El la mira
Ella no vive
El la odia
Ella ya no respira.
El la mató.
Ella no tiene corazón,
Esta partido en dos,
Ahogado en dolor,
Y el destino vengara
A su agresor…
La mujer que yacía en una cama ya no sufría, el destino se ocuparía de que el hombre que la mato pagara caro por lo que hizo, pero ese hombre se quedo varias horas mirando a su mujer hasta las 2:00 de la madrugada. Las lagrimas de Natalia, secas por las horas pasadas quedaron en sus mejillas y Manolo tenía que hacer algo para evitar que vieran el cadáver de su esposa en su propia casa.
Tenía un grave problema y él volvió a mirar el cuerpo de su mujer con una cara de satisfacción y odio aunque con cierto temor a que algún vecino hubiera visto lo que hizo. El asesino con mucha frialdad poso la mano en la cara de su esposa, toco sus labios suavemente y dijo en voz alta:
-Ay Natalia, quién diría que ibas a acabar así, ¡zorra, si me hubieras respetado aun estarías viva!
Después de decir eso con mucho descaro Manolo llamo a su amigo Raúl con la idea de que le ayudase a botar el cadáver de Natalia al río.
-Si ¿Quién es?
-Raúl, soy Manolo, ¡necesito ayuda!
-¡Ayuda de que, Manolo, no te voy a dar más dinero y menos si me llamas a las 2 de la madrugada!
-Es otra cosa…
-¿Qué, tengo sueño sabías!-gritó su amigo lo que alteró a Manolo.
-Mate a mi mujer y necesito que me ayudes a tirar su cuerpo al río-le contesto él con furia.
-Pero, pero, ¡por qué hiciste eso!
-¡Era una zorra, se lo merecía y punto!
-Manolo, yo no te voy a ayudar, es mas, voy a llamar a la policía.
-No, no lo hagas por favor, si me ayudas te daré la cadena de oro de Natali.
-¿Cuál!-dijo Raúl entusiasmado- No creo que me la vallas a dar, esa cadena vale una fortuna.
-Con tal de que me ayudes te doy lo que quieras, procura llevar guantes, no podemos dejar ninguna huella-Le comentó Manolo fríamente, después de decir aquellas palabras realmente frívolas colgó el teléfono y se dirigió al río donde su amigo le estaría esperando con ansias de recibir su recompensa. Él agresor elevó en peso el cadáver de Natali hasta alcanzar a subirlo al maletero, cerro las puertas y él con una mirada firme y decidida condujo hasta el río.
Raúl ya estaba allí, con una bata negra y unos guantes blancos. Manolo bajó el cuerpo con la ayuda de su amigo y lo arrastraron hasta la orilla. Lo dejaron tirado, sin compasión ninguna, los dos eran de la misma calaña. Raúl se acerco a Manolo, poso su brazo en la espalda del asesino y hecho una carcajada, Manolo rió también con él.
De repente cesaron las risas y le pregunto Raúl ya bastante serio:
-¿Mi recompensa?
Manolo se acerco al cadáver, con mucha tranquilidad pronunció alto para que le escuchara su compañero:
-Natali, no te importa que te quite tu collarcito ¿verdad?-Dijo mofándose de su esposa pues no podía hacer nada.
Se aproximo a Raúl y le dio la cadena en sus manos.
-Gracias, un trabajo bien hecho siempre tiene su recompensa, pero a veces tiene que haber alguien que pague las consecuencias.
-¿A que te refieres?
-¡Ay Manolo! ¡No seas cínico! ¿Creías que ibas a matar a tu mujercita e ibas a quedar impune?-le digo Raúl en un tono sarcástico.
-En menos de 5 minutos estarás rodeado de policías y yo no tendré nada que ver con esto.
Raúl cogió la pistola del bolsillo de su bata negra, y apunto a un pie de Manolo, disparo, apunto al otro y repitió el acto. Subió corriendo a su coche y Manolo estaba tumbado en el suelo, no se podía levanta, en menos de 5 minutos estaba rodeado de policías como le había dicho “su ex-amigo”.