Jaime Olate Escritor activo
Cantidad de envíos : 2341 Fecha de nacimiento : 17/01/1941 Edad : 83 Localización : Santiago de Chile Fecha de inscripción : 01/08/2008
RECONOCIMIENTOS Mención: -Escritor con textos DESTACADOS Mención: Lobo ,El Detective. Texto EXCEPCIONAL Premios: 1ºLugar Concurso "Ecología" parte Textos, Octubre de 2010
| Tema: Depresión Aventurera ( Reeditada ) Cap. 1/6 Vie Ene 13, 2023 10:48 pm | |
| Abandonar el Buque que Navegaba Muy Mal.
Sonrío cuando recuerdo este tragicómico episodio de mi vida, después de haberme retirado de la Policía de Investigaciones de Chile, que aún sigue siendo MI INSTITUCIÓN que me hace enojar o aplaudir según sean las “embarradas” o los triunfos de ella. Así escribí en algunas ocasiones pequeños hechos para la risa o críticas de quienes la atacan, sin querer reconocer la enorme labor que desempeñan los Detectives, algo parecida al FBI, y que a esta fecha ya se habría instituido tal sistema, pues hubo dos o tres años donde ingresaban a la Escuela Policial postulantes con títulos profesionales. Aunque suene a jactancia, la alta jefatura confiaba en mi criterio y buen tino, y CAÍ en su mira para “cargarme” con servicios extenuantes. Cuando pregunté por qué diablos los otros Jefes no hacían rondas y redadas con una gran cantidad de Detectives bajo mis órdenes, con una amable sonrisa dijeron que yo NO MATABA NI HERÍA a los delincuentes, pero que los dejaba bien machucados en los enfrentamientos.
Me retiré a contar del 1 de mayo ( Día del Trabajo en Chile) de 1987, con un deje humorístico porque todos los años el personal policial (Detectives) quedaba acuartelado, es decir encerrados en todos los Cuarteles en espera de órdenes superiores en los casos de desórdenes de los obreros y empleados, tanto públicos como privados. Esta fue la tercera vez que elevaba solicitud de retiro, las dos anteriores fueron rechazadas, pues, aparentemente la alta jefatura no quería deshacerse de “un funcionario de mente tan brillante”. Claro nunca supe si era por mi calvicie o por ser “un demente capaz de calcular los hechos del futuro cercano de Chile”. Más bien y seguro que fue así, la enorme cantidad de Detectives que nos queríamos ir, alrededor de 400, que no hubo tiempo de examinar la Hoja de Vida, sumado al hecho que el Director del Instituto Superior no me tenía mucho cariño por haber desmayado a uno de sus subalternos favoritos, dedicados “valientemente” a enfrentar la máquina de escribir y pegar documentos con corchete. Ese valiente, apoyado por los Detectives de escritorio, llegó a ser Subdirector de mi Institución y profesor de no sé qué en la Escuela de Investigaciones (estudiantes para ser futuros Detectives). Como me retiré en mayo del segundo y último año para llegar al máximo puesto, Director General de los servicios, taparon la pequeña “embarrada” del “valiente” al que le fui a llamar la atención en el casino por haber tomado a la señora más joven que nos servía el almuerzo en el casino del Instituto; mirándome desafiante, y con “tremenda hombría” le bajó los calzones hasta la rodilla. Cuando grité que la soltara y esperé el apoyo de los otros Jefes compañeros de estudios, fueron sordos y ciegos; nadie vio que me lanzó un puñetazo que esquivé y debí saltar para alcanzar su cuello y apretar con la llave de lucha libre llamada “candado”. Ahí “despertaron” los otros Jefes y me golpearon tratando que soltara al “valiente” tonto grande y corpulento, pero yo estaba demasiado furioso y a los cinco minutos sentí que se desmayaba. Solo entonces lo solté al suelo y ahí llegaron los Detectives de escritorio a acusarme que yo lo había atacado. Mi desilusión era tan grande al ver los “arreglines” entre los cobardes que no salían a la calle a enfrentar la delincuencia, que le dije en su cara al cobarde mayor, el Director del Instituto que iba a elevar mi solicitud de retiro. Me amenazó con hacerme un sumario por haber atacado a un colega, pero sabía “la gracia” que había hecho el cobarde con nuestra compañera que nos servía las mesas. Loco puedo ser, pero nunca estúpido, pues esperé mi ascenso a Comisario y el pago de dos Mayores Sueldos (equivalente a un Coronel de Carabineros o de Ejército). Mi retiro lo hice con inteligencia y riéndome, pues lo normal era que se retiraran 20 o 30 funcionarios anualmente, pero la cosa olía mal en la dictadura; así fue como mi solicitud pasó “colada” (sin revisar) la Hoja de Vida ante la avalancha de Detectives que nos retiramos en tan enorme grupo.
Inmediatamente con mi esposa fuimos a comprar la casa que hoy ocupamos; no es nada ostentoso, pero muy bien hecha por la empresa constructora que mantiene su buena fama. Elegimos entre las que tenían sitios interiores más grandes, pues tanto Nany como yo nos criamos en propiedades con huertos y árboles frutales, fuera de criar animales de corral. El desahucio conlleva la devolución de una cantidad de dinero que las instituciones chilenas obligan a los trabajadores, por ley, a ahorrar dinero hasta el término de su época laboral. Además, nos queda la Pensión de Oficial en retiro con el último grado logrado en la carrera; como me retiré antes de cumplir los dos años obligatorios para llegar a ser Subdirector ( dos de mis compañeros llegaron a tal rango) y, si es de confianza del Gobierno de turno, puede ser nombrado Director General de Investigaciones ( el máximo cargo institucional), esperé con paciencia hasta que logré una jugosa pensión que me ha permitido vivir sin sobresaltos económicos. No obstante, MI GRAN ERROR fue no haber buscado un trabajo que me mantuviera ocupado a los 46 años de edad. Me entretuve picando por aquí y por allá, sin poner interés en tener un puesto laboral fijo que, al fin y al cabo, no tenía ninguna urgencia. De modo que me entretuve durante 5 años junto a Carabineros, otros Detectives y elementos de las Fuerzas Armadas en retiro, en formar un Comité de Seguridad contra los delincuentes que se habían apoderado de las poblaciones y los espantamos a golpes y balazos; hoy todavía no se atreven a entrar a nuestro barrio (Moraleja: la buena y la mala fama corren a la misma velocidad y no hay bandidos tontos que quieran estar al alcance de un lote de “viejos locos” que los pueden matar).
(Continúa capítulo 2 “La Estupidez de No Trabajar”). | |
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