vista obligando a que Fabio se soltara. Yo contaba con que aquella dura mujer no permitiría que su hijo me sacara ventaja con su invalidez y me disculpo con que los celos son la cara sucia del amor. Pero se fue y la culpa me hizo ver fantasmas que hasta entonces no habían nacido. Estaban por donde mirara; en el abrazo del espejo y en el beso que reflejaba la ventana; en las manos que se tomaban sobre la cama y en los dedos que araban el pecho indefenso. Cerré los ojos y saboreé la dualidad de la pasión: furia y deseo, bronca y hambre. Y sobretodo, comprendí que no solamente éramos tres, sino los tres solos.
No pudimos ser en la plaza durante algunos días pero sí en mis noches donde me habitué a las fantasmagorías previstas. Delineé el trazo de los dedos y vi cómo la sangre se retiraba del pecho para que la caricia calara más hondo y seguí las evoluciones de la mano que en espiral se acercaban peligrosamente a la sábana hasta rebasarla. Ya no mandaba en ese mundo oscuro y complejo y siendo prisionero me sentí libre. Descubrí que no hay mayor placer que el que se causa sin saber, que el goce se desnuda hasta el alma, que la satisfacción es pura en sí misma sin importar qué la causa.
Y llegamos a puerto. Nos engañamos con que el año pasaría volando y otra vez estaríamos juntos, mas el naufragio era inminente y la pregunta me nació espontánea: ¿y bien, qué preferís, chocolate o sambayón? Quedó desconocida en la traición, quizás porque no sonreía. Y como siempre, nos llevó consigo. Portábamos nuestros helados como ridículas antorchas, símbolos que ya no nos complacían. Llegamos con las primeras gotas chorreándonos las manos y entonces ella, cuándo no, en vez de sentarse aplastó el cucurucho contra el banco. Lo contemplamos un instante, como si fuera obra en exposición, hasta que Fabio puso el suyo encima y yo lo imité de inmediato. Nos fuimos riendo, felices de dejar allí la flor desnuda de nuestros deseos.
Lo demás, lo de hoy, lo de siempre, sólo a nosotros nos concierne. Hay certezas que sólo pueden existir en la adolescencia. No sé qué es lo correcto, ni me interesa. Ésta es mi historia.
Última edición por antifaz el Jue Ago 05, 2010 5:36 am, editado 3 veces | |
| | | Laín Escritor activo
Cantidad de envíos : 1174 Fecha de nacimiento : 10/09/1971 Edad : 53 Localización : Chile Fecha de inscripción : 06/07/2009
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Jue Ago 05, 2010 5:02 am | |
| No sé, no sé; me pasé muchos rollos con esta historia, amigo Antifaz. Qué habrán hecho esos tres? Como sea; lo correcto hoy a mí; tampoco me importa. Pero ésta es tu historia... Muy,muy entrete.Me encantó leerla. salu2 | |
| | | sgrassimeli Escritor activo
Cantidad de envíos : 5984 Fecha de inscripción : 07/04/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: POEMA EXCEPCIONAL: CUANDO ME NOMBRAS- a la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Aportes a Letras y Algo Más Premios: 2º Lugar Concursos Letras y Algo Más
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Jue Ago 05, 2010 10:27 am | |
| " Llegamos con las primeras gotas chorreándonos las manos y entonces ella, cuándo no, en vez de sentarse aplastó el cucurucho contra el banco. Lo contemplamos un instante, como si fuera obra en exposición, hasta que Fabio puso el suyo encima y yo lo imité de inmediato. Nos fuimos riendo, felices de dejar allí la flor desnuda de nuestros deseos." Todo el texto es disfrutable, pero este final tiene una poesía increible..."Lo demás, lo de hoy, lo de siempre, sólo a nosotros nos concierne" y sip, sólo a los personajes. Un acierto el título (como algo simbólico a mi entender también). | |
| | | Ciudadano del Mundo Escritor activo
Cantidad de envíos : 1554 Fecha de nacimiento : 02/05/1990 Edad : 34 Fecha de inscripción : 06/03/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: - a la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Aportes a Letras y Algo Más Premios: Mención Especial en el Primer Concurso Conjunto de Fotografía
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Jue Ago 05, 2010 6:04 pm | |
| Un relato que me cautivo, con un aire de poesía adolescente entre sus letras.Un helado que marca ese pasaje de adolescencia a juventud, secretos de a tres que hacen que el lector quede enganchado. Una historia de antologia amigo, Te felicito. | |
| | | Mateo Escritor activo
Cantidad de envíos : 5303 Fecha de nacimiento : 18/11/1993 Edad : 31 Localización : Montevideo-Uruguay Fecha de inscripción : 07/08/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: - a la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Aportes a Letras y Algo Más Premios: 2ºLugar Concurso "Ecología", parte Textos, Octubre de 2010
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Jue Ago 05, 2010 8:42 pm | |
| ME GUSTO, AUNQUE POR MOMENTOS HAY MUCHA POESIA, YO VEO COMO SE VA DERRITIENDO LA INOCENCIA JUNTO CON EL HELADO,Y EL TIEMPO DEFINITIVO DE CRECER CUANDO LO APLASTAN EN EL BANCO. ME GUSTO....YO QUIERO UNO DE CHOCOLATE TODAVIA _________________ El amistad mejora la felicidad y disminuye la tristeza, porque a través del amistad, se duplican las alegrías y se dividen los problemas.
Mateo
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| | | manuelchocano Escritor activo
Cantidad de envíos : 533 Fecha de nacimiento : 07/01/1978 Edad : 46 Localización : Guatemala/Capital Fecha de inscripción : 23/03/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: Mención: Premios:
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Vie Ago 06, 2010 2:57 pm | |
| Me encantó, lo peor es que no sé que diablos comentar, me quedé evocando, pensando, recordando, que todos con helados, sin helados, con bicicleta o a píe, tuvimos una Romina retandonos a ser lo que fuimos o lo que seriamos. Un abrazo. - Genio- | |
| | | Antonio Escritor activo
Cantidad de envíos : 253 Fecha de nacimiento : 23/08/1942 Edad : 82 Localización : Uruguay Fecha de inscripción : 23/07/2010
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Vie Ago 06, 2010 3:01 pm | |
| Sin comentarios.Un texto que se difruta, que evoca,y que nos deja con sabor a helado en la boca. | |
| | | Azucena Escritor activo
Cantidad de envíos : 667 Fecha de nacimiento : 22/07/1969 Edad : 55 Localización : Mexico Fecha de inscripción : 06/03/2008
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Sáb Ago 07, 2010 4:01 pm | |
| Excelente, desde el titulo el autor nos presenta un relato original, llevadero y con una analogia entre esos helados y la vida de los personajes. Felicitaciones un texto de gran nivel. | |
| | | Ricardo Cesar Garay Escritor activo
Cantidad de envíos : 2236 Fecha de nacimiento : 24/01/1948 Edad : 76 Localización : Haedo Buenos Aires Argentina Fecha de inscripción : 11/03/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: Mención: Premios: 2º Lugar en Concurso de Prosa Erótica
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Sáb Ago 07, 2010 4:31 pm | |
| Coincido con Azucena, un texto de gran nivel sobre todo por lo poético y descriptivo de la historia que se viste de adolescencia mezcla de inocencia y burbujeantes hormonas.
Un abrazo mi querido amigo. | |
| | | Madelen Escritor activo
Cantidad de envíos : 212 Localización : el mundo Fecha de inscripción : 19/05/2008
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Sáb Ago 07, 2010 5:56 pm | |
| y bueno, asi es la vida, como un helado, que antes de poder disfrutarlo, ya se nos esta derritiendo entre los dedos...y nos qqueda la duda de saber por que no lo chupeteamos antes,o que fue que nos distrajo. Paradojico y muy bueno | |
| | | Eleonor Escritor activo
Cantidad de envíos : 1213 Fecha de nacimiento : 21/10/1950 Edad : 74 Localización : De nuevo en mi paisito.URUGUAY Fecha de inscripción : 06/03/2008
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Dom Ago 08, 2010 6:40 pm | |
| Un cuento que tuve que leer dos veces pues no entendia la trilogia de personajes, pero que luego se me hizo ese tercer personaje, tan indeseable como el sambayon que no me gusta, no se por que me cayo antipatico el pobre,ja. Un pasaje de la adolescencia a la adultez, con los miedos propios, los sabores, y hasta las mañans propias de esa edad, que se van union en la historia a traves del helado. El fin de un verano, el fin de un helado...el fin de una etapa.Frutilla, chocolate..y el indeseable sambayon | |
| | | Invitado Invitado
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Mar Ago 10, 2010 10:31 pm | |
| Wow! Antifaz. No puedo agregar mucho mas a este estupendo trabajo. En mi opinion, excelente. De esos que se disfrutan de veras. Mi saludo, Jose |
| | | Etelsaga ADMINISTRADOR
Cantidad de envíos : 15488 Localización : Cali, Colombia Fecha de inscripción : 12/03/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: - A la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Aportes a Letras y Algo Más Premios: 1º y 3º Lugar en Concursos de Letras y Algo Más
| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. Miér Ago 11, 2010 12:02 pm | |
| Antifaz: un texto bien llevado, donde me recree lo suficiente para llegar a disfrutar de ese delicioso helado... Así es la juventud, se nos derrite y no nos damos cuenta...
"Portábamos nuestros helados como ridículas antorchas, símbolos que ya no nos complacían. Llegamos con las primeras gotas chorreándonos las manos y entonces ella, cuándo no, en vez de sentarse aplastó el cucurucho contra el banco. Lo contemplamos un instante, como si fuera obra en exposición, hasta que Fabio puso el suyo encima y yo lo imité de inmediato. Nos fuimos riendo, felices de dejar allí la flor desnuda de nuestros deseos."
_________________ La alegría se multiplica cuando la dividimos... Richard Bach....
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| Tema: Re: Frutilla, chocolate y sambayón. | |
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