Sueños Rotos

Sueños Rotos


El Buscador de Almas: así es como lo llaman. Pero para mí siempre ha sido Endel, la persona a la que confié la llave de mi corazón, pero también quien me la devolvió sucia y roñosa. Ya no encajaba en la cerradura, ya no abriría sus puertas a un nuevo amor . Y después de todo aquello se dejaba ver frente a mi hogar. No tuve más opción que cerrarle la puerta en las narices, como años atrás.

La Sombra del Bosque: así es como la llaman. Pero para mi siempre ha sido Layre; mi amor, mi olvido, mi dolor, mi corazón. La mujer a la que amé, pero también a la que abandoné por un sueño imposible. Solo yo era lo suficientemente estúpido como para hacer aquello. Pero no podía olvidarla. Por eso y para cumplir mi promesa volvía después de tantos años. Tampoco le echaba en cara que me cerrara la puerta en las narices por segunda vez, ambas las tenía bien merecidas.

A pesar de que las palabras no bastaban, solo pude decirle:

— He venido a cumplir mi promesa— dije rezando para que ella se apiadase de mí.

— Si hubieras cumplido tu objetivo, no habrías vuelto— me reprochó.

Sus palabras me hicieron deliberar unos segundos. ¿Era verdad lo que me decía mi amada? ¿Realmente era tan egoísta? ¿La habría traicionado? La respuesta era definitivamente no. En aquel entonces no sabía que me habría aguardado de haber cumplido mi sueño, pero no habría sido lo que yo esperaba. Habría vuelto para cumplir mi promesa.

— No, eso no es verdad. Yo no sabía lo que buscaba. Pero tú tampoco lo sabes ni lo entiendes.

— ¿Ah si? ¿Realmente crees que no se como te llaman? ¿Que no he descubierto qué fuiste a buscar? Ahora que descubres que la razón por la que recorriste el mundo entero no existe, ¿recurres a mí?— había odio en sus palabras, pero también tristeza.

— ¿Quién ha dicho que no exista?— La había hecho dudar, pero no abrió la puerta.

— Te fuiste Buscador de Almas, eso no cambiará— sus palabras eran demasiado duras, pero no eran suficientes para retener su fragilidad.— ¿Sabes? Al principio creí que volverías y todo sería como antes. Pero eso no ocurrirá. Puedes volver mil veces pero yo no dejaré de ser La Sombra del Bosque y tu El Buscador de Almas.

La puerta se abrió de golpe y se echó a mis brazos. No paraba de llorar.

— Esto no es comportamiento de una princesa—era un poco ridículo, pero fue lo único que se me ocurrió.

— No soy una princesa. Debiste suponer que si arruinabas tu vida también arruinarías la mía. Solo soy … una sombra que vaga por los bosques— se apartó rápidamente de mí, parecía que, para mi desgracia, había recapacitado.

— Layre, necesito explicarte lo que pasó.

— Ya se que tu nombre no es del todo cierto, que no buscaste almas en plural. Solo buscaste una. Tu alma gemela. Si realmente existen, ¿es que no eras feliz conmigo? ¿Qué tenía aquel sueño de especial?—Pensé que solo me había abierto la puerta para hacer estas preguntas, las respuestas eran demasiado significativas.

— Nunca he sido más feliz que contigo y lo sabes. Y aquella fantasía tenía… Magia. Una magia que me absorbía por completo, pero no por ello mejor que la tuya. Es más, no puede ni compararsele.

"Aquel día, cuando conocí a un mercader llamado Helson, me contó una historia preciosa. Dijo que nadie conocía a su alma gemela, pero que no eran cuentos de hadas. La razón de aquello según el mercader era que todas las almas gemelas nacían a mil kilómetros de distancia de su correspondiente.

No dejé de soñar con viajar y conocerla, por mucho que te amara aquel sueño invadía mi alma constantemente. Y me fui. Me sentía desconcertado sin ti, me iba sin algo muy importante. Fueron los peores años de mi vida. Yo ni siquiera sabía leer el más simple de los mapas y tuve que aprender por el camino. Cuando aprendí a orientarme, comencé a recorrer mil kilómetros hacia el Norte. No se porque elegí aquel camino, no se me ocurrió que mi alma gemela podía estar en cualquier lugar a mil kilómetros de mi pueblo. Y, así, acabé recorriendo el diámetro imaginario que yo había imaginado alrededor de la casa de mis padres.

Viajaba de pueblo en pueblo, como un vagabundo encapuchado. No tenía dinero y comía lo poco que robaba, aunque no me gustaba hacerlo. Estuve a punto de morir muchas veces. Te recordaba y ansiaba volver junto a ti, pero algo tiraba de mí y me impulsaba a seguir buscando. Comenzaron a escucharse rumores por las calles de que buscaba algún tipo de alma, y comenzaron a llamarme como se me conoce ahora.

Nunca hubo piedad para mí, excepto aquella única vez. Me encontraba en un pequeño pueblo al lado de un río. Creo recordar que me hallaba muy al Este, a punto de completar el diámetro. Había entrado en una pequeña tienda a buscar alimentos, cuando un hombre me sorprendió. No se si quería matarme o encarcelarme, pero me amenazaba con un puñal de empuñadura muy elegante y, lo más importante, me separaba de mi sueño. Yo creía que si no había encontrado aún lo que buscaba, se debía a que estaba cerca, en los pocos pueblos que me quedaban por visitar. Y eso me alteraba y me hacía visualizar con más claridad mi objetivo. Desenvainé mi propia espada.

Lo maté. No me siento orgulloso de lo que hice, me he lamentado por ello todos los días de mi vida. Después salí corriendo de la tienda aterrorizado por mis actos, pero no llegué lejos. Cinco soldados me impedían escapar. Llevaba comida encima, y tal y como iba vestido no les costó adivinar que estaba robando. Sin embargo, no se les ocurrió que si entraban en la tienda encontrarían un cadáver. Me maniataron y me llevaron a un calabozo. No sé que fue de aquel hombre al que asesiné.

Pasé días en aquel antro oscuro, hasta que una figura encapuchada acudió a mí. Tenía la llave de la celda. La abrió y me condujo a una especie de puerta trasera. Estaba tan perplejo que no se me ocurrió preguntarle a dónde me llevaba, quién era y porqué hacía aquello. Cuando atravesamos la puerta, volví a ver la luz del día y fui feliz por una vez en mucho tiempo. Algo me hacía sentirme completo.

Por unos instantes temí que fuera algún tipo de trampa, pero me deshice de esas ideas cuando el hombre encapuchado dijo:

— Corre.

Sus palabras mostraban una gravedad tan apremiante que le hice caso. Solo paré a descansar cuando encontré un pequeño campamento bastante alejado del pueblo. No paraba de pensar en el hombre encapuchado, ¿quién sería?

Descubrí que se trataba de una campamento de mercaderes y que entre ellos se encontraba Helson. Habían pasado muchos años, pero nunca me olvidaré de su nombre. Necesitaba hablar con él. Cuando todos cenaban, lo conduje a un pequeño desfiladero para charlar en privado.

— ¿Qué quieres?— Preguntó desconfiado.

— ¿Es que no me recuerdas? Me llamo Endel, pero ahora se me conoce como El Buscador de Almas.

— Ah, claro que te recuerdo. Los años no te han tratado bien, ¿eh?

— No mucho. Necesito saber si lo que me contaste es cierto, porque he recorrido casi todo el diámetro en busca de mi alma gemela.

— Entendiste todo al revés Endel. ¿Por qué crees que las almas gemelas nacen a mil kilómetros de su correspondiente? ¿No se te ocurrió pensar que había una razón lógica? Verás, las almas gemelas no son complementarias, sino contrarias. Si encontraramos a una de ellas se crearía un gran desastre. Ellas siempre están a mil kilómetros, desde el momento en el que nacemos.

Sus palabras me hundieron en la miseria.

Lo había perdido todo. Sí tenía una alma gemela, pero no estaba a mi alcance y, por lo que sabía, no me gustaría encontrarla. Algo se rebeló en mi interior, no podía ser cierto. No podía haber desperdiciado mi vida por un sueño imposible.

A medianoche salí del campamento y me dirigí al final de mi trayecto. Si aún me quedaban un par de pueblos por recorrer, no me detendría ahora. Pasaron semanas, hasta que encontré lo que más temía.

El primer pueblo que visité cuando comencé la búsqueda.

Había terminado el diámetro , pero ¿ahora que podía hacer? ¿A dónde iría?

La imagen de la mujer a la que amaba surcó mi mente. necesitaba verla por encima de la sed y el hambre. Además, recordé, tenía que cumplir mi promesa. Antes de irme juré que volvería a explicarle que ocurrió."

— Y aquí estoy— concluí.

Antes de que pudiera leer sus intenciones, Layre desenvainó su arma. El filo de su espada reposaba sobre mi hombro, rozando mi cuello. Me había introducido tanto en la historia que no me había fijado en el nuevo brillo calculador de sus ojos.

— El verano del año pasado estuve en un pueblecito situado al Este de el lugar en el que nacistes. Yo acompañaba a mi padre por una serie de problemas con nobles. Liberé a mi amado de un calabozo y, al de poco tiempo, apareció el cadaver de mi padre en una pequeña tienda. Perdí al último miembro de mi familia. No sabía adónde ir, así que acabé viniendo aquí. Nunca até cabos, pero ahora lo veo todo mucho más claro— dijo acercando aún más el filo de su espada a mi cuello.

Yo también até cabos. Si antes pensaba que le había hecho un daño increible, ahora sabía que la había destrozado. No solo la había abandonado, había asesinado a su padre. Ella clamaba venganza.

Desenvainé mi propia espada; pero, para su sorpresa, la tiré al suelo sin ningún reparo.

— Me tienes en tus manos.

Entonces ocurrió lo que menos esperaba.

Me besó. Fue intenso, único, mágico…Porque se trataba del último. Comprendí esto cuando ya me encontraba fuera de su casa y ella susurró:

— No vuelvas.

Cerró la puerta. Esta vez era para siempre, sabía que si volvía me mataría. Pensé en hacerlo, pero ella no quería vengarse porque le haría mucho daño. Y ya no quería volver a ser el causante de sus sufrimientos.

Suwin escribió:

Aquí voy a poner el principio de un relato en el que estoy trabajando... espero que me podais echar una mano:


El Buscador de Almas: así es como lo llaman. Pero para mí siempre ha sido Endel, la persona a la que confié la llave de mi corazón, pero también quién me la devolvió sucia y roñada. Ya no encajaba en la cerradura, ya no abriría sus puertas a un nuevo amor y mi órgano vital siempre estaría vacío. Y después de todo aquello se dejaba ver frente a mi hogar, como si nada hubiera ocurrido. No tuve más opción que cerrarle la puerta en las narices, como años atrás.



La Sombra del Bosque. así es como la llaman. Pero para mi siempre ha sido Layre; mi amor, mi olvido, mi dolor, mi corazón. La mujer a la que amé, pero también la que abandoné por un sueño imposible. Solo yo era lo suficientemente estúpido como para hacer aquello. Pero la necesité, la necesito y la necesitaré. Por eso y para cumplir mi promesa vuelvo después de tantos años solitarios. Tampoco le he echado en cara que me cerrara la puerta en las narices por segunda vez, la tenía bien merecidas.

Sigue con vuestro relato,hasta donde tu quieras llevarloy lo lees y puedes releerlo
y descubriras,el titulo de entre todo el bosquejo exhalado por tu misma poersona,
de momento con esas dos estrofitas,bien pudiera llamarse "Contradicción"
un abrazo Suwin,CAE,

gracias,espero encontrar pronto el título

Al igual que mis compañeros,el titulo por el momento no me interesa,pero lo que leí me gusto,y me deja espectante.
Adelante

BUENO ESTA BUENISIMO,ASI QUE SIGUE CON EL,YA SALDRÁ EL TIRULO (JAJA ODIO TENER QUE PONER TITULOS,JAJA)

Interesantísima forma de plantear tus ideas en este escrito un tanto "oculto" (diría yo) Me ha gustado enormemente, porque tiene la particularidad de atrapar al lector y de adentrarlo entre tus letras.

Felicidades, compañero.
Un abrazo.

Por mi parte, quedo esperando qué sigue.
Me gustó también el relato.
Tiene algo de magia o misterio.
Quiero ver qué pasa con los personajes.
ASí, que ... hasta pronto !!
No tardes en continuarlo.

Un abrazo.

Como dice la mayoría, el título a veces sale al final del texto, cuando ya está terminado, entonces por ahora no te preocupes y sigue adelante...
Es un texto que atrapa, bien hilado...
Mi saludo cordial.

Un buen texto.Me gusto.