[size=18Hay otros mundos, pero están en éste (Eluard).
Pese a que en algunas universidades se estudia fenomenología paranormal: apariciones espectrales, telequinesia (desplazamiento a distancia de objetos sin contacto material), levitación, psicofonías, nosomántica (prácticas de hechicería para curar las enfermedades), premoniciones, mancias (cartomancia, aeromancia, alectomancia, nigromancia...), desdoblamientos o ubicuidad, estigmatizaciones, formación de ectoplasma (supuesta sustancia que desprende un médium cuando entra en trance) y otros accidentes considerados anormales en la actualidad, no son pocas las personas que padecemos frecuentes sobresaltos por dichos motivos y otros no especificados que harían interminable la lista de eventos inconcebibles. La ciencia no tiene respuesta para estos casos, tal vez porque la correspondencia entre el coste de la investigación y el rendimiento económico posterior no favorezca los intereses empresariales. Con afirmar que se trata de supercherías o de supersticiones, queda resuelto un problema que afecta a gran parte de la humanidad. Sin embargo, todavía quedan personas (no necesariamente santificadas) que, venciendo las leyes de la gravedad, levitan. Inexplicable. ¿Qué sucede con la levitación? Nadie lo sabe. A lo sumo se teoriza, y algunos atrevidos (soy uno de ellos) especulan. Pienso que tal estado de ingravidez debe de ser efecto de una altísima vibración molecular causada por estados místicos -o emocionales- no detectables por el momento. En estas circunstancias, el cuerpo se inmaterializa (por llamarlo de alguna manera) y flota por ser menos denso que el aire. Por el contrario, no encuentro razones próximas a una explicación científica cuando se trata de la alectomancia. Que una persona adivine el porvenir -próximo o lejano- de un semejante valiéndose de interpretaciones del canto del gallo o por la piedra de su hígado, desborda mis posibilidades mentales. ¿Qué tendrá que ver el futuro de una persona con el cacareo? ¿O la vida amorosa de un ser inteligente con los posos de café? Bien cierto es que se dan numerosísimos casos de fraude por parte de visionaros, curanderos, nigromantes y toda una reata de vividores sin escrúpulos; pero también en algunas ocasiones, y no de un modo incidental, se nos sorprende con evidencias. En algunos países, la policía echa mano de ciertos experimentados videntes para sus pesquisas.
Hoy me propongo abordar un solo aspecto de la fenomenología paranormal desde un posicionamiento analítico. Como sabemos, tanto la materia como la energía son intercambiables. En la famosa ecuación de Einstein, basta con mudar de sitio los términos de la igualdad para que la masa se convierta en energía o, a la inversa, ésta se transforme en materia. Será necesario un complicado proceso tecnológico para conseguirlo, pero puede lograrse. Propongo, como ejemplo, conjeturar sobre las apariciones espectrales: visión de personas, o animales, fallecidos.
¿Alucinación?
La psiquiatría parece tenerlo claro, y de ello escribió Freud; mas caben otras posibilidades. Si alucinación significa forjar[se] en la mente una imagen falsa considerada como real y vemos a los pies de nuestra cama la fantasmagórica figura de la abuela desencarnada, tal vez se trate de una ilusión óptica, aunque no en todos los casos por causas patológicas. En cualquier circunstancia (así lo creo), el espectro no habrá de responder a una realidad física palpable, puesto que el ser visionado ya no existe. Esta idea es discordante con la convicción espiritista de que los desaparecidos “habitan” en una dimensión distinta a la de los seres vivos. Es cierto que en el universo nada se crea ni se destruye, sino que se transforma. Se trata, como sabemos, de una ley física incuestionable. Sin embargo, en consideración a que la vida inteligente está formada por órganos complejos, y aunque los esotéricos nos hablen de los cuerpos etérico, astral, mental inferior y superior, cuerpo causal del ego y no sé si de más formas de “vida” post mortem, lo cierto es que la materia organizada del ser humano queda dislocada cuando éste fallece, transformándose en átomos la vasta complejidad que lo animaba en vida. Por lo tanto, y a falta de pruebas que avalen las teorías espiritistas -que ni las niego ni las doy como buenas-, me quedo con la idea del notable físico teórico francés, Jean Charon, de que los átomos del ser pensante pudiera ser que quedasen impregnados de su psiquismo. Y es a partir de este punto de donde podemos especular sobre el tan controvertido asunto de las apariciones.
Mi casa, como sucede en todos los hogares de la tierra, conserva la impronta de las emociones, sentimientos y demás manifestaciones psíquicas familiares, infiltrándose nuestros átomos en la madera de muebles, puertas y ventanas, así como impregnado las paredes y la casa entera. ¿Qué tiene de novedad que en un momento dado, por causas tal vez desconocidas por la Ciencia, el psiquismo de una persona ya desaparecida para siempre se conecte con nuestra mente, que libera energía de modo continuo sin excluir los estados oníricos? En esta situación, o bien porque la persona fallecida tenía una gran obsesión, o tal vez porque al receptor le sucede lo mismo, la energía generada puede transformarse en una forma mental al estar alimentada por la psique. Otra cosa distinta será que en algún momento, cuando se propicie el fenómeno, sintamos terror, lo cual es lógico por lo que voy a decir con un sencillo ejemplo puesto por Ouspensky:
Imaginemos que la sombra de una gaviota tiene vida propia. Ésta, como es lógico pensar, nace, se desarrolla y muere en el espacio bidimensional. Si yo penetro en el lago donde la sombra tiene su dominio, ésta me verá en dos dimensiones. Pero si, por cualquier circunstancia, me observase por completo en mi espacio tridimensional, pensemos en el susto que se llevaría. Por lo tanto, como toda fenomenología paranormal tiene lugar (eso se dice) en la cuarta dimensión, cuando nos enfrentamos a un suceso de semejante envergadura, temblamos de miedo.
No deseo extenderme más por hoy. Prefiero tratar estos asuntos en sucesivas ocasiones para no cansar al lector. No obstante, pensemos que nada es milagroso, y que algún día la Ciencia nos explicará algunos fenómenos sorprendentes. Lo interesante es que vivimos en un mundo mágico.
En un próximo trabajo escribiré sobre los estigmas desde el punto de vista sobrenatural.
Augustus.
http://www.mundoculturalhispano.com/spip/article.php3?id_article=2154
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