De magia y alcoholes

Los boliches de mi barrio tienen alma. Son el lugar donde alternativamente, alegres o tristes, abandonan la rutina de las horas y buscan una pausa donde comenzar el olvido.
Cada uno tiene una forma propia, un olor característico, mezcla de grapa, humo y humedad, algunos huelen a maderas viejas, otros son oscuros con cuatro o cinco mesas que reconocen de memoria la fisonomía de sus ocupantes. Pero un común denominador los une y los hace aún más tristes el alcohol. El complemento: el juego de cartas, con mazos manoseados, grasientos de tanto ir y venir de tiempos, el juego de carta los nutre, les da ese algo de misterio y si por ahí se dan el lujo de una guitarra y un cantor, el boliche adquiere una dimensión de corte de milagros, donde todo deja de ser lo que cotidianamente parece y es como si comienza otra vida que no es perceptible de modo común.
Con la entrada de la noche comienzan los cuentos y a medida que avanzan las horas y el alcohol se anima un mundo de lógica irracional. Lo inalcanzable parece que se tocara con las manos, al mismo tiempo que todo se va yendo a un fondo cada vez más lejano de abandono.

Al otro día, cuando vuelve el sol, no queda nada, ni un testimonio de lo que sucede en las noches, como si nada hubiera existido…sin embargo todo fue cierto, tan cierto como el viejo mostrador de madera, el reloj antiguo con las agujas marcando inmutables III y IV, l os banderines de los cuadros de futbol y algún trofeo herrumbrado que fue testigo de algún campeonato local de algo, ya sea futbol, billar o truco, sólo son escusas para la magia.
Los boliches de mi barrio tienen alma. Son los que guardan en sus baldosas gastadas bajo la luz de amarillas bombitas voces de siempre, pescadores que sacaron la mejor pieza, el consejo del veterano, la nostalgia del inmigrante, y algún que otra voz de gurí que desde la puerta grita: vamo´a pa, que ma ya tiene la cena y lo manda a guscar…y allá sale la resignación cabeza gacha ante las vecinas que ven de afuera , que se persignan, que le dan a la lengua :-Vio doña, el Juan, el marido de la Eulalia, ahí esta metido en el boliche,- pero que no saben que ahí lo inalcanzable se toca con la mano, porque los boliches de mi barrio tienen alma.

Precioso y preciso texto el que nos regalas Mateo, donde pintas con detalles los boliches de barrio y sus personajes.
Claro que tienen magia y alma, pero sólo pueden verlo los que tienen sensibilidad.
Un abrazo.

Me encantó lo que leí, no se exactamente lo que son los "boliches" pero estoy convencida que tienen no sólo mágia sino el olor y sabor de los diferentes alcoholes y colores.

Un texto que bien podría haber sido escrito en un poema en prosa.

Un abrazo..

Una estampa de homenaje filosófico que demuestra la presencia de la magia en lo cotidiano, esa espiritualidad que da sentido a la vida, donde los hombres son hermanos.

Un truco sencillo para la puntuación es leer el texto en voz alta.
Si te interrumpes va un signo. Si lo haces subiendo la voz es coma, si la bajas es punto y coma o punto seguido.
La puntuación es el ritmo que le das al texto, un canto que el lector respetará al leerlo.
Cuando el clima es opresivo (suspenso, terror), las frases son cortas (hasta de una sola palabra) y el punto seguido es un aliado. Cuando quieres crear una atmósfera distendida, como el de este texto donde el autor es cómplice de los boliches, las frases son largas y bien redondeadas.

GRACIAS A TODOS POR PASAR, Y SI ANTIFAZ ME COMPLICA ESO DE LOS PUNTOS COMAS Y DEMÁS, Y HAGO ESO LO LEO EN VOZ ALTA Y ME PARECE QUE LA EMBARRO PORQUE LE PONGO PAUSAS DONDE YO LO SIENTO,Y CAPAZ QUE NO ES EL MISMO RITMO QUE LE DA QUIEN LO LEEE, NO SÉ ESO,TENGO QUE TRABAJARLO

Muy buen escrito, Mateo. Me gusto mucho. Saludos,
Jose