El acto que más libremente puede una persona desarrollar es el de pensar interiormente y al mismo tiempo sentir. Sentir y vivir qué piensa; ahí no hay ni cabe acto de represión externa que paralice dicho poder natural de la persona.
Fue con la lectura de “El tiempo y el espacio en la comunicación: la razón pervertida” de Vicente Romano cuando descubrí el verdadero e inmenso valor que el tiempo ejerce en nuestras vidas; fue entonces cuando, y a partir de esa lectura y hasta ahora, le he dado o al menos le he buscado incesantemente sentido al tiempo que gastamos en vivir. A partir de este hecho es cuando he descubierto que la mayor riqueza que el hombre posee se esconde en el tiempo presente en que vive, en ese espacio de tiempo que corre sin que de ninguna manera lo podamos detener hasta que éste se para sin previo aviso y decida por nosotros el fin último.
Una de mis metas, y es por ella por la que trabajo tan duramente, es la de ser dueño y propietario exclusivo de una parte del tiempo que la vida me ha predestinado, dueño de ésa parte del tiempo que la vida nos da y que sin darnos cuenta no es nuestro sino que lo tenemos invertido ( mal invertido ) y a disposición de quienes deciden por nosotros sobre cómo es o debe ser nuestra vida en cuanto al tiempo y en otros tantos y tantos aspectos.
Hoy cuando deseamos o alguien nos invita a desarrollar cualquier actividad laboral, de goce o de cualquier otra índole suele aparecer una frase y un hecho que denota que ya incluso hemos perdido la noción y el contro del tiempo del que vivimos y solemos decir, la mayoría de las veces como argumento equivocado “ no tengo tiempo ”. No tener tiempo implica muchas cosas y la primera de ellas es que ignoramos que nadie tiene ni más ni menos tiempo que uno mismo sino que todos tenemos el mismo tiempo al día: 24 horas.
Por otra parte, si nos paráramos a pensar y definir con exactitud qué hemos dicho descubriríamos que la contestación da para mucho: si fuera verdad que no tengo, o no tenemos, tiempo, ¿ quiénes están en posición de nuestro tiempo? ¿ dónde está esa parte de ésas 24 horas que todos tenemos y que a nosotros nos faltan ? ¿ quiénes nos han quitado ésas horas que nos faltan ? ¿ cuánto nos pagan por esa horas y de las que otros disponen y que no es sino parte de nuestra vida que nos falta?.
Pocos nos hemos dado cuenta que en este sistema social-político-económico que hemos creado nosotros, cada uno, poco o nada podemos influir y/o decidir por nuestro tiempo al menos que no caigamos en la cuenta de que éste una vez haya pasado ya no lo volveremos a recuperar: el tiempo deja de existir, salvo en nuestra memoria, cuando ya pasó y por lo tanto no lo volveremos a recuperar. Es por ello que digo, y pienso, que de manera estúpida y conformista nos estamos dejando rebatar, robar, una de las riquezas naturales que tenemos y que no deberíamos permitir que nadie nos la quiten; hoy, ocurre, que en nuestro afán de poseer cosas, de tener más, de acumular propiedades y otras cosas gastamos nuestra vida cambiando tiempo por dinero y ocurre que no nos damos cuenta que éste, el dinero, lo ganamos, lo tenemos, lo gastamos, lo perdemos y lo volvemos a tener pero lo que nunca jamás recuperaremos ni volveremos a tener es el tiempo que hemos invertido para obtener algo que tampoco nunca será nuestro de por vida.
Antonio Tabucchi, escritor y novelista italiano aunque residente en Portugal desde casi toda su vida, ha puesto a su última novela un título que ha sido lo que me ha llevado a esta reflexión: “La vida da para mucho”: cierto, pero no lo sabemos. En la obra de Tabucchi, he leído dos de sus libros de reflexiones,” Pequeños equívocos sin importancia “ y “Se hace cada vez más tarde” y ahora ésta que reseño más arriba y que acabo de empezar; en ésta última se hace reseña de manera importante al valor que el tiempo ejerce en nuestras vidas. En “cada vez se hace más tarde” hay una referencia del autor ( que anoté y de la que ahora hago esta reseña ) en la que dice Tabucchi que la verdadera infancia no es ésa de la niñez pues los recuerdos y las imágenes con el tiempo se borran, se difuminan y desaparecen ( antes de que la memoria me abandone ); también dice Tabucchi que la verdadera infancia es la que uno elige de mayor y ya en tiempos de la vejez porque es ahí, precisamente, cuando el ser humano tiene y es dueño absoluto de todo su tiempo...Incluso para como elegir vivir y morir.
Teknarit, África