Teníamos dos perros: Jazmin y Traviesa (ahora solo queda Traviesa).
Si mal no recuerdo, a mediados de mil novecientos noventa y ocho (hace
doce años) mi tía Elvia (prima de mi abuelita Bertha) nos regaló una
cría (fruto de “Piti” su perrita pekinés y “Nerón” un pekinés cruzado)
este cachorrito fue el patito feo de la camada, creo que nacieron como
cinco, de ellos el mas feíto llegó a nuestra casa, a mi papá como que
no le gustó la idea de tener una nueva mascota, aunque eso no importaba
porque mi abuelita fue la que dio luz verde a la llegada del recién
nacido.
Yo entonces tenía once años y mis hermanas gemelas ocho
años, andábamos alucinadísimos con la idea de tener un perro, es más
nunca habíamos tenido uno, con las justas llegamos a tener un gato… de
modo que andábamos loquitos y a mi abuelita se le dio por bautizarlo
con el nombre de “Jazmin” ,“Jazmincito” sonaba bien sonaba bonito, por
ahí mi abuelita le puso en el cuello una especie de lazo color rojo y
el cachorrito quedó más lindo aun, parecía un peluche de esos que
funcionan a pilas, nunca imaginamos que con “Jazmin” se estaba dando
comienzo a una nueva etapa en la historia de nuestra familia… de
nuestras vidas.
Nosotros nos dimos prisa porque “Jazmin” sea de inmediato un perro de
verdad, caminábamos por la calle y lo dejábamos atrás con la intención
de que nos siguiera, pero nada, también salíamos con “Peluza” su
hermana que era linda de pelaje blanco… jugaban llenos de energía los
cachorritos y nosotros niños apurados porque sean perros de verdad de
los que les lanzas un palo y te lo traen o de los que les silbas y
vienen en el acto a toda prisa moviendo la colita… en ese entonces
“Jazmin” tenía días, semanas de nacido y no cumplía con nuestras
expectativas (creo que lo estábamos presionando). Por la noche durmió
en una caja de cartón perfectamente acondicionado por mi abuelita.
Sin pensarlo, sin advertirlo, se quedó con nosotros, años tras año,
“Jazmin” estaba más lindo y siempre con su inteligencia nos sorprendía…
ahora sí nos seguía a todo lado, ahora de inmediato respondía a su
nombre y cuando nos veía venir corría desesperado moviendo la cola,
dando esos ladridos enérgicos… así empezó a ganarse nuestro amor el
“Cholo” el “Cholito”.
No lo admito, me duele, nos duele a todos la forma como ha terminado
sus días (sobre todo yo, que tengo la culpa de que se haya muerto) son
doce años, el ha marcado una etapa en la vida de mi familia… pobre
“Jazmin” ha sido un perro especial, ha sido un perro inteligente, lleno
de alegría y a la vez de tanto misterio en su oscuro mirar… ¿debe ser
que los perritos presienten el día en que la muerte nos ronda? Por
ejemplo, el día en que mi abuelita Bertha iba dejar este mundo, empezó
a comportarse como nunca, estaba recogido en un rincón de la casa… nada
le llamaba la atención y no daba el menor ladrido, mi abuelita estaba
yéndose y el lloraba también, lloró incluso antes que nosotros… pobre
“Jazmin” advirtió a la muerte y al igual que nosotros también dejó sus
lagrimas caer…
“cuando mi abuelita sentada en la sala, Jazmin lo
acompañaba, ella se hacía la dormida, cerraba los ojos y se inclinaba
como cabeceando, el perro bien mosca, le ladraba, y buscaba de todas
formas despertarla y lo lograba…” Le cuento a mi Tío Carlos un día
antes de la muerte de “Jazmin”
Era un perro bravo y corajudo, era un perro escandaloso, era la canción mi perro.
Su misma raza, chiquito pero empalado; lo hacía reaccionar ante
cualquier extraño, salía ladrando como si fuese un súper perro… ladraba
pero no mordía, perdón si mordía pero a veces nomas, por ejemplo cuando
teníamos un inquilino: Don Galarreta, a quien le prestábamos la ducha
que quedaba en el fondo de la casa, por supuesto él se sentía en
confianza y andaba en short y con toalla… sin embargo él no contaba que
“Jazmin” odiaba a los intrusos y en una de esas cuando Galarreta salía
recién bañado, (envuelto en su toalla como un bebé) “Jazmin” lo atacó
por la retaguardia, se le prendió de la nalga y Galarreta en un acto
desesperado por escapar del ataque de mi can, tiró la toalla y en paños
menores salió corriendo… fue espectacular lo que aconteció ese día, fue
gracioso, fue bárbaro… aunque lo siento por nuestro inquilino, ya que
terminó con la nalga herida…
“Uuuuf la perra (Traviesa) lo pega, lo besa, lo ladra, lo jala… pero el
se deja, esta viejito ya no se defiende, pero el sabe que ella juega
con el… pobrecito” Dice mi papá un día después de que a “Jazmin” lo
atropelló una camioneta y cuando todos esperamos con optimismo su
pronta recuperación.
Las anécdotas que tengo de “Jazmin” son
numerosas… además hoy día no estoy aquí para hacer un recuento de las
mismas, por el contrario hoy día incentivado por el sentimiento de
culpa, estoy escribiéndole esta nota a mi perro y que me disculpe donde
sea que esté, porque cuando el estuvo vivo no le escribí ni media
página… que me perdone porque yo he sido el que le abrió las puertas
para que la muerte anticipadamente lo envolviera bajo su espantoso
crespón… yo tengo la culpa y jamás lo he de olvidar y quien sabe el
dolor producido a causa de su muerte sea el principio de tantos
castigos que merezco por ser un chico malo… por haber actuado mal con
mis semejantes, con mis enemigos y con mi familia… seré valiente y debo
asimilarlo porque yo tengo la culpa de que ahora “Jazmin” descanse bajo
la fértil tierra de nuestra huerta en la parte posterior de nuestra
casa de Angasmarca… Me siento como Judas, nunca pensé jamás de los
jamases imaginé que por mi culpa “Jazmin” se iba morir… eso duele y
mucho… se siente como si te ahogaras y todo el día te duele la cabeza y
duermes pero no descansas y los ojos se te hinchan… aunque finjas estar
tranquilo, estas muriendo también…
Sus nombres últimamente han sido
muchos: “Jazmin” , “Cholo”, “Cholito”, “Doctor”, “Baby” y “Viejo” (con
todas sus variantes).
“el sabia cuando tu papá llegaba, el
reconocía el sonido del carro y empezaba a ladrar y salía corriendo a
verlo” Dice mi mamá minutos después de la muerte del perrito, y nos
hace llorar mucho mas… y nos hundimos en mas llanto y dolor.
La
mañana del diez de marzo, he levantado como a las nueve de la mañana…
soñoliento aun, salí de mi habitación y en el pasadizo nos encontramos,
el estaba sobre su esponja, quizás relajado, lo acaricié y le dije
“cholito, mi cholo” y me siguió llorando hasta el lavadero donde estaba
cepillándome los dientes, quien diría que sus últimos minutos antes del
accidente los pasaría llorando a mi lado, yo como era costumbre, pensé
que lloraba por salir a la calle, enseguida salí con el y abrí la
puerta que da a la calle, me divertí cuando el correteaba tras otros
perros que se había apoderado de la vereda de la casa, los desplazó a
todos y yo entré a la casa de lo mas tranquilo, incluso con ganas de
fastidiar a mis hermanas (despertándolas, quintándole el sueño) y en un
segundo sonó la puerta, alguien tocaba con urgencia… disgustado salí a
ver que pasaba y una señora cuyo rostro no recuerdo, me dijo sin
cautela alguna:
“niño lo han matado a tu perrito… anda recógelo está en la carretera”
“queeee??? ” logré responder
“una camioneta ha sido anda velo” porfiaba la señora.
En
milisegundos en mi mente hice la imagen de un “Jazmin” irreconocible
por la fuerza del atropello y sentí vértigo tal vez y no quise salir…
tuve miedo y volví donde mis hermanas y alarmado les di la mala noticia
(ellas pensaron que era una broma) sin embargo no pude mas y salí
corriendo preparado para todo… y ahí estaba (putamare) ahí estaba mi
perro encorvado lleno de polvo lo cargué y no tenía heridas y volvió mi
tranquilidad cuando sentí su resuello… lo traje hasta la sala y ahí mis
hermanas estallaron, era mi culpa… estaba agonizando el pobre mientras
tanto Raquel le dio todo tipo de primeros auxilios y Elvira lloraba
como loca… lloraba buscando el teléfono para avisarle a mi papá, en la
puerta de la casa todo tipo de curiosos que tal vez pensaban que el
escándalo se debía por la muerte de una persona.
Mi papá dejó su
trabajo y se apareció y me quebró verlo llorar… ahí sí que lloré con
más fuerzas todavía… y mi cabeza ya no daba para más y mis ojos se
achinaron tanto que me dolían y mi perrito luchaba, se aferraba a esta
vida.
El veterinario nos dijo que tuvo un golpe interno y que se le
había desarticulado la pata delantera del lado izquierdo… y según él ya
lo había regresado a su lugar… le inyectó medicina para la infección y
el dolor y aparentemente era cuestión de esperar su recuperación, claro
no iba ser inmediata pero de todos modos se iba reponer.
Raquel y
Elvira no lo dejaron solo ni un minuto… ni para dormir, no miento ellas
estuvieron ahí trasnochando, es que pobrecito “Jazmin” no podía dormir
y se quejaba mucho. Al segundo día (jueves) nos pareció verlo más
animado, inclusive mi papá lo hablo y movió la cola, la calma volvió a
nuestra familia (momentáneamente), le compramos suero y Raquel le daba
con una jeringa… no se movían de su lado mis hermanas… sin embargo al
tercer día (viernes) lo encontramos más triste, más débil y nos
asustamos, son los efectos de la medicina pensamos, pero lastimosamente
no fue así… y se fue lleno de dolor, se nos murió de la manera menos
esperada, aunque sea de enfermito de viejo se hubiera muerto decíamos,
Mi papá lo puso entre sus piernas y ya había fenecido y volvimos a
llorar mucho, muchísimo… y claro yo peor porque yo he sido el culpable
de esta nueva pena en mi familia.
“esta tibito todavía” decía mi papá.
“tómalo
una foto” volvió a decir mi papá llorando… mientras el perrito como por
obra de un ángel, adquiría la expresión como de dormidito, como si
nunca su mandíbula hubiera quedado desviada.
Mi
papá tuvo que irse a trabajar y mis hermanas cubrieron a “Jazmin” en
una colcha y le pusieron una velita y no dejaban de llorar, al rato le
cortaron un mechón de su pelo y lo guardaron como un gran tesoro
también le pintamos con tampón la pata derecha y plasmamos su huella en
un papel…
El
sábado trece, mi papá buscó una caja de madera y otras tablas, para
acondicionar el cajón de “Jazmin” y al cabo de una hora el ataúd de
Jazmin ya estaba listo, le tomamos las medidas e hicimos un hoyo en el
jardín de la casa, mientras papá cavaba con una barreta yo con una pala
limpiaba… Lo ubicamos, envuelto en una toalla, seguido clavamos la tapa
y de reojo miraba como lloraban mis hermanas… luego mi papá pidió un
plumón y escribió sobre la caja:
“Jazmin 98-2010” seguido dibujó una cruz.
Y mi hermana Elvira más abajo escribió: “Siempre te recordaremos viejito lindo”
Lo
enterramos, lo cubrimos de tierra, un poco de tierra Raquel, otro poco
Elvira así hasta que quedó cubierto… así con nuestro sudor le dimos el
ultimo adiós al mejor perro que hemos tenido en esta vida… y lo peor es
que yo tuve la culpa, yo abrí la puerta, de no haberlo hecho el
“Viejo”, estuviera vivo, aquí entre nosotros ladrando, jodiendo a todo
mundo que se acercase a nuestra puerta… cierro los ojos y lo imagino
hace años… machazo el y empalado… sin percatarse que su propio dueño le
abriría las puertas hacia la muerte…