Así es. Pienso que no debería ser, pero pasa. Pasa que queremos ser duros, inflexibles y hasta independientes en un mundo cada vez más dependiente pero no lo conseguimos.
Sabemos que debemos hacer lo que nuestra conciencia nos dicta, nos manda; lo que creemos que es lo correcto y lo que está bien. Y aún así nos “afecta” y mucho las palabras de los demás ( lo cual, siempre lo he dicho, es el síntoma más evidente de que estamos vivos) , aunque sean dichas desde el egoísmo, desde la incompresión, desde el desconocimientos de qué somos y aunque en cierto modo lo podamos comprender, nos duele que no nos entiendan, que no entienda la razón del porqué se hizo y cómo se hizo.
Que no me afecten cuatro palabras egoístas. Así me dije y así me aconsejaron, y voy a por ello. Y si me afectan que inspiren más, mucho más, las palabras de ánimo de la gente que me aprecian, que valoran la palabra y su justo significado de cómo éstas se usan.
Teknarit, África.