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 Fusión XIII – Episodio 6 / “Instinto”

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Diegobh71
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Fusión XIII – Episodio 6  / “Instinto” Empty
MensajeTema: Fusión XIII – Episodio 6 / “Instinto”   Fusión XIII – Episodio 6  / “Instinto” Icon_minitimeLun Ene 17, 2011 12:59 am

“Hay momentos en la vida de una persona, que razonar no sirve de nada. El instinto es lo que te salva el pellejo y, eso me lo enseño mi perra” Del diario íntimo digital de Lila Mendelson.

“Maldición Chela, no es momento de jugar a las escondidas” pensó Lila mientras avanzaba sigilosa, pegada a la pared de la cubierta de mantenimiento, con la Mágnum 357 entre las manos.
Llego al primer recodo y se asomó muy lentamente para mirar por el pasillo izquierdo de la cubierta.
En el fondo una forma inequívoca se movía con cierta dificultad, arrastrando algo que parecía los restos de un animal. Al principio se quedó helada, no podía ser. No era tan tonta como para enfrentarlos. Cuando el carnicero levanto lo que sostenía todavía en su garra, una sensación de alivio y culpa se le fue al cuerpo, todo al mismo tiempo. No se trataba de Chela, pero sí de uno de las mascotas que vivían con los IA de servicio.
Marcus, así se llamaba el animal, no había logrado escapar de las garras del carnicero, un ser extremadamente sigiloso, asesino por naturaleza, producto de su constante hambre, al igual que las arañas de la tierra.
Todavía no se habían percatado de su presencia, gracias al calor reinante y la falta de ventilación, seguramente cortada por el tío pulgas desde la consola de mando que había en el comedor, para situaciones como esta.
Se deslizo nuevamente hacia el pasillo contrario y sin quitarles un ojo de encima, se acercó a la escotilla del área de servicio, donde se podía configurar todo el sector desde el panel de configuración de sistemas.
Eran cuatro en ese pasillo y posiblemente hubiera más en la cubierta. Tenía que contactar con pulgas pero para eso había que activar el panel.
En eso la usina de reciclaje comenzó a funcionar, produciendo un ruido ensordecedor. Lila no entendía lo que sucedía, pues eso solo se podía activar con la confirmación dactilar de un IA. Y no había nadie en la cabina donde estaban los controles.
Tomo coraje, con el arma por delante abrió la compuerta de la cabima de mando y en medio de ella estaba la perra sentada con la lengua afuera y la mano de uno de los IA en el piso entre sus patas.
-“Me vas a matar de un infarto”, le dijo al animal, feliz de verla con vida todavía.
-“Tenemos que irnos de aquí”, pero no alcanzo a terminar la frase que Chela se había escurrido por la escotilla hacia los pasillos de mantenimiento.
Lila se quedó mirando la compuerta entreabierta, simplemente musito –“Maldición” y, se deslizo hacia el pasillo dispuesta a tirar a cualquier cosa que se moviera hacia ella, con intenciones non santas.
Si bien el ruido era infernal, tanto ella como los carniceros no podrían orientarse por el sonido. Pero, la diferencia auditiva para ellos era enloquecedora, mientras que Lila estaba acostumbrada. Recorrió varios metros por el pasillo, cuando de pronto detrás de una caja de maquinaria, se alzó una garra afilada cayendo directamente hacia su cabeza. Lila salto de costado, pues había visto la sombra a duras penas. Disparó directo a la garra, que voló en pedazos, dejando al carnicero con uno de sus brazos sangrando; pero más cabrón que nunca, pues enseguida arremetió de nuevo con el brazo sano sin dejar tregua a la niña. Volvió a disparar, pero con tan mala suerte, que apenas pudo sacarle gran parte de una de las orejas. El carnicero ni se inmuto, había olido a su presa y estaba sediento de sangre y venganza, por su garra perdida.
En ese instante, algo hizo tropezar al carnicero, una y otra vez. Lila, logro gracias a eso correrse hacia un costado y apuntar mejor su arma, directo a la cabeza. Cuando vio que aquello que hizo tropezar al intruso, era Chela, se acercó lo más que pudo y gatillo sobre la sien del mismo. Una oleada de sangre broto de aquella cabeza, bañando parte de las paredes y a Lila casi en su totalidad. Cayo seco al piso de la cubierta, con la cabeza abierta como un melón podrido.
Lila, miró a su perra que asomaba entre las piernas del monstruo y solo atinó a decirle: -“Gracias amiga… ahora por el amor de dios vámonos de aquí”, y las dos corrieron por la cubierta abriéndose paso entre los desechos que aquellas bestias habían provocado.
Pero nada habría de terminar tan fácilmente. Los carniceros a pesar del ruido enloquecedor, no dejaban de oler todo lo que tenían a su alrededor y, eso los había conducido hasta el corredor por donde ellas habían emprendido la retirada. Enfrascados en su sed de sangre, olieron también al carnicero muerto y sin reparar en su cuerpo desmembrado, simplemente se largaron a la carrera de pos de sus presas.
Faltaba poco para terminar de cruzar la cubierta cuando de sorpresa un carnicero apareció frente a ellas, casi encima de Lila, quien apenas pudo gatillar la mágnum. La bala pego en el hombro del carnicero, pero no impidió el golpe en la cabeza de Lila, que cayó inconsciente en el piso.
Todo se volvía negro, en medio de un ensordecedor ruido de maquinaria, sentía que todo se le escapaba de las manos, de su cabeza, de la realidad y era arrastrada hacia algún rincón oscuro y lleno de furia ajena a ella.
Nunca supo que ocurrió, ni que paso con chela, cuando ella recibió el golpe en la cabeza. Cuando despertó, se encontró atada a uno de los caños de la tubería principal de mantenimiento y con un fuerte dolor en la cabeza y en un costado del cuerpo. De su arma, sin novedad, quizás alguno de los carniceros se la había quitado arrojándola en algún lado del área de mantenimiento.
No sabía cuánto tiempo había pasado y si todavía el tío pulgas estaba en control de las cubiertas superiores, lo único que tenía claro era que si había una posibilidad de liberar a la granja de esas bestias, dependía de ella, siempre y cuando pudiera sacarse las ataduras.
El silencio reinante en la cubierta, daba idea de que posiblemente había logrado apagar la usina de reciclaje o la habían destruido. El dolor de cabeza persistía y no la dejaba pensar con claridad. Respiro hondo y dejo que sus sentidos tomaran su lugar, asociando cada una de sus percepciones y montando en su mente una idea de su situación.
Pero se sentía débil, el golpe había sido muy fuerte y no podía concentrarse. Decidió entonces dejar pasar un rato más antes de hacer otro esfuerzo.
No supo cuánto tiempo pasó, pero sí que lo que la despertó fue algo soberanamente desagradable. Un carnicero, encaramada sobre su cuerpo estaba olfateando muy de cerca su herida, tanto que sintió un contenido escalofrío de miedo de solo pensar que podía perder la vida, sin ni siquiera poder defenderse.
No hizo falta, pues otro de los carniceros, por lo visto no estaba de acuerdo con que uno solo tuviera derecho al botín, comenzó a pelear con el primero que había estado oliendo a Lila. Era el momento indicado, debía hallar la forma de poder desatarse y echar a correr y esconderse en algún lugar donde no la pudieran encontrar. Debía llegar al hangar don niveles más abajo.
Los carniceros tenían la particularidad de no ser demasiados civilizados a la hora de compartir las cosas. En realidad nunca compartían, ni siquiera se guardaban las presas para después; esta era la primera vez que hacían las cosas de otra manera.
Pero el instinto lo mantenían intacto, la ley del más fuerte diría quien se quedaba con la presa, siempre y cuando esta no lograr escapar. Mientras Lila trataba desesperadamente de aflojar las ataduras, los carniceros, se daban de golpes y contragolpes, provocándose heridas importantes.
En un momento dado, cuando Lila había logrado liberar una de sus manos. El carnicero que la había olfateado, voló literalmente por los aires y se estrelló contra una de las paredes cercanas a ella. Se quedó quieta, algo le decía que ni siquiera debía respirar…
El carnicero que había arrojado a su congénere contra la pared seguía arremetiendo contra su cuerpo con la misma furia con la que había empezado al principio.
Al cabo de un rato, por cansancio o porque ya no se movía el cuerpo de su contrincante, decidió parar y retirarse, por el pasillo, desapareciendo entre las sombras. Lila, había liberado ambas manos, pero no se atrevió a moverse para no provocar ruido que atrajera al carnicero. Mentalmente, reconstruyo el área donde se encontraba, para poder idear una ruta de escape. Las es cotillas más cercanas llevaban hacia las cubiertas inferiores, por medio de un pasillo con suficientes escaleras como para tropezar y quedar atrapada en poco tiempo, si alguno de los carniceros decidía saltarle encima, pero debía correr el riesgo. Si llegaba a los niveles inferiores, podría alcanzar el hangar y allí era otro cantar, pues además del mecha había un sinfín de “armas improvisadas” que podía utilizar.
Lentamente, se incorporó y sin hacer el menor ruido posible, se deslizo hacia la compuerta, estaba entreabierta, pero no lo suficiente. La empujo muy despacio para evitar ruidos, pero no lo suficiente, apenas un chirrido, hizo que otro sonido más aterrador surgiera desde el fondo del pasillo. El carnicero herido, volvía a la carrera. No había más remedio, Lila, paso del otro lado de la compuerta y la cerró con un ruido estrepitoso, justo a tiempo para que el carnicero, se estrellara contra ella. Sin pensar, se echó a correr escaleras abajo, con la esperanza de poder llegara tiempo al hangar. En ese instante, Chela se le cruzo por la cabeza, que había sido de la perra. Si era inteligente como siempre lo demostraba, seguro había logrado escapara para los niveles inferiores o había vuelto con Pulgas. De todas formas muy poco podía hacer por ella ahora. Solo tenía que llegar al hangar, tomar el mecha y rogar que el sistema se activar por completo antes de que esas bestias llegaran hasta ella.
Sintió un estruendo. Supo entonces que la puerta había sido derribada y que el carnicero se lanzaba escaleras abajo, para cazarla. No podía perder más tiempo, apretó el paso y justo antes de llegar a la compuerta del hangar vio una sombra que entraba corriendo en él. Se detuvo en seco. No podía tener tanta mala suerte, uno delante otro detrás y sin la mágnum. Pero no lo pensó, siguió corriendo y se metió al hangar, si algo la estaba esperando, iba a tener que atraparla primero.
A primera vista no había nada en su camino, ¿acaso su imaginación le había jugado una mala pasada? Siguió su camino hasta el mecha cautelosamente. Le faltaban apenas unos pasos, para llegar a la plataforma de la cabina, cuando la sombra apareció nuevamente.
Frente a ella moviendo su cola, estaba Chela, con la mágnum 357 entre los dientes.
Lila no podía creer lo que sus ojos veían. La perra se las había arreglado para escabullirse de los carniceros y salir de ese infierno, y como si esto fuera poco, había rescatado su arma, lo que quería decir que Chela, en realidad no se había fugado a un lugar más seguro, había estado con ella todo el tiempo, pero a resguardo de esos cerdos.
Tomo el arma del aboca del animal y la acarició con ganas.
_”No me vuelvas a hacer esto, de escaparte”, le reprendió Lila
La perra, simplemente la miro y luego le lengüeteo toda la cara
-“Esta bien, calma ya entendí. Ahora vamos a poner a funcionar el mecha”, dijo mientras dejaba a la perra y accionaba los comandos del panel auxiliar. Acciono el comando de reconocimiento de ADN y coloco la bolsa de orina del tío Pulgas sobre el analizador. Entonces, una aguja pincho el paquete, de la misma manera que pincharía un dedo para dejar salir sangre. Succiono el líquido y analizo.
-“Análisis, completo, ADN identificado”, dijo el ordenador y agrego a continuación: -“Establecer comandos”
Lila se apresuró a escribir en el teclado, “autorización piloto auxiliar Lila Mendelson, mecha 005739, armamento completo.
-“Comando recibido y ejecutado. Piloto Lila Mendelson autorizada. Meca activado”
El droide del hangar se activó y a los pocos segundos ciclo, el armamento estaba montado sobre la armadura del mecha. Lila acaricio nuevamente a Chela y le dijo, -“Gracias amiga ahora me toca a mí defender todo esto, ahora ve con el tío Pulgas y cuídalo”.
Se subió a la cabina del mecha, se aseguró en su asiento y quito los seguros de amarre del robot armadura.
En ese instante dos carniceros seguidos de otro grupo, entro al hangar donde estaba Lila.
-“Muy bien, imbéciles, si quieren mi carne venga por ella. Hijos de su madreeee!!!” grito ella y, se lanzó sobre ellos con ráfagas de metralla de alto calibre.


Nota:
IA. Inteligencia Artificial, se denomina coloquialmente de esta manera a los droides de servicio dotados de cierta capacidad de discernimiento programado, para lograr su trabajo.

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