Animado por la curiosidad que nuestra compañera manifiesta (y que comparto) respecto al estudio de términos poco frecuentes en nuestra lengua (desconocidos incluso por la mayor parte de los lectores de a pie) me atrevo a dedicarle un ejercicio que hice en su día y cuyo objeto fundamental era manifestar mi rechazo a ciertas exageraciones en que a veces caemos al utlizar un vocabulario posiblemente muy culto(no lo discuto) pero que hacen practicamente ininteligible nuestro mensaje a no ser acudiendo a la ayuda del diccionario. Soy de la opinión de que, por mucho que se intente cuidarla forma, muscalidad, cultismo,etc de nuestros escritos, un mensaje debe ser, sobre todo, fácil de entender por el lector. En general procuro, por tanto, escribir de forma sencilla y sin demasiadas florituras. Me permití, en este sentido, intentar mostrar, en el citado ejercicio, como se puede dar el caso de que la explicación de un mensaje para hacerlo comprensible puede resultar mucho más extensa que el mismo mensaje; lo cual, insisto, lo interpreto como un error del autor.
Mi afecto para nuestra insustituible compañera
La despedida
Ya recoge la alnada su fardel
y baja muy despacio del sobrado,
se encuentra con la ancila en el dintel
y el maquilón, al verla, se hace a un lado
El millo mece al aire en el redil
donde el chivo calmoso se amariza,
dos cancinas responden al sutil
aroma de asperiego en la rabiza
Hijastra malrotada en su cuadril
aún teniendo cuerpo novalío
lo tapa un rebujón color añil
porque el bote de grana está vacío
Solería brillante que al pasar
la conduce pausada al cernedero
la alnada canda el alma, pues marchar
de cancamurria colma su rasero.
Harpado suena el canto del zorzal
alirrojo gran experto en migraciones
mas la moza entrizada en el umbral
semeja una raíz sin cepellones.
Arranca finalmente y echa a andar
dejando atrás con murria la besana;
la aceña la despide en su cantar
y el quejigal franquea su ventana.
Alnada: hijastra
Fardel: fardo, saco o talega
Sobrado: cada uno de los altos o pisos de una casa
Ancila: sierva, esclava, criada
Maquilón: el que cobra la maquila
Maquila: porción de grano que, de la molienda, se queda el molinero
Millo: mijo, maíz
Amarizar: dicho del ganado lanar, copular
Cancina: cordera que sin pasar de un año ya tiene cría
Malrotada: disipada, destruida
Cuadril: cadera, parte saliente formada por los huesos de la pelvis
Rebujón: embozo
Garzo: color azulado
Solería: revestimiento del piso
Cernedero: lugar destinado para cerner la harina
Cerner: separar con el cedazo la harina del salvado u otro grano
Candar: cerrar
Cancamurria: murria, tristeza, melancolía
Harpado: dicho de un pájaro, de canto grato y armonioso
Entrizada: apretada, estrecha, metida en lugar angosto
Cepellón: pella de tierra adherida a las raíces que se deja para transplantar
Besana: porción de tierra labrantía
Aceña: molino harinero de agua situado junto a un río
Quejigal: terreno poblado de quejigos (árboles, robles).
Aunque admito que posiblemente el diccionario que acompaño resultaría más ortodoxo en orden alfabético, se me ocurrió que talvez resulte práctico relacionar las palabras en el mismo orden que van apareciendo en el...en fin, poema...Imagino al lector ir consultando a medida que lee y a eso se debe mi elección.
Quiero pedir disculpas por las palabras relacionadas y que ya se conocían por parte del paciente lector, así como por las que no conoce y se me pasó relacionar en el diccionario. No es muy fácil para mí adivinar con exactitud cuáles sean las conflictivas.
La historia, en definitiva, es: O sea, una zagala decide abandonar la casa de su padrastro ¿vale? (No se especifican los motivos por aquello de que la poesía debe sugerir y no explicar claramente, lo leí no sé donde. Pero se puede intuir que el padrastro es un tal y un cual y la moza está harta, como queráis). Bueno, pues se ve que baja de un piso más alto (en las casas de campo es donde suelen estar los dormitorios) con el petate ya preparado y se acerca sin prisas a la puerta, por donde andan con sus cosas dos sirvientes del lugar. Afuera, mientras tanto, andan haciendo guarradillas algunas reses de ganao ovino propiamente dicho, al tiempo que un vientecillo camelón como que balancea las hierbas del sembrao, todo en plan poético. Se hace mención de que la zagala lleva los ropajes pintados de azulón, que ya me diréis, pero se ve que para la cosa del teñir se le había acabado el rojo y la idea de largarse la tenía ella preparada y no se iba a comprar un bote nuevo si estaba a punto de salir escapada, claro. O sea, que le gusta más el rojo pero se conforma con lo que hay. Lógico, dadas las circunstancias, ¿no?
Sigo. El piso de la casa brilla como los chorros del oro, que son pobres pero limpios, en la ruralía; lo que pasa es que la chavala no está para estas cosas, que lleva el corazoncito todo cerrao para no dejarse abatir por la pena melancólica que le da lo de abandonar el lugar donde vivió siempre. Es la parte emotiva del poema, digamos.
Anda por ahí un pajarillo cantando dabuten; y eso más bien mantiene unos momentos parada en la puerta a la moza, abundando en lo de nostalgia y tal.
Pero al fin se va. Había decidido irse y se va, haciendo un último esfuerzo voluntarioso de película. Se va escuchando la musiquilla del agua (una pasada) y como que los árboles del bosquecillo frente a la casa le abren camino en una especie de metáfora pa cerrar el poema. Y ya está. Espero que haya quedado algo más claro que al principio.
Lamento, por último, constatar que dedico más tiempo a la explicación de lo que digo en el poema que a escribirlo, y presento mis disculpas por el posible latazo que resulte para más de uno. Son gajes del oficio, amigos. Formas, musicalidad...esas cosas, ya sabéis.
Pero es que a mí me gusta que se me entienda, cuando digo las cosas.