Fusión XIII – Episodio 4 / “La cena está servida”

“La peor pesadilla de un piloto de deslizadores, es que lo trasladen a Fusión XIII”, declaraciones de un sobreviviente del deslizador de carga “Casino”, primer servicio permanente en el planeta.

Lila sabía que la única manera de perdurar, era apostando al mismo juego que la mayoría de los habitantes humanos y no tanto, ponían en práctica sobre la superficie.
Más rápido, más ágil, más fuerte, más despiadado… y, por sobre todas las cosas, nunca ser la presa.
Activó el comando de protocolo de evacuación del módulo y, deslizó en el teclado los códigos de armamento. El bio-escáner no paraba de pitar, mostrando en sus lecturas cuatro formas de vida de grandes proporciones, moviéndose hacia ella, sin parar.
Los Saurios.
-“T menos 10 segundos ciclo“, sonó el parlante de su cabina.
El bip del escáner sonaba cada vez más rápido.
-“T menos 5 segundos ciclo”, volvió a escucharse.
La compuerta del modulo rechino un poco y un instante después fue expulsada. El agua del pozo de los muertos comenzó a entrar de forma contundente. En ese instante un fuerte golpe sacudió el módulo, volteándolo por completo.
-”T menos 3 segundos ciclo”, Lila estaba perdiendo la paciencia.
Mentalmente, contó los dos últimos segundos, pero otro golpe le impidió disparar los propulsores del mecha (1). La maquina se deslizo de costado, había que salir pronto o sería demasiado tarde para cualquier cosa. Encendió los propulsores a máxima potencia. La armadura se elevó, segundos antes que un Saurio aplastara lo que quedaba en pié del módulo, logrando salir a gran velocidad y, ganando altura.
Sobrevoló por unos instantes la zona y, lentamente se dejo caer, reservando potencia. Al llegar al agua aceleró nuevamente, deslizándolo por la superficie sin tocarla. La intención era convertirse por unos momentos en aquello que no debía, la presa.
Mientras por encima de la corriente, en la torre de salto, el Pulgas monitoreaba todo los sucesos.
-“¿Qué carajos?”, pensaba en voz alta, “esta demente, si piensa hacer lo que parece”.
El monitor del radar mostraba la ubicación del mecha y, cuatro formas de vida detrás. No podía hacer nada más que rezar a los dioses, porque su sobrina no se convirtiera en la cena de los Saurios.
La conocía demasiado bien, como para saber que haría lo que fuera necesario para poder lograr su objetivo. Era testaruda y perseverante cuando se trataba de llegar a sus objetivos y esta no iba a ser la excepción.
Lila se deslizaba a gran velocidad, apenas rozando las aguas del pozo, sabía que los saurios eran excelentes en su medio casi insuperables, pero ella tenía un as en la manga que ellos no.
Sofreno el mecha para quedar prácticamente al alcance de las mandíbulas del primero de ellos, el saurio la perseguía debajo de agua como una flecha que vuela a su blanco. Ella estaba pendiente, escuchando como se acercaba, escuchando atentamente el pitido casi infernal del radar de aproximación. Y así, como un terremoto que se sacude sin avisar, el saurio surgió de entre las aguas, con las fauces abiertas tragándose a Lila en su mecha. Colapsando como lo hacen las ballenas sobre el agua y, sumergiéndose en la oscuridad del pozo de los muertos.
Dos, cuatro, seis largos minutos. Desde la torre de salto Pulgas empezaba a pensar en lo peor, el silencio era casi contundente. Los saurios parecían haber engañado a su sobrina. Acaso había sido demasiado poco astuta en su accionar.
Las aguas el pozo de los muertos era conocida por ese nombre gracias a la gran cantidad de víctimas que los saurios se habían cobrado en ellas.
Lila parecía ser una más.
Pulgas, con su cronómetro en mano ya había dejado de mirarlo. Las agujas corrían locas marcando tiempos imposibles de aguantar debajo de la superficie, cuando el radar volvió a marcar una nave surgiendo de las profundidades. Entonces sonrió.
Lila, había sido tragada de un solo bocado, por el más grande de los saurios que la perseguían. Cuando este hubo cerrado sus fauces, simplemente se dejo llevar, hasta que activó los amarres de anclaje. De sus extremidades el mecha lanzo, pequeñas puntas afiladas con cable que se aseguraron en las paredes del monstruo – dicho sea de paso con extremo dolor -, comenzó la cuenta en paralelo con la profundidad. Cien, doscientos, doscientos cincuenta, y gatilló el control de armas. Una ráfaga de calibre 40 se estrello sobre las paredes del animal, causando que este se retorciera y sacudiera de dolor. La sangre brotaba por su interior a raudales. Tanto que poco a poco se fue ahogando. Lila no dejaba de disparar, tenía que salir de ahí, aunque más no fuera a través de él.
Y así lo hizo, cortando literalmente a balazos el cuerpo del saurio, se abrió paso para quedar flotando en las aguas, mientras los otros se peleaban entre sí por comerse a su congénere.
Mientras el mecha navegaba a la superficie para luego elevarse y deslizarse a tierra firme, Lila, con una sonrisa en su carita angelical pensaba “Señores, la cena está servida”
El día aún no terminaba, dos cargamentos más había para subir y la gratificación de haber salvado el pellejo, por ahora.


Notas:
(1) Unidad robótica de alta tecnología, con forma humanoide, que puede ser piloteada por un ser humano u otra raza, generalmente para usos bélicos.

Es cierto que este episodio es corto. La historia sale así. ya vendrán textos mas largos. os prometo y si no bueno, sera de lectura breve y audaz (JA!)

Interesante se ha puesto está historia, que llevas con fluides y destreza, donde a pesar de la ficción la historia se entiende con facilidad.
Sigo.