Viernes: Empiezo la mañana con un agudo dolor de muela, el cual me ha quitado el sueño y también la paciencia, sin pensarlo salgo volando a la farmacia y pido el analgésico más potente habido o por haber, luego me compro medio litro de agua sin gas y aparentemente siento algo de sosiego… le doy un millón de gracias a los creadores de esa pastillita que ha atenuado mi dolor…
En la casa me enjuago la dentadura y de ratos siento otra vez ese fastidioso dolor, me acuesto sobre la almohadita de napa y presiento un poco de tranquilidad, me quedo dormido y sueño el trauma dental de mi niñez:
[Aquella tarde lejana y remota cuando mi papi pegaba los vidrios en la ventana y yo lo ayudaba con esa masilla (que ahora ya casi nadie usa y que huele a pescado podrido) que por su elasticidad me divertía mucho, hasta que de un momento a otro esa muela traicionera -la que nunca olvidaré- empezó a zumbarme cada vez mas como si quisiera ensañarse conmigo como si hubiera querido terminar con mi corta vida, con mis humildes ocho o nueve años de edad, entonces por más que quise hacerme el fuertecito igual me di por vencido y empezaron las lagrimas, el dolor, el sollozo y el odio por esa muela que quería verla lo más lejos posible de mi encía…
Mi abuelita me puso una pepa de limón, pero nada, luego mi papá dijo que con agua helada me pasaría pero creo que fue peor y otra vez mi abuelita Bertha insistió con lo de las pepas, pero esta vez ya no de limón, sino de clavo de olor, igual nada hacía efecto y yo moría de dolor… en unos minutos se pareció mi mami con un vaso con agua y una pastilla ”toma hijito esta doloflam te va pasar…” muy cariñosa mi mami, pensé que el dolor terminaría con la tableta, decidí relajarme pero fue inútil, porque igual seguía sintiendo como si me taladraban la muela cada vez más fuerte y lo más triste era que nadie podía ayudarme…
Luego mi mamá se acordó que mi tía Laly tenía el bienaventurado “Gingisona toques” y en un segundo voló, pobrecita mi mami se fue volando y llegó al toque mientras yo en el camarote en medio de una crisis por culpa de esa muela que me hacía experimentar todos los tipos de dolor habido y por haber…
-“siéntate hijito”- me dijo mi mami
Y todo herido víctima de mi molar superior izquierda me senté, abrí la boca lo mas que pude y mis padres la hicieron de odontólogos (o mejor dicho de anestesiólogos) mientras mi mami me aplicaba toques de Gingisona, miraba como mis hermanas de lejos eran cómplices de mi dolor y ellas en mi lugar cerraban los ojitos y yo lentamente recobraba la tranquilidad ufff que hermoso era volver a estar bien, alabé, los endiosé a los creadores del “Ginsisona Toques”, pensé que eran lo máximo, en ese momento se me vino la idea de que mi mami debería comprar o mandar pedir de Trujillo por lo menos media docena de frasquitos, por si las moscas, por si la muela me hacia otra mala jugada…
Después mi papi dijo que era demasiado que deberíamos ir cuanto antes al dentista, pero pucha en Angasmarca solo habían técnicos casi aficionados y desde luego mis papis no me iban a arriesgar a tanto, por lo que a los dos días aprovechando las vacaciones, viajamos a Trujillo a pasar el verano si no me equivoco el verano del año ’95, sin presagiar que sería el verano mas trauma de mi niñez…
El primer día en Trujillo, mi mami me llevó al seguro, donde un dentista medio raro, un tipo colorado parecía una súper muralla por su inmensa gordura, era de esos dentistas que a primera vista te dan miedo pero que al rato, demuestran lo tan bonachones que son (el típico gordito alegre). Recuerdo, prendió su tele, luego su VHS y puso una película de las tortuninjas - yo feliz -mientras no era mi turno, feliz porque hacíamos cola, éramos como cuatro niños y creo que yo era el tercero de la cola -ufff mi destino tuvo que ser así - ya estaba escrito, primero feliz con una peli de las tortugas, luego ahí en el patíbulo abriendo la boca para que el gordinflón con sus agujas sus tenazas y no sé que mas herramientas hubo de usar para sacarse aquella mi muela traicionera, la que me hizo ver cosas de otra dimensión y colores como si usara una cámara infrarroja, quieto yo asustado también, no perdía de vista a mi madre, todo parecía una eternidad, tanto que mas duré yo en asustarme que el gordinflón en extraérmela, sentí como mi sangre bajaba en picada de la cabeza a las extremidades inferiores, sentí ese frio traumático de los hospitales y a lo lejos escuchaba la locución que hacen por medio de altavoces para llamar a los médicos o enfermeras o etcétera para que se acerquen a cualquier área del hospital.
-no te muevas, tranquilo vamos como hombrecito- me dijo la versión peruana de papá Noel, yo cerraba los ojos, enduraba la cabeza, sufría mi trauma al cien por ciento y nada, pucha lo peor era que solo sentía como si hubiera una piedra empotrada en mi encía y a la que el gordo esculpía con un cincel y un súper combo…
Quise llorar, cuando plum!!! Salió fugaz y con algo de dolor y con un sabor obvio, entonces abrí los ojos y el gordo la tenía en su pinza, la condenada muela estaba bicolor, blanca y roja por la sangre, la odie, me burlé en su cara me enjuagué un poco y quise llorar quise correr donde mi mami pero no. Me aguanté, porque una niña había llegado al final de la cola y me miró con lástima como si me tuviese pena (que ridículo yo) trataba de estar lo más tranquilo posible e incluso le dije al dentista:
“ya no sangra doctor no es necesario el algodoncito…” todo seguro altanero machazo como bueno (jaa me creía Rambo) todo por aquella niña que me emocionó, todo por esa niña de mirada café, vestidito amarillo, zapatos oscuros y medias cubanitas…
-¡claro que no!, vamos campeón muerde el algodón y no le pases tu lengua por la herida por que si nooo te puede dar una hemorragia -
Me traumaba el gordinflón y como un eco, la palabra “hemorragia” se quedó resonando en mi mente al mismo tiempo le daba algunas recomendaciones a mi mami. Yo como si saliera victorioso de una batalla resurgía campante y con prosa como sacándole cachita a los otros pacientes que al igual que yo estaban aterrados esperando su turno, desde luego la niña de la que hablé estaba sentada leyendo un folleto en el que clarito recuerdo lo único que logré distinguir: IPSS… caminaba calculando pasar a su lado y ella ni el menor caso… y yo ridículo mordiendo el algodón con mucha fuerza como para no morir desangrado…
Mientras salíamos del consultorio, el gordo estalló:
-señora la receta!!!- farfulló mientras se cambiaba de guantes, luego le dijo a la niña si era tan amable de alcanzarnos la receta y ella fue amable (como no lo iba ser si tenía carita de serlo) y se vino hacia nosotros con la receta, creo que vino hacia mí, y se acercaba mas y yo tonto recién me di cuenta que esta vez tenía puestos unos lentes como de niña nerd.
-tenga señora – habló dulce como si se tratase de un hada o algo así…
Y para variar otra ridiculez:
-gracia… que digo gracias, jee eque el aaal_go_dooón no puedo hablar bien gracia - le adelanté las gracias a mi mami y creo que la niña me miró y se burló de mi y creo que pensó en que aparte de ser un payaso fui el ridículo de la tarde… claro pues que tonto al hablar desarticuladamente y me fui pensando en sí ella pensó que hablé de ese modo porque me puse nervioso o por lo del algodón. Igual se quedó grabada hasta el día de hoy con su carita de nerd y con su folleto del IPSS…
A la salida del hospital como para no perder la tradición, mi mami me compró un jugo Liber, tomé algunos sorbitos y con la boca inclinada como para no perturbar la herida además palabra “hemorragia” me seducía, me daba miedo, todo por culpa del gordinflón entonces lo odie por cinco minutos…
En la casa mis hermanas me decían:
-a ver enseña… a ver abre tu boca –
Yo monse como siempre abría la bocota y ellas curiosas admiraban lo único que hasta el momento era visible, el color guinda del algodón al que había mordido por más de una hora…
-te ha dolido?- ingenuas ellas
-con anetecia pue – ya parecía un chileno por mi forma de hablar
Y ellas se reían se burlaban sanamente de mí e intentaban hacerme hablar para que se divirtieran… me agarraron de su puerquito.
Lo peor fue cuando tuve que quitar el algodón, aparte de fastidiar ya era hora de retirarlo, no podía estar todo el tiempo ahí, fácil y adquiría una infección… igual hice malabares con la lengua y de a poquitos sentí que me despedía del algodón, mi destino seguía haciéndome sufrir y le agarre un odio a muerte a la muela.
Seguidamente corrí a la cartera de mi mami, encontré a la causante de mi suplicio y presa de la rabia y el dolor acabe con la integridad de mi muela, la ví brillante y rosada por otro lado, cogí el martillo y plum!!!; la desbaraté la hice añicos y no sé si fue el momento o la fuerza que hice… pero igual sentí que el algodón estaba fuera de la herida y lo escupí e ingenuo yo me enjuagué con agua fresca si vaticinar que lo peor estaba a punto de suceder… sufrí, estrañé a mi papi a mi abue a todos y me eché a llorar y todo se nubló no sé que mas pudo pasar…
Hoy al recordar y pensándolo bien, no deseo detallar lo que pasó en seguida (dos motivos: no recuerdo bien y me da pavor revivir tan triste recuerdo). Será que puedo herir la susceptibilidad de los lectores y desde luego la mía, es que todo se volvió como una peli de terror, en resumen, ese mismo día terminé internado en emergencias por tener una hemorragia y como otro trauma recuerdo la dosis que me aplicaron para no perder mientras me trasladaban por aquellos pasillos lo cuales recuerdo como fotogramas, como si estuviera viendo una peli en cámara lenta, yo ahí llorando o quizá desmayado desangradme o tal vez ahogándome con mi propia sangre…
Mientras me llevaban en la camilla, recuerdo haber visto a un escuálido doctor examinándome al paso el pulso, abriéndome la boca y palmeándome la cabeza (mismo capítulo de Clave Uno) escuché por otro lado una voz que pedía Adrenalina Concentrada… yo quería llorar pero no podía y sentía en mi boca algo gelatinoso… y solo pensaba en mi mamá…
Dice mi mami que todo fue rápido, ella con mi tía Raquel me llevaron en un taxi, pero antes de eso me había desmayado y desde luego ella estuvo preocupadísima y me estiraba las piernas mientras mi tía Raquel me abrigaba las manos. También me había bajado la presión (cosa que hasta ahora me sucede, por eso ando abrigado hasta en verano) y que empecé a despertar en emergencias del hospital Lazarte (uno que está a la vuelta de mi casa). Dice mi mami que me hicieron una limpieza bucal, porque los coágulos se hacinaron, luego siguieron aplicando una solución coagulante - la que teóricamente me salvó la vida – tanto lloré que de cansancio me quedé dormido y que a las dos horas estuve en la casa, acostado, rodeado por todos… desde luego esta vez mis hermanas no preguntaron si me dolía o no solamente las noté compasivas y asustaditas, nunca olvidaré esa histórica muela, ni mucho menos esa noche traumática en el hospital…]
Esa fue la peor experiencia que tuve, en lo que a dolores de muela se refiere. Por eso al despertar, me sentí asustado, es que al recordar por medio de mi sueño todo lo que me pasó no supe que hacer.
Me puse un polo, fui a los servicios y me vi la cara de pesadumbre que obtuve, después de dormir más de dos horas, sedado por esas pastillas para el dolor de muela que al parecer fueron efectivas. Sin embargo cuando di mi segundo sorbo de agua, otra vez y lentamente el fantasma de aquel abominable dolor regresó… La guerra estaba declarada, salí volando a la farmacia y pedí el doble de dosis, por ahí también compré medio litro de agua mineral (sin gas desde luego) y me zampe las dos tabletas:
-que rico es ganarle la guerra al dolor de muela- dije.
Ya en la casa me tiré otra vez a la cama como sepultado (como no si prácticamente me había drogado para evitar el dolor) agarrado a mi almohada de napa disfruté de esas sensaciones narcóticas que a uno lo sumergen en un sueño riquísimo. Esa noche no soñé nada y dormí como un bebé como no he dormido en años.