Infierno en el Infierno. (Crónica).

Tema: Infierno en el Infierno. (Crónica). Vie Dic 10, 2010 12:30 am

Cuando me disponía a escribir acerca de las aventuras de nuestros 33 mineros que, gracias a la unidad del mundo entero, se salvaron de morir casi a 700 metros de profundidad; y … comenzamos otra pesadilla.
Encendí el televisor en la madrugada, francamente pensé varios segundos que estaban dando una película. Un edificio en llamas muy brillantes al más puro estilo de Hollywood, hasta que el periodista destacado en el lugar comentó que seguían llegando bomberos a la cárcel de la comuna de San Miguel, aquí en Santiago.
Me acomodé en la cama, quedando sentado, para ver con horror que se trataba de una terrible realidad. Había visto hace tiempo por TV la noticia del “Incendio en la Torre” San Borjas en el centro de la capital, nombre que le pusieron la gente de la prensa por ser muy parecida a la película que fui a ver al cine con mi esposa. En aquella época no sabía de qué se trataba exactamente, pero ya en la mitad de la función quería retirarme y Nany comenta, cuando llega el caso, cuanto temor le tengo al fuego.
Como ex policía pensé en el terrible castigo que daba Dios a los delincuentes, pero al rato debí comenzar a rogarle al Todopoderoso que tuviera misericordia de aquellos presos que, por falta de personal en el Servicio de Gendarmería –institución uniformada y armada destinada al cuidado de las prisiones- no había sino CUATRO vigilantes para cuidar a unos 900 presos. Estos cuatro valientes héroes, quemándose las manos y la cara, según supe después, lograron abrir los candados de los dormitorios de los internos y salvaron a unos 70 internos.
Mi aflicción aumentó cuando supe que los bandidos más infames que debían dormir en esa ala de la construcción, aprovechando su enorme cantidad arrojaron del dormitorio, ubicado en un piso inferior y que está en mejores condiciones, a los delincuentes novatos, a gente honrada que por haberse trabado en riña lesionó a otra persona, otro por vender en las calles CD “pirateados” o copiados e incluso un joven que fue sorprendido bebiendo alcohol en la vía pública y que no pudo pagar la multa. Debieron entrar contra su voluntad al maldito dormitorio de hampones más avezados, donde se inició en la madrugada una reyerta. Uno de los bandidos encendió un lanzallamas de fabricación casera con un balón de gas y un caño; en el ardor de la lucha, se quemaron los colchones y se inició el trágico incendio.
Hipnotizado, sin poder dejar de mirar la enorme cantidad de fuego que salía de un piso alto, pensaba que no podía ser que un edificio de concreto armado pudiera echar tantas llamaradas como si fuera una edificación de madera.
Sin embargo, aquello que me será imposible olvidar, fueron los gritos de aquellos seres humanos que estaban pagando una condena contra la sociedad. Eran alaridos desgarradores que partían el alma; creo que la TV nunca más los va a dejar oír, tal como sucedió con el incendio en la torre San Borjas cuando un señor se lanzó al vacío, tratando de acertar a la lona que tenían los bomberos y cayó con un ruido seco detrás unas flores y plantas ornamentales.
Chile es uno de los países en Latinoamérica que tiene más alto porcentaje de sobrepoblación penal. Es un problema que se arrastra desde hace muchas décadas, cada gobierno ha ido dejando al siguiente la carga de solucionar la construcción de cárceles. Aunque duela, sólo me limito a mencionar un hecho verídico, durante el gobierno militar la delincuencia estuvo en su grado más bajo y, con tanta detención de hampones, comenzó la superpoblación de los recintos.
A propósito de lo anterior, en los gobiernos democráticos siguientes, se logró el cambio del sistema judicial, muy expedito y rápido. Se terminaron los juicios de años y años para llegar al fallo final; entonces se notó más aún el aumento de poblacional penal. Es necesario un estudio para saber si la famosa “puerta giratoria”, que hizo su aparición ante nuestra ira, tuvo culpables. Los Tribunales o los jueces, por problemas técnicos en las detenciones y apegándose a ley, dejaban en libertad a delincuentes recién detenidos in fraganti y en TV los veíamos salir libres, haciendo burla a las cámaras.
La justicia quedó en jaque y ahora, el actual gobierno de centro-derecha, en el mes de octubre pasado comenzó la rápida construcción de tres presidios más, lo que naturalmente es poco; hay que recordar que una de las promesas durante las elecciones, fue que se iba actuar enérgicamente para disminuir la delincuencia. El Presidente, ahora, anunció la construcción de cárceles modulares, llevar a islas-presidio y a granjas-presidio a los reos menos peligrosos o de condenas cortas (dos meses hasta 3 años).
De hecho, recuerdo que frente a Coronel la Isla Santa María era un presidio y que más al sur existían las granjas donde laboraban aquellos presos de escasa peligrosidad. ¿Qué pasó con esos lugares? No lo sé, pues al retirarme de la policía me alejé de esas realidades.
Cuando un delincuente habitual cae a la cárcel va casi riendo, pues allá se encontrará con sus “carretas”, amigos en la jerga delictual; simplemente llega a su segundo hogar. Pero cuando un “primerizo”, persona que delinque por primera vez, llega al presidio, más bien llega al INFIERNO y por delicadeza a nuestras amigas no me extenderá sobre las bajezas a que son sometidos.
De ahí mis sentimientos divididos cuando vi el inicio de la noticia; como cristiano tuve lástima por los hampones, “¡Pobres gallos!”, fue mi piadoso pensamiento.
Pero, como sé que usted mismo, estimado lector, o yo podemos caer en la “casa del jabonero” por dar un golpe en un momento de ira a un semejante y lo matamos, o porque firmamos un documento, cheque o similar y no somos capaces de pagarlo, debemos ser llevados a la cárcel sin ser delincuentes, como en los casos de los jóvenes que murieron en el incendio; mi dolor aumentó cuando las noticias nombraron dentro de los muertos a aquellos jóvenes que el destino y la falta de personal los dejó encerrado en esa torre.
Se está haciendo una investigación por un fiscal para establecer responsabilidades, pero el terrible daño ya se produjo. Los chilenos esperamos que las autoridades no echen al olvido este triste episodio que enluta una vez más a nuestro Chile lindo y den una solución definitiva a la población carcelaria.
Vaya mi condolencia a aquellas mujeres y hombres que mostraban su tremendo dolor al saber que sus familiares, las 81 víctimas, fallecieron en forma tan horrorosa en el infierno que es la cárcel.
Finalmente, como dato complementario, en nuestro país de todos los recintos penitenciarios, sólo una cantidad ínfima están concesionados por empresas particulares, cárceles que cuentan con sistema de alarma cuando hay demasiado humo y puertas que se abren casi automáticamente. Sé que a algunos compatriotas les molesta que los empresarios se metan en este problema, pero … si el Estado no es capaz y la gestión particular funciona bien, no veo cuál es el inconveniente.

Tema: Re: Infierno en el Infierno. (Crónica). Miér Dic 15, 2010 11:25 am

Jaime, amigo, se me erizó la piel al leer el relato.Y es que no entiendo (soy absolutamente incapacitada para entender) cuando ya no muere, sino sufre agónicamente una (cien, dos mil, o las que sean) persona/s el dolor y escuchás que dicen que se lo merecía; que si fue armado macabramente el teatro; que si hay dinero de por medio; que si la política; que si los empresarios; que si esto y aquello. Para mi, aunque sea sólo para mi, sólo es una persona en agonía y me duele...

Tema: Re: Infierno en el Infierno. (Crónica). Vie Dic 17, 2010 12:36 pm

No hay justificación que valga,los penales deben ser lugares de rehabilitación,no infiernos.No se justifica la muerte de ningun ser humano,haya sido lo que haya sido.

Tema: Re: Infierno en el Infierno. (Crónica). Dom Jun 05, 2011 3:48 am

Como bien dice Nomade, las cárceles deben ser lugares de rehabilitación, y no infiernos, y la verdad que tu texto al leerlo eriza el cabello y causa dolor en el alma, pero además del sufrimiento de los internos, me gustaría resaltar a los cuatro heroicos policías, que se jugaron su vida para salvar a los setenta internos.
Muy buen texto y muy bien descrito amigo.
Un abrazo desde España, Josan

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