¿ESTAMOS DESTINADOS A LA INSATISFACCIÓN?
En mi opinión, la insatisfacción, en su parte positiva, es un toque de atención, un recordatorio y un aviso de que algo no va bien. Nos pone en alerta sobre una cuestión que conviene revisar, así que posiblemente haya que darle la bienvenida cuando se presente porque generalmente viene en son de paz y con la intención de colaborar con nosotros en nuestro mejoramiento en algún aspecto.
Sólo si uno se siente insatisfecho con su trabajo, con su pareja, con el sitio donde vive, o en cualquier otro aspecto, es cuando puede escucharse y plantearse la posibilidad de cambiarlo.
Conviene revisar que no sea solamente una protesta del siempre insatisfecho ego, en cuyo caso conviene revisarlo –por si acaso- pero sin hacerle después mucho caso. La objetividad y el autoconocimiento pueden ayudarnos a verlo con claridad.
Es la insatisfacción en algún terreno lo que hace que el Ser Humano evolucione. El conformismo apaga, la inquietud aviva. Ortega y Gasset decía que “lo que más vale en el hombre es su capacidad de insatisfacción”. El progreso viene de la mano de la insatisfacción. “La mitad en la vida es deseo, y la otra mitad insatisfacción”, escribió Carlo Dossi.
Eso sí, conviene diseccionar muy bien la insatisfacción y llegar hasta el origen real del que procede y entonces, sólo entonces, ver las posibilidades que existen de darle la vuelta y convertirla en algo satisfactorio. Si proviene, por ejemplo, del físico personal y no es posible mejorarlo, pues es mejor aceptarlo como es y no caer en la frustración y sentir que toda la vida es una desdicha. Se trata de mejorar lo que se pueda o de sacarle el mejor partido pero sin frustración. Si proviene, por ejemplo, del estatus que uno ha alcanzado y se ven posibilidades de mejorarlo… ¡adelante!, pero si es imposible mejorarlo entonces conviene trasmutar la insatisfacción en aceptación. Lo que no puede ser, no puede ser.
La envidia, el rencor, o la rivalidad, por ejemplo, nos señalan algo en lo que estamos insatisfechos. Se podría decir que todo lo que nos incomoda, lo que nos duele, lo que nos afecta, es algo que necesita ser revisado para ser modificado… o aceptado para que no siga siendo una lucha. Al darnos cuenta de nuestras insatisfacciones, lo que nos interesa es aprender a diferenciar cuáles son las que tenemos que dulcificar para aceptarlas mejor y cuáles merecen toda nuestra atención y esfuerzo para modificarlas.
La insatisfacción busca caminos por los que reciclarse. El modo menos positivo es cuando se manifiesta como desmotivación, amargura, rendición, o cualquier otra manifestación que lleve a la rabia contra uno mismo y la aceptación impuesta pero entendiéndola como derrota. La parte positiva es cuando sirve de estímulo. Ante el mismo hecho insatisfactorio cada uno puede reaccionar o actuar como quiera, así que interesa recordar esa frase que dice “lo que importa no es lo que te pasa sino lo que haces con lo que te pasa”. Jamás descubriríamos cosas nuevas si nos diésemos por satisfechos con lo que ya hemos descubierto.
Es innegable la incomodidad que proporciona la insatisfacción porque todos, aun no siendo conscientes de ello, lo que realmente queremos es estar en Paz, satisfechos, cómodos, sin conflictos, y la insatisfacción viene a revolucionar todo eso. Pero, como las crisis, ha de ser bien recibida y darle las gracias por su colaboración. Una persona que está en un Proceso de Desarrollo Personal no ha de conformarse con la aparente calma, y solo ha de sentirse satisfecho con la verdad, aunque provisionalmente, hasta que se cambie, sea una verdad que no gusta.
“Estamos destinados a la insatisfacción” parece una afirmación que condena a la frustración, pero no es así. Podemos escapar de la frustración como destino maléfico y hacernos aliados de la insatisfacción como una informadora necesaria, como lo es la conciencia, para ver cuándo y en qué nos hemos desviado de nuestro Camino. Bienvenida seas, insatisfacción.
Y recuerda que la insatisfacción ha de ser un estado provisional y pasajero, y que si la conviertes en permanente es porque algo no lo estás haciendo bien.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales
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