El clan de los videntes.

Cada cosa que encuentren en este y otros universos, tiene espíritu. Bueno, eso fue lo que dijo el más longevo de los integrantes del clan de hechicería, que había nacido con la respiración de las estrellas; imposible para nosotros calcular hace cuánto…En el instante en que sus palabras llegaron hasta el grupo, organizado estratégicamente alrededor de un gran árbol con sombras de animales, todos comenzaron a sentir que la luna con emoción bajaba de la última noche de Abril, de acuerdo con mi calendario, y prendía fuego a sus cabezas.

Eran cinco amigos, por decirlo así, porque estaba prohibido utilizar el término discípulos, y a unos metros estaba un invitado especial, que jamás cerraría los ojos en sus relajaciones. Era alguien importante por sus conocimientos de magia blanca, que hacía sonar de fondo un arpa de gran tamaño, cuya función consistía en mantenerlos conscientes entre una música suave, conectados a la matriz de la Madre Tierra.

Según lo recuerdo, dentro de mis sueños, los reunidos en el clan formaron un poderoso círculo que les mostraba cualquier tipo de visiones y códigos antiguos de comunicación en la naturaleza, la mayoría de carácter profético; se asombraban al mirarse unos a otros, seguramente con las almas, y fijarse en sus repentinos cambios de forma. Se dibujaban de modo automático sus nuevos cuerpos en los caminos que desde cada puesto alcanzaban un punto común en el medio, el marco de una puerta, hacia diversas direcciones alumbrando el entorno. ¿Quiénes eran? No lo sé, tal vez fueron partícipes de esta experiencia para entender un día el don de la inmortalidad y enseñármelo.