Manual del buen gobernante.
1. Haz asumible a tu pueblo la doctrina de que toda la gente ha de tener gobierno, y por ende ha de ser gobernada.
2. Haz verosímil la idea de que muchos pueden ser gobernados por unos pocos.
3. Crea en la masa la necesidad de ser gobernada. Te sorprenderá la sumisión y la entrega de los gobernados.
4. Para ello no utilices la fuerza bruta. El pueblo ha de ser sometido, pero sin que lo intuya. Considéralo como espectadores de tu juego, al que de ahora en adelante denominarás democracia.
5. La población ha de quedar excluida por completo de cualquier decisión económica, que por otro lado es donde se determina lo que sucederá en la sociedad que quieres construir.
6. Cuando el recurso a la violencia esté limitado al máximo, has de buscar el consentimiento de los gobernados con estratagemas que controlen y formen una opinión pública favorable. Utiliza para ello medios de comunicación afines, y forma sobre todo un pensamiento único en tus gobernados.
7. Fomenta todo tipo de instituciones democráticas y deja participar al pueblo en ellas. Pero no te equivoques, los intereses de la gente común no estará representada en esas instrucciones. Tu triunfo reside en que no descubran ese ardid.
8. Recuerda siempre a quien sirves y a quien le debes el puesto. Sólo cuenta el beneficio del capital. Recuerda que en el planeta sólo existe un orden y es el suyo. El mercado y la libre empresa dispondrán de instituciones como la Organización Mundial del Comercio o el Fondo Monetario Internacional que fijaran las condiciones políticas y económicas a escala global.
9. Evita a toda costa la formación de organizaciones populares al margen de la política institucional, de sindicatos, de grupos ecologistas, de defensores de derechos humanos. Y si no puedes evitarlos, trata de que no participen activamente ni influyan en la sociedad ni en la opinión de tus gobernados.
10. Tu dios sólo es uno y tiene un solo nombre: Propiedad Privada y Libre Comercio. Amén.