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 EL CUBO

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Diegobh71
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Diegobh71


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MensajeTema: EL CUBO   EL CUBO Icon_minitimeDom Sep 19, 2010 5:52 pm

Apenas había pasado el cenit, cuando mire el termómetro de mercurio, que estaba colgado sobre el costado derecho de la galería, justo al lado de la puerta .
Hacía mucho calor, tanto, que tuve que secarme la cara y el cuello, para evitar que el sudor llegara hasta mi camisa. Las tablas del piso, crujían con cada grado de calor que subía, los chasquidos parecían disparos bajo los pies de cada uno que las pisaba.
El abuelo, con su siesta habitual, roncaba suavemente mientras la hamaca se mecía de un lado a otro. El Ricardo, como lo llamaba la tía Elsa, estaba jugando a las cartas en la mesa de café de la galería con una toalla sobre el cuello, para salvar su cabello largo de la transpiración; pelo que se negaba a cortar rotundamente.
Mientras los observaba, apoye toda mi humanidad sobre el marco de la puerta de mosquitero y, miré hacia adentro de la casa.
Era pleno verano, mi madre y la tía Elsa tenían todo cerrado, dejando la casa en penumbra para poder estar más frescos. Por lo menos lo intentaban, pero a la tarde era imposible; nos pegaba el sol de lleno y por más que quisieran, la casa se mantenía calienta hasta el anochecer.
En realidad, el único lugar fresco de la casa era un viejo ombú plantado valla uno a saber por quien. Su sombra era insuperable y el frescor de sus raíces regordetas salidas de la tierra, eran un alivio para cualquiera.
¿El problema? Los mosquitos, que en esta época del año eran implacables escuadrones de muerte y, la perra de los Suarez, que siempre anda suelta y se te venía encima; hasta que te asquea de tanta lambida y hay que sacarla de puntapiés del terreno.
En fin, una verano como cualquiera.
Sin embargo, esa tarde todo parecía distinto. En medio de ese calor inmundo, llegó Ramón, el cartero de nuestra zona, echando bofes, con una caja entre las manos.
-“Buenas”, saludó arrastrando la ese, “ ¿cómo anda la familia?”
-“Buenas Ramón, siempre tan amable. ¿Qué lo trae por aquí?” pregunto mi madre, al asomarse por la puerta de la cocina, tras oír el saludo.
-“Una encomienda Doña María, para el gurí”, mientras me señalaba con el paquete; señal para que se lo recibiera.
-“Gracias “, musite asombrado, pues sabía que mis primos no estaban en Buenos Aires y, que los muy tacaños serían incapaces de mandarme nada desde fuera que estuviesen de vacaciones.
Mientras entraba a la casa para ver de qué se trataba el mencionado paquete, mi madre le ofrecía al hombre un gran vaso de limonada de la tía Elsa. Esos que te los tomas y el gusto a limón te carcome el cerebro.
Mientras llegaba a mi cuarto, me pregunté de nuevo, quién podría mandarme un paquete. Leí las referencias de la caja y sí, era yo; aunque el remitente sólo decía una palabra. ” Durabo”.
No conocía a nadie con ese nombre. Pero como el gato, no pude resistir y abrí la caja.
Para mi sorpresa entre el relleno me encontré con un cubo. Sí, un cubo negro, como el carbón. Liso por donde uno lo quisiera mirar. Pesado, podría decir que no, aunque sinceramente no le veía más utilidad de un pisapapeles extraño.
Pasé el resto de la tarde sentado en mi cama, como un idiota, mirando aquella cosa negra que alguien, que no conocía se había tomado el trabajo de mandármelo por correo. Parecía una broma de mal gusto.
El atardecer fue perezoso y lento, con el calor reticente a esfumarse de una buena vez. A pesar de ello, me escurrí de la cama y tomé el artefacto con una mano. “Cosa rara”, pensé, mientras me rascaba la cabeza. Pero, no se me ocurría nada más.
Así que deje el cubo sobre la mesa y me fui a la cocina por un vaso de leche. Mi madre estaba allí, con la tía Elsa, preparando las cosas para la cena. En cuanto abrí la heladera me pregunto sobre el contenido de la encomienda.
-“Un cubo negro”, le contesté. Pero ella ni se inmuto, a duras penas agregó,-“mira vos” y, siguió con sus tareas. Tomé mi vaso de leche y volví a mi cuarto, después de tanto alboroto hecho por mi madre.
Allí estaba inerte, sobre la mesa. Tome una remera que andaba dando vueltas por el piso y se la tire encima. Por lo menos no le tendría que estar mirando por un largo rato.
Llego la hora de la cena y, el megáfono de mi tía empezó a llamar a la mesa. Sentados cada uno en su lugar, el abuelo a la cabecera como lo fue siempre, se hizo la bendición y atacamos lo que fuera que fuese, que había en la fuente… O sea, la ensalada de la tía Elsa asistida por mi madre.
Jamás preguntaré que contiene.
La tía como siempre, empezó con su discurso chismoso del día, contando todo lo que sabía acerca de los sucesos de la cuadra. Era mejor que los programas de chimentos, eso no cabía duda alguna. Hasta que se acordó del cartero y sin hacer pausa alguna me lanzó la pregunta.
-“¿ Qué te trajo el cartero, querido?, preguntó mientras se llevaba el tenedor a la boca.
-“Un cubo negro”, contesté una vez más.
-“¿Ese que tienes en tu cuarto? Preguntó el Ricardo, con la boca a medio llenar.
-“Sip”, apenas pude pronunciar, pues tenía el tenedor de lleno dentro de la boca.
En ese momento, el abuelo dejó los cubiertos sobre el plato y, se levantó de la mesa sin mediar palabra. Desapareció por el pasillo y al cabo de un rato estaba de vuelta. En silencio, se sentó nuevamente y termino su cena sin mirar a nadie.
Obviamente, nadie dijo nada más y al terminar la cena ayude a levantar y lavar los platos.
Rato después, me encontré con el Abuelo parado en la puerta de mi cuarto, mirando hacia la mesa donde estaba el cubo tapado.
-“Durabo”, dijo con voz casi imperceptible.
-“¿Acaso sabes quién es?, le pregunte mientras pasaba a su lado.
-“No. Sólo sé que significa resistiré en latín”, me contestó y, se marcho sin decir más.
Así termino el día y nos fuimos a dormir. Demás está decir, que no pude pegar un ojo, no por el calor sino, porque en la mesa de mi cuarto estaba esa cosa negra que sin tener ojo alguno no me quitaba la mirada de encima o al revés, yo no podía dejar de mirarlo, sin encontrar respuesta.
Tic tac
Dos de la mañana y, nada.
Tic tac
Tres y veinte, igual.
Tic tac
Cuatro de la mañana y casi me muero del susto. Mi abuelo, estaba en bata parado en la puerta de mi cuarto, cual aparición.
-“¿Abuelo?” atine a decir.
-“Perdón, no quise asustarte, pero no puedo dejar de pensar en eso”, dijo señalando el cubo.
-“¿Porqué?”, pregunte asombrado de que supiera acerca de eso.
-“Pues eso, hace mucho tiempo que nos persigue.”, su voz era trémula, con un dejo de rabia escondida.
-“¿Cómo que nos persigue?, las palabras se escaparon de mi boca. No podía creer lo que estaba escuchando. El abuelo, solía ser una persona coherente, pero era la primera vez que n o sonaba bien, para nada.
A continuación, un loca historia de cajas que venían apareciendo desde hacía generaciones. Haciendo desaparecer a los hombres de la familia. Siempre lo mismo, una entrega por correo. Un cubo negro y después, nada. Sólo mujeres y niños habitando la casa. Dicho todo esto, simplemente me dio las buenas noches y se fue arrastrando las pantuflas.
Ahora bien, si todo era cierto lo cual no lo parecía. ¿Por qué él estaba aquí? Se suponía que todos los hombres de la familia habían desaparecido de la casa para siempre.
La noche era larga y, el abuelo hizo que fuera eterna. No pude pegar un ojo. La idea del cubo secuestrador me tenía en vilo. Esa cosa estaba en mi cuarto y quién sabe. En cualquier momento podía desaparecer.
Ergo, me pase sentado, hasta altas horas de la noche mirando esa caja negra sobre la mesa. Hasta que me quede dormido.
Los siguientes días intente en vano hacer hablar al abuelo. Por alguna u otra excusa siempre estaba ocupado.
Al quinto día, no pude resistir más. Pues, cada vez que pasaba por al lado del cubo, me lo quedaba mirando.
Lo tome en mis manos, lo di vuelta varias veces y, casi sin querer dije en voz baja –“Durabo”, pensando en el remitente del paquete. Lo que nunca me imagine, fue lo que paso a continuación.

Oscuridad

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MensajeTema: Re: EL CUBO   EL CUBO Icon_minitimeDom Sep 19, 2010 7:10 pm

Debo haber tomado un poco de la limonada de la tía Elsa (que te carcome el cerebro), por que me quedé como el final "oscuridad" en referencia al Ricardo...y por qué no desapareció él con el cubo (o si?...). Un relato que no abusa de lo descriptivo, muy bien.
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MensajeTema: Re: EL CUBO   EL CUBO Icon_minitimeDom Sep 19, 2010 9:51 pm

Un cuento extraño, muy enigmático, en donde me quedé con algunas dudas. Trabajas bien eso del misterio, de ir atrapando al lector de a poquito, El final, te deja con ganas de más, de saber ciertas cosas que dejas a la imaginación de uno. Escrito con sencillez y pulcritud. la frase final, te deja como abombado, y queirodn saber mas. Destaco la agilidad y sobretodo, el manejo del misterio, en un atrapante texto que hasta continuación pudiera tener.

Un abrazo,

Ignacio
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MensajeTema: Re: EL CUBO   EL CUBO Icon_minitimeLun Sep 20, 2010 7:06 am

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