En el comienzo los dragones nacieron de la luz de Aldebarán, obteniendo su fuerza y sabiduría sobre todas las cosas. Como espíritus de luz, tenían poder sobre todas las criaturas y organismos vivientes del único mundo que Aldebarán ilumina.
En honor a ello, aquella tierra fue bautizada los Campos de Aldebarán, siendo poblada por aquellas razas que los dragones supieron reconocer útiles a este mundo. Hombres, Elfos, Águilas del desierto y Leones de las estepas entre otras raza humanas y no tanto.
Durante mil años la paz reino entre aquellos seres, con la mirada benéfica de los dragones que bregaban por la unidad de los pueblos y aconsejaban a cada uno de ellos.
Todo esto duró, hasta que una mancha negra se formo en el propio Aldebarán, entre sus llamas rojas la falta de luz dio origen a seres de oscuras intenciones, seres oscuros que llegaron hasta los campos y fueron rechazados por los dragones, mas no pudieron evitar que habitaran las tierras ralas del sur, donde nada crece pues Aldebarán no llega hasta allí. Más allá del dominio de los altos bosques.
Así fue que los seres rechazados por los espíritus de luz, se afincaron allí y desde ese montículo de tierra y oscuridad se limitaron a enfurecer sus almas. Así fue que se los llamó las furias.
Desde entonces, solo la ira y el caos reinaron en esas tierras oscuras. Como se las supo llamar después; donde los seres de menor cuantía o aquellos que se sintieron de alguna manera rechazados, cayeron en las garras de aquellas furias, para formar parte de sus huestes.
-“Lamentablemente”, dijo Elemir con su portentosa voz, “nuestro poder no es suficiente para poder frenar o eliminar a todos los enemigos de los campos.”
-“¿Entonces fueron las furias las que obligaron a las razas a unirse?”, pregunto Hermes.
-“En cierta forma sí, Maestro”, contesto la dama dragón.
Hermes no se podía acostumbrar que los dragones lo llamaran “Maestro”, sin embargo era un título otorgado desde el inicio de aquella histórica alianza de eterna amistad.
-“¿Entonces como sucedió?
-“Con la creación de los grifos”, dijo Elemir
-“¿Grifos?”, Hermes estaba desconcertado, pues creía que era una raza milenaria, de las primeras en los campos, pero su memoria lo volvió a la realidad. Los grifos según recordó - como si el pasado se hubiera escabullido hacia su mente -, surgieron porque las furias habían acorralado a los leones de las estepas obligándolos a huira las tierras de las Águilas. Pronto la cacería por la comida los llevo a enfrentarse severamente. Los dragones supieron de esta afrenta y tomaron cartas en el asunto. No podían dejar que dos de las razas animales más fuertes del os campos se perdieran por culpa de terceros.
-“¡Ustedes crearon a los Grifos!”, los ojos de Hermes se abrieron con sorpresa mientras miraba a la dama dragón.
-“Si, pues no había posibilidad de recuperar las tierras de los leones, las furias se habían encargado de destruirlas por completo, pasando a formar parte de las áridas tierras oscuras.”, la voz de Elemir menguó hasta casi ser un susurro,-” no era nuestro deseo, pero tampoco podíamos dejarlos desaparecer, sin hacer nada.”
-“Y los unificaron en una nueva raza, utilizando las artes antiguas”
-“Sí, invocando los más antiguos sortilegios traídos desde el mismo corazón de Aldebarán, dónde su poder es más puro.” Elemir, se irguió casi en su totalidad, pues mencionar aquellas palabras, merecían uno de los mayores respetos.
-“Pero no entiendo porque eso generó la alianza entre hombres, elfos y dragones”, Hermes a pesar de que tenia las respuestas en su memoria, quería oírlas nuevamente.
-“No queríamos que la furias arrasaran con los campos y era la única manera, uniendo a las razas, para poder frenarlas y salvar las raíces de los campos de Aldebarán.”
-“¿Y porque nosotros y no los Elfos?”
-“Porque los Elfos, no poseen la misma sangre caliente como las furias y, al mismo tiempo la fría e inexpresiva lógica, para poder derrotarlas definitivamente.
-“Por lo visto, no fue tan fácil”
-“No”, contesto Elemir y agregó, -“solamente los hombres eran capaces de llevar adelante semejante campaña.”
- “Pero, sin embargo, no solo fuimos elegidos para la guerra, sino también para llevar adelante el gobierno de los campos.”
-“Es cierto, si bien los elfos están calificados para poder gobernar con sabiduría, lo hacen para los de su raza y comparten solo algunas cosas con sus elegidos. Vosotros los hombres, siempre habéis sido más desprendidos. Más abiertos a recibir a otras razas y culturas.”
Las memorias de Hermes invadieron su mente, recordando que aquella alianza se había originado con un propósito. Y le recordaron como se había forjado dicho acontecimiento.
“Durante el conflicto entre leones y Águilas, las furias, capturaron a un joven dragón, que era candidato firme para formar parte de la triada. Lamar, según lo llamaban sus congéneres, había volado hacia el territorio en conflicto, pero una trampa dirigida por una de las furias, logro engañarlo y apresarlo para llevarlo hacia las tierras oscuras.
Fuimos los hombres, quienes patrullando uno de los límites con las tierras oscuras descubrimos que un dragón era llevado en captura hacia las mismísimas cuevas de las Furias, para quien sabe que cosas hacerle.
Y sabiendo, que tener a los dragones como aliados era una buena estrategia, decidimos rescatarlo a cualquier precio.”, mientras las voces le contaban a Hermes los acontecimientos, su propios pensamientos individuales, sabían que su raza nunca hacía nada sin un fin determinado. Era hora de hacer otras cosas, con un fin común a todas las razas para el bien de los vastos campos donde ahora el habitaba.
Las voces seguían su discurso. Hermes, paso por alto los sórdidos detalles de cómo habían rescatado al dragón, pues sólo le interesaba como se había producido la alianza. Aquel rescate organizado por quien había sido su bisabuelo, sello para siempre su nombre junto a los dragones y, los campos de Aldebarán. La gran diferencia ahora le tocaba realizar, pues Aldebarán seria devorado si las razas no actuaban por el bien común. Las Furias sabían esto y, el ataque de la aldea había sido solo una escaramuza para llamar la atención, lo más interesante aún no había sucedido.
Y debían estar preparados para ello.
SIGUE