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| El Beso, Evangelio de la Caye, parte 16 | |
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Caye Escritor activo
Cantidad de envíos : 500 Fecha de nacimiento : 20/08/1961 Edad : 63 Localización : Tarragona, España Fecha de inscripción : 21/11/2008
| Tema: El Beso, Evangelio de la Caye, parte 16 Jue Feb 12, 2009 10:00 am | |
| ¿Recuerdas, amado Tomas cuando me conociste?... cuan difícil fue que entrara en tu entendimiento la verdad de mi naturaleza Divina, pues en cada momento has necesitado ver para creer y así ha de ser y así va a ser siempre para ti, es tu naturaleza a la que no puedes renunciar, al igual que todos tus hermanos aquí presentes. Ya que es tu cometido, como perfeccionista, exigente contigo mismo y con el resto, incansable trabajador, dispuesto a cualquier sacrificio por los demás, aunque crítico y desconfiado de las cosas impalpables. Gente como tu es tan necesaria para que las cosas se hagan como es debido. Tu posees también como tus hermanos un símbolo en los cielos en forma de dama con una espiga en sus manos. Del otro lado de esa dama, en oposición complementaria se encuentra el pez.- Dicho esto se dirigió a Lucas. Tu sostienes el animo de todos, eres el recipiente de sus tristezas, te mantienes soñando siempre con nuevos mundos, nuevas realidades donde poder nadar en ese mar de emociones en que te sientes sumergido. Escurridizo, mas siempre a mano de quien necesite de ti. Amas a la gente, deseas su bien, te dedicas enteramente a ellos olvidándote de ti mismo. Es la naturaleza del sacrificio que une a ambos lados de la cuerda: a la espiga y al pez. Recordad el milagro de los peces y los panes... pues ambos son el alimento que ha de nutrir la esencia de la era que estamos comenzando en este tiempo. Una era de sacrificio por el bien de los demás. Por su naturaleza mutable, estos dos signos son la antesala de un nuevo amanecer, creando la alternativa a los nuevos tiempos donde habrán de rectificarse los errores de la oscuridad.
Tanto Felipe, como Simón pedro, al igual que Bartolomé y el mismo Judas, estaban impacientes por saber de sus respectivos símbolos. Judas especialmente por hallarse cercano el momento crucial de su misión, así que, lleno de pasión e impaciencia no pudo mas que preguntarle al Rabí: -Señor, y ¿cual es el animal que yo represento?... Jesús lo miró con compasión, puesto que no era nada agradable lo que debía decirle, mas aun, delante de sus compañeros, en aquella noche. -Dime Judas, ¿con que animal te encontraste en tu retiro por el desierto? Judas quedó callado. recordó al escorpión que vino a desafiarle, aquel que huyó despavorido cuando él mismo pudo superar el enfrentamiento con su oscuridad. Tal pareciera que no podía librarse de él y que su influencia le acompañaría hasta el final. Recordó también que el escorpión cuando se siente acorralado resulta autodestructivo y eso le hizo entrar en un verdadero pánico. Sin decir palabra, caminó hacia la puerta dispuesto a realizar su cometido, aunque cada una de sus piernas le pesaba mas de una tonelada, necesitaba huir de aquel lugar y enfrentarse definitivamente con su sino... Jesús lo contempló con compasión, captando su agotamiento tanto físico como espiritual, deseaba llenarle de amor y energía, mas no podía acompañarlo en aquel momento, su sitio estaba con los demás, pues aun quedaban muchas cosas por hacer y decir en aquella noche. Aun así, al verle partir le dijo: -Judas, ya que te marchas, llévate contigo todo mi amor, todo mi agradecimiento y por sobre todas las cosas quiero que sepas que: "lo siento".- Judas sintió un escalofrío por toda la espalda, aquello era demasiado, Jesús le estaba rogando el perdón a él. Y él estaba sintiendo la sinceridad y veracidad de sus palabras. El peor signo, el de la podredumbre, el signo de la muerte, de la pasión, el signo que representaba lo mas sucio, lo mas bajo y ruin y sin embargo, era capaz de las mayores hazañas y la mayor entrega cuando así era solicitado por el destino de todos. Capaz de albergar las miserias emocionales de todos sus compañeros, de humillarse hasta la exageración en pos de una misión mas inmensa que el firmamento. Tan solo Jesús era consciente de su esfuerzo, de su verdadera bondad y así se lo manifestó delante de todos los demás, que, dicho sea de paso, interpretaron como pudieron la relación de Judas con el indeseado escorpión al que ninguno de los dos había mencionado, por no ser siquiera necesario. Mas no dándose por vencidos ante el misterio, Simón Pedro, que todavía no sabia de su propio signo, le preguntó al Maestro, una vez Judas había desaparecido por la puerta: -¿Acaso el signo de Judas sea un signo de traición? El desierto está poblado de alacranes, Maestro. -Amado Pedro, me niego a hablar de quien no se encuentra presente, por ello, déjame decirte tu propio signo, pues habrás de cargar con él durante mas de 20 siglos. -Dime cual es, Maestro. -El animal que a ti te representa es un animal que permanece encerrado dentro de un duro caparazón. Incapaz de mostrar su verdadera sensibilidad, rudo, implacable, con un genio de mil demonios que, sin embargo, retrocede ante el peligro. -No estoy de acuerdo, Maestro, a mi el peligro nunca me hará retroceder de mi fe en ti. -En verdad te digo, amado Pedro que esta misma madrugada, antes de que el gallo cante, me habrás negado tres o cuatro veces. No te aflijas por ello, pues ese es el modo de actuar del cangrejo. Así debe ser, pues representas el agua cardinal, el agua que ha de nutrir al nuevo ser en el útero. Un agua que debe permanecer limpia para su cometido. Generaciones enteras de hombres con tu misma naturaleza, retrocederán ante el peligro para mantener y protejer a sus familias, evitando un mal mayor y preservando la especie. Así pues ese es un gesto que no habrás de lamentar, aunque debido a tu naturaleza limpia y a tu corazón justo, inevitablemente te llegarán los remordimientos. En eso estáis a la par, tanto Judas como tu. Judas puede ser otra agua. Agua fija, el agua que ha arrastrado todo lo malo de los demás, por ello su cometido es tan sagrado como el de todos vosotros. Como me gustaría que pudierais entenderlo y amarlo del mismo modo que yo le amo a él, igual que os amo a todos. Mas se que ese día, aunque lejano, habrá de llegar. El día en que todos veáis vuestras diferencias tan solo como una oportunidad de compartir, intercambiar y enriqueceros los unos con los otros. En la mas tierna armonía. Así lo hace la naturaleza que vosotros representáis y así acabareis copiando el comportamiento para adquirir la verdadera sanación y la verdadera vida en la tierra. De momento, baste con que seáis capaces de asimilar esa misma naturaleza en vuestros cuerpos y en los cuerpos que hayáis de habitar durante el reinado del pez.
Bartolomé y Felipe permanecían a la escucha, dos signos llenos de paciencia, sumidos en el silencio aguardaban el momento de ser nombrados por Jesús. Signos de tierra. La tierra cardinal y la tierra fija, pues la tierra mutable ya había salido de manos de la dama celestial.
Ya habéis oído los símbolos del fuego, del aire y del agua. Todos ellos han de sostenerse en la tierra, esa misma tierra que habrá de nutrir a todas las criaturas, la tierra que formará las montañas y sostendrá los vegetales... esa misma que sostiene vuestros pies. La tierra mutable de la espiga, la tierra fija del toro y la tierra cardinal de la cabra. Felipe y Bartolomé se miraron... y Jesús, consciente de su deseo de saber por fin a cual pertenecía cada uno prosiguió: -Felipe, amado mío, ¿Recuerdas que viniste junto con Andrés en mi primer paseo, que tu fuiste el segundo en poner tu vida en manos de mi ministerio?... Pues tu eres el toro. En ti reposará el guerrero tras su hazaña, tu y todos los que vengan en tu influencia, llegan a este mundo para ser mimados por él. Amantes de todo lo mejor, de la belleza, fieles y perseverantes, degustareis los mas exquisitos placeres de la vida. Vuestra naturaleza de tierra fija os proporciona la paciencia para rumiar las experiencias mas dulces de la vida. Siempre necesitas estar bien seguro de tus actos, pese a que te dejas llevar muchas veces por un impulso ciego en cuanto al amor se refiere. El amor que me has procesado desde el comienzo me ha sido de gran ayuda en la misión. Por eso déjame manifestarte mi mas profundo agradecimiento.
Mientras Jesús hablaba y ya mas calmado, Bartolomé sintió un calor en el pecho, consciente de que por alguna misteriosa razón el maestro le había dejado para el final. No tardaría en averiguarlo. Con una amplia sonrisa se encaminó hacia él en estos términos:
-¡Como me recuerdas, amado Bartolomé a mi padre de la tierra!; José el carpintero: seguro, responsable, autoritario, mas, guardián perfecto de la estructura, tan previsor, disciplinado y sabio... Pese a ello, tu naturaleza te hace siempre volver hacia el monte. Representas en tu grandeza a las montañas. Eres la tierra cardinal, la que se impone frente a las adversidades. Desde niño muestras una profunda madurez y aunque lo invisible se te escapa, tu gran sabiduría te hace actuar con cautela, respetando siempre tu deseo de no dañar a quienes amas. O por lo menos, dañar lo mínimo posible, teniendo en cuenta las necesidades de cada circunstancia. Por ello, rara vez te lamentas de tus actos.
A continuación, Jesús se paseó por la estancia, lentamente mientras decía: -Antes de terminar mi discurso sobre la rueda zodiacal, he de deciros que cada uno de vosotros representa una estación en los cielos por la que habrá de pasar un solo hombre llamado: “Humanidad”. Una vez recorrido el tramo que abarca la rueda completa, es decir, pasados 26.000 años, el ser humano se hallará en su desarrollo completo, se hará consciente de su naturaleza, venciendo todas las miserias de si mismo a través del reconocimiento de todo cuanto existe en el seno de mi Padre. Esto es así en el resto de hogares del universo, mas en este planeta por primera vez desde que se hicieron los Cielos, esto mismo se puede lograr a voluntad por cualquiera de vosotros en cualquier momento, mucho antes de que transcurra el largo Año Cósmico. Ese fue el deseo de mi Padre al colocar vida en un planeta donde reina el desequilibrio entre la tierra y el agua como es este. Aquí todos tenéis la libertad de avanzar en la evolución y de retroceder tantas veces como os sean necesarias para llegar a los mismos objetivos que están destinados para todos. Me refiero a recibir en carne y sangre el concepto de que todos somos uno y el mismo. Esto es así por justicia, pues en vuestra oscuridad y falta de comunicación real con los Reinos Celestiales, habréis de confiar en vuestros corazones todo el tiempo para determinar la mejor acción a seguir. Tanto mi Padre como yo somos conscientes de la gran dificultad que entraña mirar hacia adentro, por ello, quien se aplique en ese menester, tendrá abiertas las puertas del Cielo. Y lo hallará sin que sea necesario para ello, abandonar la vida en la carne.
CONTINUARÁ... | |
| | | Ignacio Araya D Escritor activo
Cantidad de envíos : 7399 Localización : La Serena, Chile Fecha de inscripción : 06/03/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: - a la excelencia en sus comentarios Mención: - por sus Aportes a Letras y Algo Más Premios: 1º y 3° Lugar en Concursos Letras y Algo Más
| Tema: Re: El Beso, Evangelio de la Caye, parte 16 Miér Feb 18, 2009 12:08 am | |
| Sigo prendado con esta serie como ya te he dicho en mas de una oportunidad y es que simplemente es así...este capitulo es sensacional Caye, terminas las fases del Zodiaco representado en cada uno de los apóstoles, de gran manera, con mucho conocimiento en el asunto y con esa cuota de espiritualidad que la hace mas atractiva y para meditar y para conocer también...las palabras fionales de Jesus, precisas, bellas, "...de deciros que cada uno de vosotros representa una estación en los cielos por la que habrá de pasar un solo hombre llamado: “Humanidad”...", simplemente esta linea me encantó en su contenido...sigo prendado y seguire esperando ansiosamente las continuaciones del beso...Mis felicitaciones nuevamente Caye
Un abrazo,
Ignacio | |
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